Un día estaba Doña Belleza sentada en su trono real esperando que llegara el hombre de sus sueños, el príncipe ideal. Llegó hasta ella un labrador vestido con sus ropas de campo y le habló de su hermosura y también de su amor. Más ésta desdeñosa le dijo que se fuera que esperaba un gran Señor. El cabizbajo y a paso lento se retiró del salón. Otro día llego un herrero y elogió su beldad y también le declaró su amor. Pero ésta de forma destemplada le dijo que se fuera que esperaba un gran Señor. Y este alicaído y apesadumbrado se fue del salón. En días subsiguientes pasaron un soldado, un músico y un actor. A todos le dijo lo mismo, que esperaba un gran Señor. Todos entristecidos y desilusionados se iban del salón. Nadie cumplía sus expectativas, aún cuando fueran buenas personas, porque esperaba un gran Señor. Así pasaron los años sin que llegara el gran Señor y llegaron las Señoritas Arrugas a hacerle permanente compañía. Un día estando ya Doña Belleza, por el paso del tiempo, convertida en Doña Señora Mayor acurrucada y doblada en su desvencijado trono real, llegó todo un caballero a visitarla. Esta animada se incorporó con ilusión porque frente a ella estaba un gran Señor. Intrigada le pregunto porque no la había visitado antes. Este tomándose su tiempo la miró y le contestó: He venido muchas veces pero usted me desdeñó porque nunca reconoció en mi un gran señor y siempre me pedía que me retirara del salón, nunca me descubrí ante usted porque sólo quería darle mi amor si en algún momento me hubiese mostrado belleza interior. La miró con mucha pena y dando media vuelta se fue el caballero, se fue un gran Señor. Por: Socorro Cintrón Serrano
Posted on: Wed, 06 Nov 2013 05:47:25 +0000
Trending Topics
Recently Viewed Topics
© 2015