UN POCO DE HISTORIA DEL ATROPELLO INGLES SOBRE NUESTRA - TopicsExpress



          

UN POCO DE HISTORIA DEL ATROPELLO INGLES SOBRE NUESTRA SOBERANIA Desde el año 1493, España tenía la reserva exclusiva de navegación en los mares de Indias, y Gran Bretaña la prohibición de aproximarse a establecimientos españoles, establecidos por distintas bulas papales y por tratados ratificados entre las potencias de esa época. La Corona de España hizo valer ese privilegio durante varios siglos, no obstante el continuo intento de otras potencias por desconocerlo, especialmente por la Gran Bretaña. Desde alrededor del año 1500, varios fueron los navegantes que se atribuyeron el descubrimiento de las islas australes que nos ocupan, pero ninguno de ellos había tomado verdadera ocupación de las mismas, ni aún los españoles. Recién en el año 1748 el almirantazgo inglés se propuso fundar un establecimiento en las islas, pero alertada España, se opuso terminantemente. En 1764 el conde francés Antonio Luis Boungainville, procedente de Saint-Maló (lo que da origen al nombre de Maloina o Malvina) llegó a las islas y fundó un fuerte que llamó Fort Royal o Fort San Louis, siendo esta la primera ocupación efectiva. Al año siguiente el Comodoro John Byron de la Marina Real Británica recibió instrucciones de explorar las islas Pepys y Malvinas. Llegó así a la Malvina del Oeste desembocando al N.O. de ella en el islote llamado Trinidad por los españoles y Saunders por los británicos, en el lugar que denominó Puerto Egmond, en honor al Primer Lord del Almirantazgo, siguiendo posteriormente su viaje. Dicho lugar era conocido por los franceses como Port de la Croisade y por los españoles como Puerto de la Cruzada. Conocidos estos antecedentes en Londres, se envió una nueva expedición al mando del Capitán Mc Bride quien estableció el 8 de enero de 1766 una pequeña guarnición en el citado Puerto Egmond. Así, menos de dos años después de la ocupación francesa, los ingleses desembarcaron subrepticiamente en un pequeño lugar alejado de Boungainville. No ocuparon ninguna de las dos grandes islas, ni la Malvina Oriental ni la Occidental. España reaccionó. Primero ante Francia y ésta, tras negociaciones diplomáticas, reconociendo su Majestad Cristianísima los títulos hispánicos, dispuso que el Conde de Boungainville devolviera, el 1º de abril de 1767 el territorio ocupado que fue recibido por España y se abonaron a Boungainville los gastos efectuados en el intento de colonización. No se compró el territorio; Francia lo devolvió por reconocer los justos títulos españoles sobre él. Frente a Gran Bretaña, España asumió una actitud diferente, ya que sus reclamos no fueron satisfechos, y se demoró toda resolución que significara el retiro de una presencia clandestina e ilícita. Siguiendo órdenes del gobernador de Buenos Aires, don Francisco de Paula Bucarelli, de cuya gobernación dependían las Islas por real cédula del 4 de octubre de 1766, una expedición expulsó por la fuerza a los británicos el 10 de junio de 1770. A ello, siguieron arduas negociaciones diplomáticas. El proceso fue complejo, pues la situación amenazaba la paz europea. Finalmente se llegó a un acuerdo por el cual los ingleses podían volver a Puerto Egmond, señalándosele específicamente que ese acuerdo no perjudica de modo alguno la cuestión del derecho anterior de soberanía sobre las Islas Malvinas. No hubo objeción, Inglaterra aceptó dicha declaración y los ingleses volvieron a Puerto Egdmond el 12 de septiembre de 1771. ¿Qué había motivado esa solución? Aparentemente Gran Bretaña buscaba sólo la reparación de la expulsión física, por el hecho de fuerza y quería una satisfacción. Como resultante de política europea, España la otorgó, con la reserva de la soberanía señalada con promesa formal de Gran Bretaña de devolvérselas. Esta promesa secreta establecía que superado el incidente armado que fue desagraviado por España, Gran Bretaña se retiraría de las Islas sin ostentación, debido a la extrema situación interna que sobrellevaba su país, que hubiera agravado ante una retirada afrentosa de las islas, comprometiéndose a hacerlo superada esta situación. Pero recién lo hizo en el año 1774, dejando en el sitio una placa con las reservas de sus derechos. España retornó desde entonces al ejercicio de su soberanía hasta el año 1810. Producida la revolución de 1810 las Islas Malvinas continuaron formando parte de Buenos Aires. Así fue interpretado por la Primera Junta. Posteriormente algunos buques argentinos viajaron a las Islas hasta que el 6 de noviembre de 1820, en nombre del gobierno de Buenos Aires, el Teniente Coronel de Marina David Jewitt al mando de la fragata Heroína tomó física y formalmente la posesión de las islas para el gobierno Argentino. A ello sucedieron una serie de medidas administrativas hasta llegar al 10 de junio de 1829, fecha en que el gobierno de Buenos Aires dictó el siguiente decreto: Cuando por la gloriosa revolución del 25 de mayo de 1810 se separaron estas provincias de la metrópoli, España