Your soul is mine Dos días antes del 23 de noviembre recojo las - TopicsExpress



          

Your soul is mine Dos días antes del 23 de noviembre recojo las fresas del arbusto en el patio trasero de mi casa, mis hijos y mis nietos llegarán mañana en la mañana para organizar la cena de acción de gracias, a mis nietos les gusta que les cuente historias sobre mis días más alucinantes en la clínica mental donde trabajé por 19 largos años. Este año les relataré una que hace mucho tiempo quería contarles, fue el acontecimiento más perturbador de mi vida y aún estos días sigue erizándome la piel. El 26 de diciembre del 2006 es una fecha que me seguirá hasta la tumba, recibiríamos a un paciente llamado David Handel, estuvo en muchas clínicas mentales antes de llegar a nosotros, se le proporcionaron los cuidados necesarios para su condición, una aparente esquizofrenia fuera de control. Me tomé la libertad de leer su expediente antes de su llegada, noté que su tiempo en las otras clínicas fue prolongado y en todas tuvo una mejoría muy notable, entonces me preguntaba por qué no había permanecido en ninguna. Leí todas las fechas de traslado de una clínica a otra, todas eran la misma, un 26 de diciembre. Extrañado por esta situación no dudé en llamar a las otras clínicas y solicitar referencias, ninguna me había dado una explicación concreta, al menos la que yo necesitaba, así que llamé a la última clínica en la que estuvo internado. Me contestó uno de los enfermeros, por su voz se notaba que era joven y lleno de vida, me sentí muy cómodo al hablar con él, pero al mencionarle el nombre de este paciente la sensación placentera se esfumó. Me pidió que repitiera el nombre, para confirmar su miedo, me dijo que lo mejor era hablar en persona, accedí e hice una cita con él en la cafetería de la clínica. Cuando lo vi se notaba algo incómodo y temblaba por momentos, le pedí referencias y me dijo que todo con David fue bueno, era un hombre agradable que no presentaba resistencia alguna a los tratamientos, era sumiso y calmado, todo lo contrario al comportamiento de un esquizofrénico descontrolado, no me dijo mucho sobre él y su condición, pero sí me habló de aquel triste y sombrío 12 de diciembre. “Estaba en mi horario nocturno, me correspondía cuidar de Handel aquella noche, todo fue muy normal durante el día, pero en la noche todo se tornó desastroso. Handel no dejaba de moverse de un lado para otro dentro de su habitación, podía ver que estaba algo preocupado y ansioso, le pregunté y sólo me repitió lo mismo una y otra vez, ‘Nohidetheirsoul’. Me empecé a preocupar, pues su comportamiento se hacía cada vez más agresivo, procedí a entrar a la habitación junto con dos compañeros, lo iba a sedar para que por fin se durmiera, pero al oír el chirrido de la puerta, Handel corrió hacia nosotros y nos derribó, nunca había sentido tal fuerza en mis años de servicio, pensé que iba a herir a más personas, pero sólo se fue a la recepción, se sentó frente a la computadora e ingresó la dirección ‘nohidetheirsoul’ en el navegador. Entonces las luces comenzaron a fallar, sólo se oía un sonido similar a la estática que hace un televisor y, por alguna razón, no podíamos movernos. Después de 6 minutos, los 6 minutos más largos de mi vida, una voz proveniente de esa página comenzó a hablarle a Handel, creímos que era una de esas páginas modernas para hacer vídeo-llamadas, pero la pantalla estaba en negro, logramos acercarnos e intentamos alejar a Handel, uno de mis compañeros tomó el mando de la computadora e iba a cerrar el navegador, pero la página no se cerró, incluso desenchufamos la CPU pero la voz aún se oía, Hendel quiso liberarse de mí, gritaba fuerte y decía que tenía que escuchar lo que la voz le decía. De repente una cara apareció en la pantalla, el sonido se hizo estruendoso y era como oír los lamentos del mismo infierno, las luces no dejaban de titilar y la cara no se movía, yo me sentía muy asustado y no paraba de temblar, entonces la cara comenzó a golpear la pantalla, como si le estuviera dando cabezazos para romperla y salir, yo reaccioné y arrastré a Handel lejos de la computadora, este no dejaba de golpearme y exigirme que lo dejara escuchar. Mi compañero tomó una grapadora y golpeó la pantalla hasta que se rompió, entonces se desplomó en el piso y comenzó a sufrir un ataque epiléptico, los intentos por salvarle la vida fueron en vano. Después de todo eso, Handel se comportaba como de costumbre, calmado y sumiso, pero no dejaba de repetir lo mismo, ‘Ahora tendré que esperar un año más’. Al llegar la policía, los llevé junto con los doctores hacia una