UN MODELO PRÁCTICO ALTERNO PARA HACER DISCÍPULOS EN GRUPOS DE - TopicsExpress



          

UN MODELO PRÁCTICO ALTERNO PARA HACER DISCÍPULOS EN GRUPOS DE TRES O DE CUATRO (TRÍADAS/CUADRÍADAS) ¿Por qué estos grupos de tres o de cuatro (tríadas/cuadríadas) comunican energía, están llenos de gozo y son reproductores? Hay un cambio desde una presión que no es natural hasta una participación natural por parte del discipulador. Cuando se añade una tercera o cuarta persona, el discipulador deja de ser el centro de enfoque para convertirse en una parte del proceso que lleva el grupo. En este ambiente, el discipulador es un participante más, junto con los otros. Aunque es él quien convoca a los demás, muy pronto se convierte en uno más del grupo en su andar hacia la madurez en Cristo. Hay un paso de la jerarquía a la relación entre iguales. El grupo de tres o de cuatro crea de manera natural un andar en conjunto. El centro de atención se encuentra menos en el discipulador, y más en Cristo, como Aquel hacia el cual debemos dirigir nuestra vida. En mi condición de pastor, descubrí que la relación podía comenzar con la conciencia de que yo era el experto en Biblia, a causa de mi título y de mis estudios, pero dentro de las primeras semanas, el grupo de tres o de cuatro me permitía ser uno más en un grupo de discípulos que estaban tratando de seguir a Jesús. Hay un cambio del diálogo al intercambio dinámico. En mi experimento inicial con grupos de tres, muchas veces salía de las reuniones de discipulado, diciéndome: ¿qué hizo que ese intercambio fuera tan lleno de vida y tan dinámico? La presencia del Espíritu Santo parecía palpable. La relación estaba llena de vida y de energía. Conforme he comprendido la dinámica de los grupos, he comprendido que la relación de persona a persona no es un grupo. El grupo se forma cuando se añade una tercera persona. (Piense en la Trinidad). Hay un paso de unas sugerencias limitadas a la sabiduría que hay en el número. La sabiduría procede de la multitud de consejeros (Proverbios 15:22). Muchas veces aquellos que consideramos más jóvenes, o menos maduros en la fe, tienen explosiones de gran sabiduría, una chispa nueva de vida, o simplemente unas preguntas fabulosas. En un grupo de cuatro donde estoy ahora, uno de los hombres, que llamaremos Mick, dijo en nuestra reunión inicial: “Yo nunca he abierto la Biblia”. Yo había observado en él que estaba ansioso y hambriento, así que estaba seguro de que no había comprendido bien su comentario. Entonces le observé: “Querrás decir que nunca has estudiado la Biblia en serio”. “No; es que nunca he abierto una Biblia”. Desde aquella primera reunión, Mick ha mostrado un apetito voraz por las Escrituras. Sus inteligentes preguntas nos han llevado a entrar en diálogos y exploraciones de una profundidad mayor. 5. Hay un paso de la suma a la multiplicación. Para mí no hay gozo mayor que el de ver que un cristiano se reproduce. Uno de los beneficios del modelo de tres o cuatro es su poder para facultar a la persona. Durante más de dos décadas he observado una proporción de reproducción cercana al setenta y cinco por ciento a través del modelo de grupos de tres o de cuatro (tríadas/cuadríadas) para hacer discípulos. En resumen, una unidad más pequeña favorece la multiplicación, porque reduce al mínimo las dimensiones de tipo jerárquico, mientras que aumenta al máximo el modelo del compañero-mentor. Cuando se ofrece un plan de discipulado diseñado específicamente para esta relación tan íntima, se crea una estructura sencilla y reproducible que casi todos los creyentes en crecimiento pueden guiar. En estos grupos, el liderazgo se puede rotar muy temprano, puesto que el tamaño favorece el intercambio informal, y el plan proporciona una guía que seguir. La labor de discipular debe crear una multiplicación intergeneracional. Sin embargo, esto es sólo uno de los aspectos que tiene el trabajo de hacer unos discípulos con iniciativa propia, y capaz de reproducirse. LOS DISCÍPULOS SE HACEN EN LAS RELACIONES, NO EN LOS PROGRAMAS Cuando se hacen discípulos, la prioridad se pone en la invitación al establecimiento de unas relaciones, no en la invitación a programas. La labor de hacer discípulos no es un programa de seis, diez, o aun treinta semanas. Nuestros esfuerzos por hacer discípulos son canalizados muchas veces a través de programas, no a través de un proceso de relaciones. Bíblicamente, se hacen discípulos en las relaciones. Cuando yo estoy formando una nueva tríada/cuadríada, entro en un contacto personal con alguien. Lo primero que hago es pedir al Señor que me guíe hacia los que tienen hambre espiritual y se dejarán enseñar. Cuando tengo una convicción firme acerca de quién es la persona a la que el Señor quiere que me