Un día va a cenar a casa del narrador su amigo el banquero, un - TopicsExpress



          

Un día va a cenar a casa del narrador su amigo el banquero, un gran comerciante y “acaparador” insaciable. Como la plática estaba más aburrida que una ostra, él le pregunta: - Por cierto, el otro día me dijeron que hace años fuiste anarquista… -Pues sí, lo fui. Y lo soy. No he cambiado al respecto. Soy anarquista. -¡Vamos! ¡Tú, anarquista! ¿En qué…? A menos que des al término un sentido distinto… -¿… del corriente? No. No lo doy. La empleo en el sentido vulgar. -¿Quieres decir, entonces, que eres anarquista exactamente en el mismo sentido en que lo son esos tipos de las organizaciones obreras? ¿Que entre tú y los de la bomba y los sindicatos no hay ninguna diferencia? -Diferencia, lo que se dice diferencia, sí la hay… Evidentemente, hay diferencia. Pero no la que tú crees. De lo que dudas, tal vez, es de que mis teorías sociales sean iguales a las suyas… -¡Ah, entiendo! En la teoría eres anarquista; en la práctica… -En la práctica soy tan anarquista como en teoría. Y en la práctica lo soy más, mucho más, que los tipos que has citado. Toda mi vida lo demuestra. -¿Eh? Para este punto ustedes se habrán quedado con la misma cara de “what” que el narrador. En el cuento el banquero le explica a su amigo que de joven él estuvo en grupos anarquistas pero por más esfuerzos que hacían, no se liberaban de las “ficciones sociales”. Es más, si él se volvía un líder anarquista estaría creando “tiranía” entre sí, oprimiendo a aquellos que lo seguían, con lo cuál no serían enteramente libres y no serían anarquistas, más que en el sentido téorico (¿recuerdan que él decía que lo era en el sentido práctico?). Entonces encontró una salida: La única forma de que el anarquismo triunfara, es que cada uno trabajara para el mismo fin, pero de manera separada. Si cada uno trabajaba por su libertad triunfarían sin sucumbir a nuevas “ficciones sociales”. El banquero (que entonces no lo era) fue a exponer su descubrimiento a sus camaradas… quienes lo mandaron por un tubo. Todos protestaron y respondieron como “los ministros en las cámaras cuando no tienen una respuesta”. Para él se desenmascararon porque querían ser anarquistas a costa de los demás y no de su propio esfuerzo. Estaba tan frustrado que quería dejar de ser anarquista, pero decidió que si ellos no querían serlo, él lo haría por su cuenta, liberándose de las ficciones sociales y decidió empezar por la que consideraba la mayor: -Intenté ver cuál era la primera, la más importante, de las ficciones sociales. [...]. La más importante, en nuestra época por lo menos, es el dinero. ¿Cómo sojuzgar el dinero? O, con mayor precisión: ¿cómo sojuzgar la fuerza y tiranía del dinero? Liberándome de su influencia, de su fuerza, que es superior a su influencia, reduciéndolo a la inactividad en lo que a mí respecta. En lo que a mí respecta, ¿entiendes?, por ser yo quien lo combatía; [...] »¿Cómo podía superar en mí la fuerza del dinero? El procedimiento más sencillo hubiera sido alejarme de la esfera de su influencia, apartarme de la civilización: irme al campo a comer raíces, beber agua de los manantiales, andar desnudo y vivir como un animal. Pero todo eso, aunque lograse vencer la dificultad de hacerlo, no hubiera sido combatir una ficción social: no era siquiera combatir, sino huir. Cierto es que quien rehuye el combate no es derrotado en el campo de batalla; pierde sin haberse batido. El procedimiento debía ser otro; tenía que ser un procedimiento de combate y no de fuga. ¿Cómo sojuzgar al dinero luchando con él? ¿Cómo sustraerme a su influencia y tiranía sin eludir el encuentro? Procedimiento no había más que uno: adquirirlo, adquirirlo en cantidad suficiente para no sentir su influencia; y en cuanta mayor cantidad lo adquiriese, tanto más libre me hallaría de sentirla. Fue al ver así las cosas, al verlas claramente con toda la intensidad de mi convicción anarquista y toda la lógica de un hombre inteligente, cuando entré en la fase actual la comercial y bancaria, amigo mío de mi anarquismo. La discusión sigue en el cuento y es muy intersante cómo el amigo al final le da la razón ( o una carcajada y el avión, pero con una nueva perspectiva), pero creo que es real: la única manera de restarle importancia al tema del dinero – para poder concentrarnos en nuestras verdaderas prioridades, para ser libres- es atendiéndolo, poniéndolo en orden y que nunca sea un obstáculo para nuestras metas y lo que realmente deseamos hacer. Esto me parece tan cierto para una persona, como para un país. ¿Qué les pareció? ¿También se volverán banqueros anarquistas? Comentario cómico-mágico-musical: como sabrán, una extensa parte de las obras de Pessoa salieron a la luz después de su muerte (¡Con tanto seudónimo y alter ego!), pero curiosamente El Banquero anarquista es uno de los pocos textos que él mismo publicó, en teoría, incluso fue el primero, pero eso está por confirmarse, ahí les cuento qué descubro.
Posted on: Fri, 25 Oct 2013 08:08:16 +0000

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