tenía una posesión material de las Islas Malvinas, y de todas las demás que rodean al Cabo de Hornos, incluso la que se conoce con la denominación de Tierra del Fuego, hallándose justificada aquella posesión del primer ocupante, por el consentimiento de las principales potencias marítimas de Europa y por las adyacencias de esta isla al continente que formaba el Virreinato de Buenos Aires de cuyo gobierno dependían. Por esta razón habiendo entrado el gobierno de la república en la sucesión de todos los derechos que tenía sobre estas provincias la antigua metrópoli y de que gozaban sus virreyes, ha seguido ejerciendo actos de dominio en dichas islas, sus puertos y costas a pesar de que sus circunstancias no han permitido hasta ahora dar a aquella parte del territorio de la república la atención y los cuidados que su importancia exige, pero siendo necesario no demorar por más tiempo las medidas que pueden poner a cubierto los derechos de la República, haciéndolo al mismo tiempo gozar de las ventajas que puedan dar los productos de aquellas Islas, y asegurando la protección debida a su población; el gobierno ha acordado y decreta: Art. 1º Las Islas Malvinas y las adyacentes al Cabo de Hornos, en el mar Atlántico, serán regidas por un comandante político y militar, nombrado inmediatamente por el gobierno de la república. Art. 2º La residencia del comandante político y militar será en la Isla Soledad y en ella se establecerá una batería, bajo el pabellón de la república. Art. 3º El comandante político y militar hará observar por la población de dichas islas las leyes de la República, y cuidará en sus costas de la ejecución de los reglamentos sobre pesca de anfibios. Art. 4º Comuníquese y publíquese. Fdo. Rodríguez. Salvador María del Carril. La Republica Argentina, sucesora de España, le corresponde lo que era de aquella y tomaba las medidas necesarias para cuidar de sus posesiones. Hasta entonces Gran Bretaña había guardado un permanente silencio respecto de las Malvinas. En el año 1825 había concertado con el nuevo Estado un tratado de Amistad, Comercio y Navegación sin reservas en cuanto a las islas. Sin embargo el citado decreto dio lugar a objeciones por parte del Encargado de Negocios Británico en Buenos Aires, señor Parish. Cabe preguntarse qué es lo que había motivado esa nueva actitud británica. La respuesta se encuentra en el Sea Power. Poder marítimo. Dice Bonifacio del Carril en la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1965 En agosto de 1829 el Foreing Oficce dirigió una nota oficial al Encargado de negocios en Buenos Aires, en la que decía entre otras cosas que dándose cuenta de la importancia creciente de las islas Malvinas para con sus relaciones con los diversos estados sudamericanos y de su extenso comercio en el océano pacífico el gobierno del Reino Unido estimaba altamente deseable la posesión de algún punto seguro donde sus buques pudieran abastecerse y si era necesario carenarse y en la posibilidad de que el Reino Unido se hallara empeñado en una guerra en el Hemisferio Occidental tal estación sería casi indispensable para poder proseguirla con éxito Las Malvinas constituían un punto estratégico. Servirían además de base de aprovisionamiento para los barcos provenientes de Australia y el Pacífico Meridional. Tenían además ricos recursos pesqueros. Todo ello motivó el cambio de actitud. Para dar cumplimiento al decreto mencionado del 10 de junio de 1829, el gobierno Argentino designó a Luis Vernet, fuerte comerciante que años anteriores había iniciado sus actividades en las Islas. Este funcionario trabajó intensamente y a fin de obtener rendimiento económico aconsejó al gobierno aplicar la ley de pesca. En su cumplimiento Vernet apresó algunos balleneros de bandera norteamericana reteniéndolos como garantía de los derechos. Enterado el cónsul nortemericano en Buenos Aires Jorge Slacum a cargo interinamente de la legación, reclamó al gobierno. Pero sin esperar resultados mandó a la corbeta de guerra Lexington a rescatar las presas y someter a los piratas o sea a las autoridades argentinas. La Lexington disimulándose con pabellón francés entró en Puerto Soledad el 28 de diciembre: se apoderó del comandante delegado Brisbane, ya que Vernet se encontraba en Buenos Aires, secuestró a los colonos que no consiguieron escapar, clavó la artillería, quemó la pólvora, destruyó las pocas armas, saqueó las propiedades y destruyó las casas. Los colonos fueron llevados a Buenos Aires y los balleneros norteamericanos pudieron pescar en libertad... La despoblación forzada de Puerto Soledad por el atropello de la Lexington y la salvaguardia que hacía el gobierno norteamericano -pese a la doctrina Monroe- de los derechos ingleses para no indemnizar por el atropello, movieron al almirantazgo británico a apoderarse nuevamente de Puerto Edgmond. No parecía interesarles todo el archipiélago, sino una base para reparo de sus buques. El 29 de noviembre de 1832 el capitán Onslaw de la nave Clío levó anclas en Río de Janeiro y llegó