Un buen día visito Dios un desierto y plantó ahí una arbolito frutal, con el tiempo este creció y comenzó a dar sus frutos. Llamó a uno de sus profetas de un pueblo cercano y le dijo: Dale una fruta a cada habitante del pueblo, pero solo deben comer una al día. El Profeta fue e hizo lo que le habían mandado. Con el paso del tiempo, se creó un bosque de ese árbol y la fruta que no se consumía se perdía en el suelo. Los vecinos de otro lugares admiraban las abundante producción que estos daban. Por generaciones obedecieron la palabra del profeta dada a sus ancestros y todos seguían comiendo una fruta al día. Dios al ver esto, llamo de nuevo a otro profeta y de dijo: Dile a tu pueblo que puede comer lo que quiera de esa fruta y pueden compartir con los pueblos vecinos de esa bendición que yo he dado. Al llegar al pueblo y dar la noticia, el profeta fue humillado, calumniado y por ultimo fue muerto a pedradas acusado de ser falso por los viejos del pueblo. Los jóvenes al ver esa injusticia, decidieron mudarse del lugar y fundar otro pueblo donde si comían toda la fruta que apetecían y compartían con pueblos vecinos. En el anterior pueblo solo fueron quedando, las personas ancianas que seguían comiendo una fruta al día y obedecían el antiguo mandato, condenados a desparecer por ya no haber jóvenes en el sitio. Así pasa en muchas ocasiones con personas que se aferran a ideas y se creen dueñas de la verdad y no cambian ni costumbres, ni ideas. El mundo se transforma y no se transforman con él.
Posted on: Fri, 21 Jun 2013 17:57:08 +0000
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