VERICHIP No sólo abre puertas: puede ser rastreado con exactitud en caso de un secuestro, o reemplazar al dinero y las tarjetas de crédito para obtener un rico trago largo a la hora del relax. También puede evitar que un arma de fuego, si cae en manos ajenas, pueda ser disparada. O convertirse en el documento de identidad del futuro, que contendrá los datos personales y hasta la historia clínica del portador. El microchip tiene el tamaño de un grano de arroz y se implanta bajo la piel en la zona del brazo. Cada mini dispositivo –mide 12 mm por 2 mm- está encapsulado en cristal y tiene un número único de identificación de 16 caracteres que se conecta con una base de datos. Su valor en el mercado es de 200 dólares, y sus usos se extienden según las necesidades del planeta siglo XXI. México, es el primer país de América Latina donde se aplica esta tecnología promocionada como la gran solución para sitios con altos niveles de inseguridad. El microchip de identificación personal que contiene los datos personales del usuario, es inyectado por un médico entre el hombro y el codo con una jeringa que se utiliza por única vez y después se descarta. La señal de radiofrecuencia se activa mediante un lector externo, y la antena del chip comienza a emitir su señal que puede ser rastreada en forma satelital. También puede ser usado para abrir puertas secretas. El fiscal general mexicano, Rafael Macedo de la Concha, tiene implantado un microchip que permite saber dónde está todo el tiempo mediante el rastreador satelital. Varias veces fue amenazado por bandas de narcotraficantes: en México hay más de 3.000 secuestros por año. Otra de las aplicaciones del diminuto dispositivo que porta el funcionario es permitirle el ingreso a los sitios de alta seguridad de la Procuraduría General, donde se guarda información sensible sobre los delitos más resonantes. El funcionario no es el único que lleva un microchip en su cuerpo. En la fiscalía mexicana, 160 de sus empleados también llevan consigo la nueva llave tecnológica. Según los expertos, el microchip, tiene varias ventajas sobre otros sistemas como el lector de huellas digitales o las tarjetas magnéticas de entrada y salida. Sirve para identificar al portador, no se puede falsificar y es inviolable. La medida puede resultar extrema, pero una vez terminado el trabajo, el pequeñísimo aparatito se puede desactivar bajo la piel o extinguir. Muy diferente es el caso de la discoteca Baja Beach Club de Barcelona, donde el microchip es sinónimo de snobismo. En el exclusivo lugar, el chip se usa como un sistema de identificación personal reservado sólo para clientes VIP. Los elegidos no tienen necesidad de llevar su billetera, sólo se acercan a la barra, piden un trago largo o un whisky y un lector digital les indica cuánto dinero de crédito les queda disponible. “La llave dorada” –así llaman al chip- también les permite abrir su mueble-bar privado, donde el cliente guarda sus propias botellas. Ir a la disco en traje de baño, sin necesidad de llevar efectivo o tarjeta de crédito es como un sueño hecho realidad. “Sí, conozco a mucha gente con ganas de implantárselo. Actualmente, casi todo el mundo lleva piercings, tatuajes o siliconas”, asegura Conrad Chase, el director del Baja Beach Club, donde ponerse el microchip cuesta 135 euros. Durante la gran fiesta lanzamiento, un equipo de médicos llegó hasta la discoteca catalana para implantar los chips en forma gratuita entre los invitados especiales y famosos presentes. Si alguien después se arrepiente, “es tan sencillo como sacarse una astilla”, concluye Chase. En España, la mayoría de perros y gatos llevan su chip con los datos de su dueño desde hace años. Al llegar a la veterinaria para atender a las mascotas o en caso de que el animal se pierda, saben dónde devolverlo. Tal vez, por éste precedente, los detractores del invento, lo comparan con la marca de la bestia (666) o con profecías bíblicas apocalípticas. Dicen que su utilización en humanos coarta los derechos y la libertad individual. No lo ven como un avance, sino como una verdadera amenaza. Mientras, en los Estados Unidos, la empresa Wherify promociona el chip rastreador de chicos. En este caso el dispositivo es externo y se presenta como un colorido reloj pulsera infantil que permite a los padres saber donde están sus hijos a través de Internet. Pero las aplicaciones aún pueden ir más allá. Ya está en desarrollo la implantación del dispositivo a integrantes de fuerzas de seguridad que porten armas de fuego. Si, la pistola llega a caer en manos de un delincuente no se dispara porque no reconoce al usuario original y se vuelve inútil. En todos los casos, el microchip una vez puesto en el cuerpo es practicamente indetectable e indestructible. El mini dispositivo tecnológico se encuentra en una cápsula de cristal especial bio-químicamente inerte, sellado herméticamente y cubierto por una capa de polipropileno poroso que hace que se adhiera al tejido sin moverse y sin generar reacciones secundarias. La empresa Solusat, que representa a Applied Digital Solutions, una compañìa americana con base en Carolina del Sur, piensa lanzar en breve “PLD”, un dispositivo de localización implantable en personas a nivel mundial y para usos tan cotidianos, como poder abrir la puerta de casa o del garage para guardar el auto. El mercado potencial puede llegar a reportarles, según calculan, nada menos que 30 mil millones de dólares.
Posted on: Sat, 10 Aug 2013 15:38:05 +0000
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