Vivir en un termo… ¿es sano para la democracia? La democracia, - TopicsExpress



          

Vivir en un termo… ¿es sano para la democracia? La democracia, los gobiernos (todos) y la ciudadanía han fallado. Y no hay excusas. Todas las consultoras coinciden en esto. Entre el 40 y 60% de los argentinos no conocen a su clase política. De hecho, ni siquiera conocen a los candidatos de sus provincias y muchas veces ni siquiera de sus municipios. Y esto, no solo es un fracaso ciudadano. Es un fracaso político y termina explicando la cultura autoritaria que hizo pie en un porcentaje abrumador de nuestra sociedad. Las excusas sobrarán, pero la realidad es que la pasividad más absoluta ante la construcción ajena de su propio futuro es una cultura autoritaria por espejo. ¿Por qué? En realidad es muy simple. Quien nada hace para construir su propio futuro es porque prefiere que se lo construya otro. Siempre será así más fácil poder no asumir los errores, porque quien nada hace nada se equivoca. En contrario, bien o mal, con aciertos o con errores, quienes siquiera tratan de decidir, informándose, hablando, dialogando y hasta discutiendo, tienen más derecho moral que quienes han optado por la pasividad que suele ser la antesala para el culto y el aprovechamiento de los autoritarios, de cualquier signo que sean. Y entiéndase bien, nadie está pidiendo que la ciudadanía sea consumidora masiva de los programas políticos o siquiera de los noticieros, pero en esta feria de autismo social y político, dibujado en la apelación a la desesperanza, la mitad de los argentinos lee la parte de deportes de los diarios, solo escucha música en la radio y ve la tele solo con aquello que lo distrae. Pero eso si, las excusas están a flor de piel y muy bien aprendidas con frases como… “No le creo a ninguno”. Claro que obvia que ni siquiera podría nombrar los candidatos y muchos menos saber a que partido pertenecen. “Bastantes problemas tengo como para perder tiempo con estos tipos”. Claro que obvia que en realidad gran parte de los problemas que se tienen son derivados del desentendimiento más absoluto sobre el conocimiento de las personas que lo dirigen y cuyas decisiones lo afectan. Espero que nadie se sienta afectado por estas palabras. Pero es necesario siquiera un mínimo de esfuerzo conciente por conocer lo más básico sobre aquellos que decidirán su destino, no el de ellos, el suyo. Ni siquiera hablo de militancia. Simplemente me refiero a no estar ausente del propio país, la propia provincia, el propio municipio. Si el voto no fuese obligatorio y los votantes tuviesen que inscribirse, habría una decisión conciente y activa de participación y, claramente, el voto sería el producto de una decisión pensada y madurada. Pero, en nuestro país, el voto es obligatorio. Y, por ende, millones de argentinos van a votar como si les importara en algo el resultado, sin tener la más pálida idea, votando a algún candidato porque la publicidad le gustó, incluso llegando a decir… “yo vengo de una familia peronista / radical / conservadora / socialista / liberal / comunista, etc.”, como si hubiese un mandato genético hereditario. Como si fuera lo mismo Menem que Kirchner o Alfonsín que De la Rúa. Mientras tanto, otros millones de argentinos ya ni siquiera van a votar porque la obligatoriedad es una falacia sepultada por la inexistencia de condena. Una locura que todos sabemos que sucede y que debe corregirse desde la responsabilidad ciudadana y desde la conducción del Estado y de la Política en general. No hacerlo tendrá, más temprano o más tarde, un costo enorme. De hecho, un costo mucho mayor a la simple desinformación conciente de nuestros propios destinos. La Democracia es un sistema vivo. Si no se alimenta, crece y madura, se puede morir, o se puede transformar más en una incomodidad que en una necesidad de expresar con libertad el pensamiento propio. Entre los desengañados y los ausentes tienen el potencial de seducir a los autoritarios que se nutren del cansancio antes que de las ideas y que resuelven los destinos de todos cuando estos “todos” se transforman en una masa informe de ausentes sin aviso. Es necesario comprender esto. El derecho a votar no es lo mismo que entrar a un pelotero gratis. Supone mucho más y supone desde ya un compromiso con la libertad. Pero ni yo, ni usted, ni nadie, es libre por el solo hecho de no ser esclavo. Si cualquier cosa le da lo mismo, cualquier cosa es lo que tendrá y lo que es peor, lo que tendremos todos. Tanto los que son responsables como los que votan preguntándole a un pariente “¿Y vos a quien vas a votar?”. Y no estoy hablando de voto calificado. Porque ausentes hay de todo tipo, color y clase social. Además, la mayor educación o inteligencia no da garantías de nada. A este país, nuestro país, lo han salvado o hundido, personas profesionales e inteligentes. No se necesita ser ilustrado para ser patriota ni idiota para ser traidor. Como dice el título de la nota… no se puede vivir en un termo, haciendo luego de cuenta que se sabe todo. O como dijo algún poeta popular… “el que dice que ya esta de vuelta, es porque nunca fue muy lejos”. Lic. Rodolfo Patricio Florido
Posted on: Thu, 11 Jul 2013 14:59:41 +0000

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