aproxime, pregunto a esa persona: “¿Se me quisiera unir y andar conmigo mientras crecemos juntos para convertirnos en mejores discípulos de Cristo? Me gustaría invitarlo a reunirse todas las semanas conmigo y uno o dos más, para que podamos llegar a ser todo lo que el Señor quiere que seamos. Cuando estaba orando acerca de esta relación, sentí que el Señor me guiaba hacia usted”. ¿En qué difiere de un programa este enfoque basado en una relación personal? LAS RELACIONES DE DISCIPULADO ESTÁN MARCADAS POR UNA INTIMIDAD, MIENTRAS QUE LOS PROGRAMAS TIENDEN A ESTAR CENTRADOS EN LA INFORMACIÓN Los programas operan bajo el supuesto de que si damos más información a alguien, esto llevará de manera automática a una transformación. En otras palabras, la sana doctrina produce una forma de vida propia. Si se llena la cabeza a la persona con versículos de las Escrituras y principios bíblicos, esto la lleva a un cambio en su carácter y sus valores, y a amar a Dios. Cómo comenzar un grupo de discipulado reproducible Ore. Pida al Señor que lo acerque a gente que sienta hambre espiritual. No se apresure. Deje que se asiente en su interior la convicción. Sólo entonces dé el siguiente paso. Haga una invitación personal. Acérquese a la persona, hablándole de la siguiente manera: “El Señor me ha dado carga por usted en el corazón. ¿Estaría dispuesto a unirse conmigo y con uno o dos más en un intento semanal por convertirnos en mejores discípulos de Jesús? Hábleles de lo que esto significa. Si usted está usando un plan de estudios como Discipleship Essentials, déles una visión de conjunto sobre el contenido, y la forma en que usted lo cubrirá. Revise el pacto.1 Los discípulos necesitan tener un sentido claro de lo que se espera de ellos. Recorra el pacto línea por línea, y haga que ellos expresen las exigencias con sus propias palabras. Mencione que la tríada/cuadríada se reunirá todas las semanas durante cerca de un año. Pida al potencial discípulo que reflexione en oración sobre su invitación. Concretamente, no le pida que le dé una respuesta inmediata, pero sí pídale que examine si dispone de suficiente tiempo y de corazón para lo que tiene por delante. Infórmele que al menos una persona más se les unirá. Si esta es su primera invitación, hasta es posible que esta persona le sugiera quién podría ser esa tercera o cuarta persona. Fije fecha para la primera reunión normal, y comience. Busque un lugar tranquilo donde puedan desarrollar una transparencia íntima. En la primera sesión, pida a cada persona que hable del proceso a través del cual llegó a comprometerse con el grupo. Guíe a los participantes en las sesiones. Vaya a un paso cómodo para todos. Anímelos a hacer preguntas. Hable de asuntos personales. La vida se producirá mientras están juntos. El plan de estudios es sólo una herramienta, y no algo a lo que haya que esclavizarse. Sea modelo de transparencia. El grupo llegará tan profundo como profunda sea la disposición del líder a ser vulnerable. Dé a la multiplicación un valor elevado. El compromiso de discipular a otros se debe hallar en el pacto original, y debe mantenerse como el enfoque central. Puesto que todos los miembros del grupo se turnarán para dirigir el proceso, muy pronto se darán cuenta de que les es posible hacerlo. Greg Ogden, Oak Brook, Illinois. NOTA 1. Greg Ogden, Discipleship Essentials: A Guide to Building Your Life In Christ (Downers Grove, Ill.: InterVarsity Press, 1998), p. 14. Alicia Britt Chole capta la diferencia entre el programa y la relación. “El programa era más seguro, más controlable y reproducible; menos arriesgado, menos problemático, menos intruso. Parecía más fácil dar a alguien un bosquejo, que una hora; un libro viejo, mejor que una ventana que le dejara ver nuestra humanidad. Qué fácil es sustituir la inversión en la gente por la información a la gente; qué fácil es confundir la verdadera labor discipuladora de gente con la labor de organizarla. La vida no es producto de un programa ni de un ensayo. La vida es producto de la vida. Jesús dio la prioridad a la mentoría de hombro con hombro, porque su premio era mucho mayor que la información; era la integración.”6 LAS RELACIONES DISCIPULADORAS EXIGEN UNA RESPONSABILIDAD MUTUA TOTAL POR PARTE DE LOS PARTICIPANTES. EN LOS PROGRAMAS HAY UNO, O UNOS POCOS, QUE REALIZAN OBRA DE MINISTERIO A FAVOR DE LOS MUCHOS La mayor parte de los programas se levantan alrededor de una sola persona, o unas pocas personas clave que realizan el duro trabajo de preparación. El resto del grupo son los destinatarios pasivos de ese trabajo. En cambio, esto es menos cierto cuando se trata de un pequeño grupo, más igualitario, que cuando se trata de una clase en la que domina la comunicación en un solo sentido. Aunque un programa así