computadora, ingresé la página en el navegador, pero decía que dicha página no existía. Ninguno de ellos me quiso creer, justificando lo sucedido como otro ataque de esquizofrenia y un acto irresponsable del enfermero en cargo. Como en las grabaciones de seguridad no aparecía nada en la pantalla de la computadora, decidieron trasladar a Handel a otra clínica nuevamente. Muchos de los otros enfermeros renunciaron después de ese día, mi otro compañero se suicidó, y aunque no ha sucedido nada parecido desde entonces, yo jamás volveré a ser el mismo, pídales referencias a los otros que trataron con él los 12 de diciembre anteriores, no encontrará una historia muy distinta a esta, doctor”. Después de contarme lo sucedido se marchó sin decir una sola palabra. Me sentía desconcertado y confundido, por alguna razón le creía a ese enfermero, algo así no podía ser producto de un ataque de esquizofrenia. En mi hora del almuerzo fui a la sala de descanso, usé una de las computadoras e ingresé la dirección que mencionó el enfermero, pero me aparecía lo mismo que a él, la página no existía. El día que llegó David Handel a la clínica estaba nervioso, lo ingresaron con camisa de fuerza, pero este se notaba muy calmado. Al meterlo en su nueva habitación fui con él, ya que siempre acostumbro a darles una pequeña introducción a los pacientes nuevos, pero ese no era realmente mi interés. Aprovechando que conservaba la camisa de fuerza puesta, le pregunté acerca de ese día, él me sonrió y afirmó que había sufrido otro de sus lamentables ataques de esquizofrenia, parecía algo confundido y decidí contarle lo que aquel enfermero me dijo. Después de relatarle la historia me dijo que era imposible entrar los otros días a la página, ya que a ella no le gusta hablar en otro momento. Le pregunté a quién se refería con “ella” y me contó que antes de ingresar a la primera clínica él vivía tranquilamente en su casa a pesar de su condición, que en ese tiempo estaba controlada. No era un fanático del internet, pero curiosamente un 12 de diciembre decidió explorar un poco, al entrar a una página con vídeos vio que en la parte derecha de la pantalla aparecía un anuncio que decía ‘Ven y escúchame’, no había decoración, sólo estaba un fondo negro y el texto escrito en letras blancas bajo la firma “ella”, David ingenuamente entró y dijo que hubo un sonido extraño durante varios minutos, hasta que comenzó a escuchar una voz que le hablaba y lo llamaba por su nombre, al principio se asustó y quiso salirse de la página, pero no pudo, entonces fue cuando comenzó a interesarse por cada cosa que aquella voz le decía, no podía escuchar nada más, ni siquiera su propio aliento, sólo la voz acompañada de lamentos que provenían de la misma página. ‘Entonces vi su cara, la cara que todos queremos ver’, esa frase quedó grabada en mi cabeza como una canción pegajosa y después de una pausa le pedí que continuara. Me dijo que ella quería salir y sólo si estaba fuera le diría lo que él tanto esperaba, él desesperado quiso ayudarla, pero terminó rompiendo su pantalla, después de eso la página no le volvió a aparecer, entonces su condición comenzó a empeorar hasta el punto de que su familia lo internara en una clínica. ‘Cada 12 de diciembre lucharé hasta morir si es necesario para saber lo que ella tiene que decirme’, con esto terminó y me dio la espalda. Después de unos minutos me levanté y me fui. Presenté mi carta de renuncia y me fui lo más pronto que pude, nunca le dije a nadie la verdadera razón por la que renuncié, ni siquiera a mis hijos, no podía con la vergüenza de aquel acto cobarde. Cuando dejé la clínica lo último que me dijo David Handel fue ‘Hizo bien, doctor’. Al año siguiente, exactamente el 12 de diciembre de 2007 estaba en mi cama, hablando con mis hijos por la computadora, ellos me enviaron la dirección de una página que les gustaba mucho, así que abrí el navegador y puse la página en el buscador. Cuando comencé a mirar la página, un anuncio apareció a la derecha de la pantalla, era de fondo negro y decía ‘Ven y escúchame’, entonces cerré el navegador, me despedí de mis hijos y me acosté. Al día siguiente decidí pasar cerca de la clínica, había policías, ambulancias, la prensa y una multitud, todos rodeando la entrada. Uno de mis viejos compañeros me vio y me permitió el ingreso, fue entonces cuando vi el cuerpo de David Handel en el suelo de la sala de descanso, cerca de la computadora, la cual tenía en la pantalla escrito con letras blancas ‘Your soul is mine’. Miembro Distinguido
Posted on: Fri, 28 Jun 2013 23:17:46 +0000

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