a la desolada bahía de Edgmond, abandonada desde el Siglo XVIII, donde levantó un mástil con la bandera inglesa. Después y sin instrucciones, se presentó el día 2 de enero ante Pinedo encargado de la defensa de las Isla, intimándole el reconocimiento de la soberanía inglesa aduciendo falsamente haberse convenido así con el gobierno argentino. Pinedo sin fuerzas para resistir, se limitó a poner en su mástil en tierra la bandera argentina. Al día siguiente, el 3 de enero de 1833, los ingleses desembarcaron, arriaron la bandera argentina e izaron la inglesa. En 1833 las Islas Malvinas, siendo parte del territorio de la República Argentina, gobernadas por autoridades argentinas y habitadas por pobladores argentinos, fueron usurpadas y sus autoridades y pobladores fueron desalojados por fuerzas británicas, no permitiéndose su permanencia ni retorno al territorio. Por el contrario, fueron suplantados, durante estos años de usurpación, por una administración colonial y una población de origen británico. La Constitución Nacional Argentina dispone que la recuperación del ejercicio pleno de la soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, respetando el modo de vida de sus habitantes, y conforme a los principios del derecho internacional, constituye un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino. Este gobierno corrupto, que habla de dictadura, y que quienes fueron a Malvinas SON VICTIMAS DE LA DICTADURA MILITAR, ¡PORQUE NO LEEN BIEN LOS PARRAFOS DE LA CONSTITUCION NACIONAL! “MALVINAS DEBE SER UN OBJETIVO NACIONAL DE TODOS LOS ARGENTINOS Y CON DIÁLOGO, DIPLOMACIA Y PAZ DEBEMOS RECUPERARLAS PARA LA PATRIA. Pero diálogo, diplomacia y paz no significa vivir con la cabeza gacha; diálogo, diplomacia y paz significa tener una diplomacia donde defendamos con altura y dignidad los derechos que son nuestros sobre las Islas Malvinas “ La comunidad internacional, y regional a través de la Asamblea General de Estados Americanos que ha producido Resoluciones y Declaraciones relativas a la Cuestión Malvinas, se ha pronunciado reiteradamente instando a la República Argentina y al Reino Unido a reanudar sin demora las negociaciones acerca de la soberanía de las islas. El Reino Unido, sin embargo, ha desoído los sucesivos llamamientos de los foros internacionales, obstaculizando con su negativa el proceso de descolonización de las islas y perpetuando esta situación de anacronismo colonial. Esta falta de progresos tan prolongada debe ser motivo de preocupación de la Organización de los Estados Americanos. Desde 1990 se acordó con el Reino Unido una serie de entendimientos ad-hoc de naturaleza provisoria con relación al área de la disputa y con la intención de crear, mediante la cooperación, el clima propicio para la reanudación de las negociaciones de soberanía. Esos entendimientos han tenido su razón de ser en la existencia de la controversia y la necesidad de considerar aspectos prácticos que derivan de la misma y por tal motivo fue acordado y han sido ejecutados bajo fórmula de salvaguardia de soberanía. Es por esta razón que los mismos no pueden ser comprendidos como la aceptación de una situación de hecho ilegítima o como un reemplazo de la solución definitiva de la disputa. La Asamblea General de Naciones Unidas ha resuelto que, mientras transcurre el proceso del cual debieran desarrollarse negociaciones tendientes a la resolución definitiva de la disputa, no deben producirse actos unilaterales que introduzcan modificaciones en la situación de las Islas. Sin embargo, el Reino Unido no ha cesado de ejecutar actos unilaterales que introducen modificaciones en la situación de las islas, contradiciendo tanto la Resolución 31/49 del 1° de diciembre de 1976 como los entendimientos provisorios mencionados y el mandato de la comunidad internacional. Esos actos unilaterales británicos se refieren, entre otros, a la realización de actividades de prospección sísmica de hidrocarburos y adjudicación de licencias para la exploración y explotación de minerales y actividades conexas de prospección Aero magnética; la continuada presencia y jerarquización de la base militar británica en las Islas Malvinas, cuya capacidad operativa va más allá del área disputada; y los intentos de lograr una presencia de las islas y de sus ilegítimos representantes en organismos y eventos internacionales, como así también las gestiones para la extensión de convenciones internacionales al área disputada. “Nuestra ciudadanía, nuestro pueblo tiene el común empeño de rescatar la soberanía de nuestras islas. Por eso hoy una vez más reiteramos nuestra voluntad de reanudar el diálogo con el Reino Unido. Será un diálogo entre democracias destinadas a encarar y a resolver una controversia que está afectando nuestras relaciones. Estos 31 años sirvieron para reflexionar y hacer un repaso de lo vivido. La recuperación pacífica del ejercicio pleno de la soberanía es un objetivo nacional.
Posted on: Wed, 16 Oct 2013 09:48:22 +0000

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