pueda proporcionar muy grandes beneficios al que ha hecho la preparación, por lo general, el resultado consiste en una inmensa cantidad de información que nunca es procesada. Por mucho que crea que la predicación produce convicción y decisión, sería ingenuo de mi parte pensar que basta con predicar para producir discípulos. Si la predicación pudiera producir discípulos, esa labor ya estaría realizada. En una relación de discipulado, todos los que participan comparten un nivel igual de responsabilidad en cuanto a preparación, revelación de su propia persona, y una agenda destinada a transformar la vida. Esta relación no tiene que ver con la labor de una sola persona que es el maestro que lo comprende todo, mientras que los demás están aprendiendo de alguien cuya sabiduría excede con mucho a la suya propia. Los niveles de madurez en Cristo podrán variar, pero el supuesto previo básico es que en el dar y recibir de las relaciones, el que es el maestro y el que recibe la enseñanza no son siempre los mismos, y pueden cambiar de un momento a otro. LAS RELACIONES DE DISCIPULADO SON HECHAS A LA MEDIDA DEL CRECIMIENTO PROPIO DE CADA PERSONA, MIENTRAS QUE LOS PROGRAMAS INSISTEN EN LA SINCRONIZACIÓN Y LA REGIMENTACIÓN La mayoría de los programas no pueden tomar en consideración el hecho de que cada persona es distinta. Esta distinción personal es esencial para la formación de los discípulos. Por lo general, un programa se desarrolla durante un tiempo definido. Es frecuente que las iglesias sigan el calendario escolar. Comienzan un programa en septiembre, cuando empiezan a funcionar las escuelas, y lo terminan en junio, a tiempo para las vacaciones de verano. Una vez terminado ese ciclo, se da por supuesto que los cristianos han sido discipulados. Se hace equivaler la conclusión del programa con el haber hecho discípulos. Las relaciones del discipulado varían en cuanto al tiempo que se llevan, porque no hay dos personas que crezcan con el mismo ritmo. Por tanto, el discipulado no puede ser una marcha forzada a lo largo de un plan de estudios. Las relaciones que crean discípulos exigen un enfoque individualizado que tenga en consideración el tipo personal de crecimiento de cada uno de los participantes. LAS RELACIONES EN EL DISCIPULADO CENTRAN LA RESPONSABILIDAD ALREDEDOR DE LA TRANSFORMACIÓN DE LA VIDA, MIENTRAS QUE EL PROGRAMA LA CENTRA ALREDEDOR DEL CONTENIDO Los programas de discipulado crean la ilusión de que hay una responsabilidad. Sin embargo, esa responsabilidad se centra más en terminar el plan de estudios asignado que en cambiar y transformar en esa semejanza de Cristo que se espera de un discípulo suyo. La meta es crecer a la semejanza de Cristo. La forma en que se mide la responsabilidad en estos programas tiende a estar en las formas de conducta fácilmente observables y susceptibles de ser medidas. Entre ellas están el aprendizaje de textos bíblicos de memoria, las lecturas semanales que se exigen, y el ejercicio de las disciplinas espirituales. En una relación de discipulado, la responsabilidad se centra en aprender a “guardar todas las cosas que Jesús nos ha mandado” (Mateo 28:20). Por ejemplo, hay una inmensa diferencia entre saber que Jesús nos enseñó a amar a nuestros enemigos, y amarlos realmente. Las relaciones del discipulado se centran en la incorporación de la vida de Jesús a todo cuanto hagamos. EL AMBIENTE DE TRANSFORMACIÓN: LOS TRES ELEMENTOS NECESARIOS Sin duda alguna, el ambiente en el cual he visto la más acelerada transformación de todas en los creyentes, ha sido en las tríadas/quadríadas, o pequeños y reproducibles grupos de discipulado. Yo los llamo el invernadero del crecimiento cristiano. Los invernaderos mejoran al máximo las condiciones ambientales, de manera que las cosas puedan crecer más de lo que podrían bajo las circunstancias normales; las condiciones favorecen el crecimiento acelerado. Esto es lo que sucede en una tríada/cuadríada. ¿Por qué sucede esto? ¿Cuáles son las condiciones existentes en un grupo de discipulado de tres o cuatro personas, que crea ese efecto de invernadero? Hay tres elementos que, cuando se ejercitan de una manera equilibrada, liberan al Espíritu Santo para que pueda producir un rápido crecimiento hacia la semejanza de Cristo. Esos ingredientes se pueden resumir en el siguiente principio bíblico: cuando nosotros (1) abrimos el corazón en una confianza mutua transparente (2) sobre la verdad de la Palabra de Dios (3) en el espíritu de una responsabilidad mutua, nos encontramos en el invernadero de transformación del Espíritu Santo. Examinemos cada uno de estos elementos que pueden crear un creyente y una reproducción acelerados.
Posted on: Sun, 20 Oct 2013 04:48:08 +0000

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