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Vestigios de la guerra fría Por: Eduardo David Ardón La “guerra fría” termino, el bloque socialista se derrumbo, por lo tanto, el capitalismo triunfo. Pero en la actualidad, en algunas regiones del mundo, todavía quedan algunos vestigios por la forma fascista en que actúa el gobierno de los Estados Unidos y gobiernos títeres de algunos países de America Latina. Es útil para los jóvenes saber que la “guerra fría” fue la relación de confrontación ideológica, política, económica y comercial entre los dos sistemas sociales diametralmente opuestos sin recurrir a las guerras propiamente dichas que hubieran llevado al exterminio de la humanidad. Mientras solo existía el sistema capitalista no se podía hablar de “guerra fría”. A la política del gran garrote durante la cual los gobiernos norteamericanos hacían lo que querían en el mundo, le siguió la “guerra fría” en la que existe un límite y un equilibrio de las dos potencias mundiales en la tesis de evitar una conflagración mundial. Militarmente era la oposición entre la OTAN y el pacto de Varsovia, en otras palabras, entre Estados Unidos y sus aliados europeos y la Unión Soviética. A pesar de ello, aquí en Latinoamérica, el imperialismo norteamericano ha actuado agresiva y hostilmente al grado de producirse la crisis de los misiles en 1960 en la que estuvo en peligro la paz mundial si no se hubiera producido el retiro de estas armas potentes de la isla por parte del gobierno soviético de ese entonces. El fin de la “guerra fría” surtió un efecto positivo en las tendencias ideológicas mundiales. Si antes la rivalidad era entre Estados Unidos y la URSS y entre las economías centralizadas y las de libre mercado, hoy, por la competencia económica, Estados Unidos, Japón y una Europa dominada por Alemania han sustituido el enfrentamiento militar e ideológico por el comercial. Hasta ahora, los distintos contrastes que separan a las potencias del mundo avanzado no se han traducido en enfrentamientos ideológicos que oponga a los tres bloques como enemigos jurados. Pero existen elementos para creer que una vez que termino una época de contradicciones insolubles, seguirá como en el pasado una nueva con diferentes rivalidades. En ninguna parte, el resquebrajamiento del socialismo y la guerra fría, fue tan claro y contundente como en America Latina. Jamás antes la democracia representativa, la economía de libre mercado y el sentimiento pro-norteamericano habían tenido tanta beligerancia en una región donde antes, hombres y mujeres, depositaron su fe revolucionaria en otro ideario a partir de otra victoria: La Revolución Cubana. Hoy, los países de esta región, tienen algunos gobiernos conservadores y fanáticos de Estados Unidos, casi todos llevados al poder por la vía del voto. Aunque en el sur han surgido regímenes progresistas y antiimperialistas como Venezuela, Bolivia, Ecuador, Uruguay, Brasil y Chile. En la década perdida, el arrojo estadounidense de combatir a una izquierda activa, influyente y amenazante, culmino con un éxito indiscutible para la derecha, pues la izquierda fue derrotada sin cuartel y clemencia. De este hecho surge la pregunta si en la America Latina de la post-guerra fría, la izquierda carece de peso y solidez; si esto fuera así, ¿para qué perder el tiempo en ella y dedicarle mucha atención? Y por otra parte, ¿a qué se debe que una corriente de pensamiento y acción política siempre sometida a la represión y a la división y que ha gobernado tan pocas veces y por tan poco tiempo, provoque reacciones de peligro y odio de tal intensidad en los Estados Unidos y evoque sensaciones de simpatía e interés tan difundidas en el resto del mundo? Creo que vale la pena ocuparse de la izquierda en America Latina porque el fin de la guerra fría y la caída del socialismo no han erradicado las causas de su irrupción en el escenario político y social. Actualmente la pobreza, la injusticia, las abismales disparidades sociales arquetípicas, así como la violencia cotidiana y abrumadora, se erigen de nuevo en realidades insoslayables de la región. Pero la izquierda cuenta, porque a lo largo de los últimos años, se ha caracterizado por su constancia y ha estado en todas partes, todo el tiempo. En sus distintas vertientes ideológicas y políticas, la izquierda comunista y populista, la reformista y Castrista, la civil y la político-militar, así como en sus diferentes expresiones sociales intelectual o de movimientos populares, ha ocupado un sitio prominente en el firmamento político de America Latina. Si bien es cierto, solo en contadas ocasiones ha accedido al poder y difícilmente ha podido conservarlo o hacer mucho con él, la izquierda en Latinoamérica ha ejercido una influencia decisiva en la conformación de la realidad actual del continente. Con la excepción de Cuba Venezuel y Nicaragua, la izquierda ha fracasado de manera sistemática en sus empeños por hacer la revolución y cambiar el mundo. Pero desde fuera del poder, se ha convertido en uno de los elementos más influyentes en la evolución política de la región, sacando adelante un esfuerzo que jamás se propuso: mediante su lucha y presión, volverse un factor de poder decisivo, a veces para mal, pero casi siempre para bien. Si algunos gobiernos contemporáneos ponen en práctica políticas neoliberales más sensibles y menos dogmaticas que otros y por lo menos simulan combatir la pobreza, ello también en parte es atribuible a la izquierda. Si en las urbes como Caracas, Sao Paulo, Lima, Montevideo y México, surgieron movimientos sociales que eligieron autoridades municipales de izquierda, se debió a que millones de latinoamericanos siguieron creyendo que la diferencia importa. Pero cuando los pueblos apuestan por gobiernos revolucionarios, la derecha pone “las bardas en remojo” y entra en acción con todos sus medios. Un ejemplo claro en la actualidad, es el de Honduras, cuyo gobierno democrático dirigido por Mel Zelaya, fue víctima de un golpe por empresarios, militares y políticos del mismo partido en el poder, por el terror que les produjo las medidas progresistas y revolucionarias puestas en práctica por este mandatario. Los empresarios y la derecha recalcitrante hondureña, consideraron que actuar contra las transnacionales de los combustibles, establecer una constituyente para cambiar la ley fundamental, tener vínculos comerciales con Petrocaribe y ser amigo de Hugo Chávez, eran medidas comunistas. Los tratados de Libre Comercio dominan los mercados internacionales, pero surgen regímenes como el de Nicolas Maduro que suscita temores en el norte brutal que nos desprecia, pero nos considera su patio trasero. En todo caso, la lucha contra las revoluciones sigue en el orden del día de los pueblos del continente. e-mail: eduardodavidardon@hotmail
Posted on: Thu, 20 Jun 2013 13:37:49 +0000

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