Ya lo había compartido, y próximo el día de muertos ahí va de - TopicsExpress



          

Ya lo había compartido, y próximo el día de muertos ahí va de nuez... Muertos? La espuma de la cerveza, casi vence la orilla del vaso ya turbio, que expelía un reflejo opaco de la amarillenta iluminación de aquella triste cantina de cuarta, sentía una extraña “segura inseguridad”, una compresión que me atrapaba entre lo cierto que resultaba que por el momento estuviera seguro dentro de aquel antro, y de otra vista, la incertidumbre que me aguardaba al salir de él. Aunque ajena a mi presencia, por un momento la gente del rededor me parecía familiar y confiable, así transcurrió algún tiempo… me rondaban cosas sueltas por la mente, en el fondo sonaba aquella vieja Rokcola, que me obligaba a voltear a verla cuando ofendía el oído con profundos bajos, que retumbaban y hacían tintinear las filas de botellas dispuestas en la horizontal del bar, yo solo escuchaba y sorbía una y otra vez de aquel turbio vaso que muchas veces impedí me retiraran. No recuerdo como llegué ahí; después de aquella reunión casera de la que quería olvidarme, ansiaba tan solo escapar de mi vida cotidiana, no me di cuenta, pero se me ocurrió mirar el reloj, y la noche ya era demasiado entrada, el mesero restregaba la superficie las mesas ya vacías, me sobresalto su voz en un principio ajena que me decía: “caballero ya vamos a cerrar”, ah como chinga! –pensé- , - onde chingados deje mi cartera - , tras un leve cateo a mi chamarra y la cartera al fin surgió de una de sus bolsas interiores, no fue necesario pedir la cuenta, porque de pronto tenia frente de mí, el saldo a pagar. Después de la visita obligada al baño de aquel lugar y de sentir un alivio en el cuerpo, estaba ya en el umbral de aquella temporal morada; todo el frio de aquella noche me pegaba en la cara, con mis manos hundidas en las bolsas, comenzó la caminata por aquellas calles del centro de la ciudad… absoluto silencio… los faroles ámbar en juegos de luz y sombra resaltaban y dibujaban estupendamente las cornisas, columnas, arcos y demás contornos de aquellas construcciones neoclásicas y churriguerescas en su gran mayoría, dispuestas una enseguida de otra con un efecto concéntrico a la vista… lo desierto de aquel entorno desnudaba la extraordinaria belleza del conjunto de palacios que orgullosos se erguían ante la vista en aquella noche… pero algo me devolvió los pies a la tierra… me había quedado sin ningún centavo para pagar un taxi y regresar a casa!, viéndome entonces obligado a aventurarme por las demás calles obscuras y desoladas que rodean y contrastan con el gran centro de la ciudad. Los pasos sonaban como una especie de latido regular pero intenso, el tiempo comenzaba a dilatarse, la sensación de abandono a cada momento se volvía más profunda, tanto silencio comenzaba a aturdirme, el frio seco que sentí al salir de aquella cantina, se transformó en un frio húmedo y viejo, como si hubiese sido guardado mucho tiempo en una caverna, al poco ya transitaba por una senda obscura y misteriosa, las hojas de los tristes arbustos que salpicaban ese camino obscuro se mecían como dolidos para luego sucumbir y arrastrarse como basura. Como si ya me estuvieren esperando, frente de mi aguardaban dos viejas vecindades, de muros descarapelados y lastimados, sus entradas en arco, parecían bocas humanas totalmente abiertas en un grito de eterno dolor, parecían como entradas a lo eterno… sin reflexionar más, sentí la necesidad de encender un cigarrillo, el pequeño resplandor del encendedor, brillo insignificante y ridículo ante esa densa y fria obscuridad… obscuridad que más que ausencia, sentí como presencia de un lamento, un lamento callado pero presente, que desgastaba, que cansaba, pero nunca encontraba fin, como rezos y plegarias de los viejos que rogaban por sus semejantes idos. Aquellas antiguas casonas dejaron de ser solo algo, era como si de su interior se escapara la melancolía o súplicas, tal vez llantos, dolor, en fin… el humo del recién encendido cigarrillo, se escapaba en un hilo, extendiéndose en líneas que parecían figuras humanas que desfilaban ante mis ojos, como pequeñas almas que desfilaban por el aire, y pude recordar a mis muertos, a todos y cada uno de ellos, no como imágenes tenebrosas, sino como aquellos que en su momento compartieron parte de su vida conmigo, cosas sin importancia o importantes, eso fue lo de menos, en algún punto de la existencia algo tuvimos que ver, y supe que aún ahora son y serán mis eternos compañeros. Seguí mi camino, y abandone ese tramo obscuro, llevaba la mitad del cigarrillo fumado, llegue a alguna avenida principal, devolví la vista a aquellas vecindades y me parecieron de nuevo casas ordinarias sin nada en particular, algo me inspiró y me volvía a meter la mano a uno de los bolsillos de mi pantalón y como obra de la divina providencia encontré algo de dinero, con lo que pude pagar un taxi y regresar a casa…
Posted on: Thu, 24 Oct 2013 06:20:02 +0000

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