Un día fui y me jubilé. Bueno, en realidad no fui, lo que - TopicsExpress



          

Un día fui y me jubilé. Bueno, en realidad no fui, lo que pasó es que me alcanzó la edad jubilatoria (y eso que corrí lo más rápido que pude, pero no hay caso cuando llega…… llega). Ante el hecho inamovible, quedé en las manos del ANSES. No puedo expresar el ataque de pánico del que fui presa. Aquellos que orillaron la edad jubilatoria en mi época (que tampoco es tan lejana, estamos hablando del 2008) recordábamos claramente los años 70, plena dictadura en la cual no existía un valor agregado menos valioso que ser jubilado, los 80 con la híper-inflación y haberes jubilatorios tan minúsculos que no había un hijo (de los bondadosos y pudientes) que no ayudara a sus padres viejitos y pobretes, y ni hablar de los 90 cuando en todos los noticieros aparecían filmadas las interminables colas de jubilados esperando cobrar su paupérrima jubilación (en general bajo la lluvia… parecía que nunca iba a haber una sequía). Me imaginaba a mí misma haciendo esas colas, cobrando la décima parte de mis haberes laborables, y después de 42 años de aportes (comencé a trabajar muuuuy jovencita) recorriendo los supermercados para localizar dónde estaba más barato el papel higiénico (tal como recordaba haber visto a mis mayores). Oh sorpresa! Inicié el trámite en marzo del 2008 y me comunicaron que en mayo cobraría…. Por supuesto no les creí, pero por las dudas averigüé y efectivamente mis haberes fueron depositados en el banco elegido por mí. Segunda sorpresa podía cobrar por red bancaria, nada de colas bajo la lluvia … con una simple tarjeta de plástico podía retirar cuanto quisiera (por supuesto dentro del haber percibido, tampoco la pavada) . Reconozco que los 42 años que trabajé lo hice en el mismo lugar, lo cual facilitó el trámite (esto lo aclaro porque sé de personas que han cambiado de dependencia, provincia a nación o viceversa y el trámite se alargó considerablemente). Y como si lo anterior fuera poco en septiembre me aumentaron, cosa que se repitió (y sigue sucediendo) cada 6 meses, logrando que mi poder adquisitivo se mantenga sin variantes. Con todo lo que les he contado ya se imaginan que el ANSES se había convertido en mi amigo, encima de todo esto los empleados son amables y serviciales, pensar que yo esperaba que dada mi nueva condición de jubilada me iban a menospreciar a darme el trato que se le da a un trapo usado y me encontré con buenas maneras y respeto. En fin, que ya vivía feliz…. Usando todos los beneficios : descuentos en el cine, en algunos restaurantes, en las entradas a parques nacionales, etc. Me acostumbré a usar mi carnet y a preguntar “tienen descuento para jubilados?” Pero me encontré con una nueva sorpresa. El PAMI, que nunca había pensado en usar ya que mantengo mi obra social voluntaria, me ofrecía descuentos importantes en medicamentos (que reconozcamos después de cumplir los 60 años todos necesitamos). Comencé a usarlo, sobre todo porque, ya que es una obra social comunitaria, los descuentos dependen de los haberes y en mi caso se trataba (por suerte) de importantes descuentos. Antes de seguir con mi historia quiero aclarar que estoy totalmente de acuerdo con esta modalidad ya que los cuidados médicos son imprescindibles para todo aquel que los necesite, en ese aspecto estoy de acuerdo con el actual presidente de USA. Hasta acá todo bien, pero me faltaba la última grata sorpresa. Hace ya un año, y después de varios tratamientos fallidos, mi médico especialista me informó que mi organismo no respondía como él había esperado y que debía inyectarme un nuevo medicamento que solucionaría el grave problema de osteoporosis del que adolecía. El inconveniente era que debía seguirlo durante 18 meses y que el costo (que mi obra social voluntaria no cubría) era de 1000 u$a por cada 28 dosis diarias. Está todo ok, tengo una jubilación adecuada pero…. jamás podría pagar ese monto y además vivir, así que le expliqué a mi médico que esperaría a quebrarme toda y listo el pollo, tampoco hacerse problemas antes de lo necesario (a esta altura de la vida ya he aprendido que es al cohete sufrir antes de tiempo). Mi médico me explicó que el PAMI podría ayudarme, y me sugirió que lo averiguara. Después de un trámite bastante largo (del tipo de plantar un arbolito) que me llevó más de 3 meses ………….. PAMI me informó que se haría cargo de la totalidad del tratamiento, así que sigo andando por la vida sin el riesgo de quebrarme toda ya que cada 28 días me autorizan la orden para obtener mi medicina sin costo alguno. Antes de terminar éste párrafo quiero aclarar que el trámite para obtener la aprobación del PAMI me parece absolutamente lógico ya que resulta ser la única manera de evitar el abuso de las facilidades que nos brinda esta obra social. He tenido la ocasión de conocer personas con problemas de salud mucho peores que los míos que requerían medicamentos mucho más caros, y que han tenido que realizar este tipo de trámites, algunos se sentían agradecidos de no tener que vender lo que no tenían para poder tratarse, otros se quejaban por tener que presentar informes, estudios que requieren turnos etc. Creo que debemos ser agradecidos por el presente y memoriosos de la no atención que sufrieron los jubilados en el pasado. Con ésta va mi agradecimiento a todos aquellos que me atendieron desde un consultorio, desde un escritorio o desde una ventanilla, y que siempre lo hicieron con ánimo y buen humor. Y permítanme terminar con un consejo para los más jóvenes: “todo llega…. hasta la jubilación”.
Posted on: Thu, 17 Oct 2013 23:08:48 +0000

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