Y, sin embargo, aquí todo es chévere: el cobrador, la música, el chofer. Mi despertador lleva varios meses sin pila, no tengo ninguna necesidad de levantarme a ninguna hora. Los teléfonos están en modo silencio y no suenan, no estoy esperando ninguna luz verde, ningún sí, no me urge cerrar ningún contrato. Si nadie me llama, mejor Quizás en esto consista la felicidad. Quizás, sin darme cuenta, haya alcanzado el zen absoluto: un estado superior en el que todos los días son domingo con Aji-no-men. O quizá solo sea un delicioso efecto secundario de los analgésicos opiáceos, los glamorosos pain-killers que mataron a Michael Jackson y Heath Ledger. Guarda ahí.
Posted on: Mon, 04 Nov 2013 20:55:55 +0000
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