Una tarde, un hombre mayor de aspecto verdaderamente horrible - TopicsExpress



          

Una tarde, un hombre mayor de aspecto verdaderamente horrible llegó a la puerta y preguntó si había algún lugar para que él pasara la noche. Estaba encorvado y arrugado, y su rostro, más grande de un lado a causa de una inflamación, estaba rojizo y sin piel. Dijo que había estado buscando un cuarto desde el mediodía, aunque sin éxito. “Supongo que es por mi rostro”, dijo. “Sé que se ve terrible, pero mi doctor dice que es posible que mejore después de más tratamientos”. El hombre indicó que estaba dispuesto a dormir en la mecedora del porche. Al conversar con él, Mary comprendió que el pequeño anciano tenía un corazón enorme atrapado dentro de ese diminuto cuerpo. Aunque los cuartos estaban ocupados, le dijo que aguardara en la mecedora, y que ella le hallaría un lugar donde dormir. A la hora de acostarse, el esposo de Mary colocó un catre de campaña para el hombre. Cuando Mary fue a ver por la mañana, la ropa de cama estaba cuidadosamente doblada y él estaba fuera, en el porche. Declinó el desayuno, pero antes de partir para tomar el autobús preguntó si podía regresar la próxima vez que recibiera tratamiento. “No le molestaré en lo más mínimo”, prometió. “Puedo dormir bien en una silla”. Mary le aseguró que estaba invitado a venir otra vez. Durante los varios años que viajó para recibir tratamiento y se quedó en casa de Mary, el anciano, que era pescador de profesión, llevaba siempre mariscos o verduras de su jardín como presentes. Otras veces enviaba encomiendas por correo. Cuando Mary recibía estos considerados presentes, a menudo pensaba en un comentario que su vecina de al lado le había hecho después de que el desfigurado y encorvado anciano se había retirado de su hogar esa primera mañana. “¿Anoche le diste lugar a ese hombre de aspecto tan feo? Yo le dije que se fuera. Uno puede perder clientes con esa clase de personas”. Mary sabía que quizás ellos habían perdido clientes una o dos veces, pero pensó: “Oh, si tan sólo pudieran haberle conocido, quizás sus enfermedades habrían sido más fáciles de sobrellevar”. Después de que el hombre falleció, Mary visitó a una amiga que tenía un invernadero. Al observar las flores de su amiga, notó un hermoso crisantemo dorado, pero la desconcertó el que éste estuviera plantado en un viejo cubo abollado y oxidado. Su amiga explicó: “Me quedé sin macetas y, sabiendo cuán bella sería, pensé que no le importaría comenzar en este viejo balde. Es sólo por un corto tiempo, hasta que pueda colocarla fuera, en el jardín”. Mary sonrió al imaginar la misma escena en el cielo. “Aquí tenemos a alguien especialmente hermoso”, pudo haber dicho Dios cuando llegó al alma del pequeño anciano. “No le importará comenzar en este cuerpo pequeño y deforme”. Pero eso fue hace mucho, y en el jardín de Dios, ¡cuán alta ha de ser este alma adorable
Posted on: Tue, 03 Dec 2013 04:29:13 +0000

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