Zumba la nave suavemente y, dócil al comando, se hamaca para que - TopicsExpress



          

Zumba la nave suavemente y, dócil al comando, se hamaca para que podamos inspeccionar, al paso pero con toda claridad, los impresionantes farallones del Archipiélago Le Guin, donde habitan unos primates asombrosos. Vemos las paredes vertiginosas colgando sobre el abismo, a la deriva, rematadas por bosques y cuevas desde donde raros ojos nos observan. Después de tenaces esfuerzos por instalar siquiera un campamento temporal en aquellas islas se desistió por completo, y hubo que declararlas no aptas para la obtención de recursos, dada la resistencia que el medio presuntamente natural ofreció ante cada desembarco. No por eso debe uno dejar de maravillarse con el Archipiélago. Es una zona hostil pero su belleza es infrecuente. Las primeras imágenes que tuvimos de las Islas fueron juzgadas demasiado artísticas y, en algún momento de la adolescencia, todos admiramos la imposibilidad de aquellos territorios. Fueron posters muy populares. Como había predicho la misma Le Guin, a cuya cuenta se endilgaron estos inabordables peñascos, la Entidad Imaginaria se superpuso a la Razón, y la gente dejó de discutir la existencia o no de dragones, mulánimas y demás formas fantásticas. Fueron tiempos de paz desde entonces. La Gran Expansión es el resultado de aquel relax. Las mentes dejaron de fatigarse en demostraciones y contrapruebas, y los corazones no tuvieron que adherirse a las causas. La famosa integración de los hemisferios, asunto que puso más de una vez al borde de la destrucción total al sistema, pasó a ser la Clave consciente colectiva y no tardó en perder toda importancia. Fatalmente, la experiencia espacial concurrió a mostrar que muchas de las supersticiones, gran parte de los sueños y hasta los delirios de algunos autores se verifican en algún punto del cosmos. Fue así, y de nada sirve lamentarse ahora de tanta pérdida de tiempo. Gracias a imágenes como las de Le Guin volvimos al rumbo de las estrellas. * * * * * * * * * -Escábiese otro, Conde -lo invitábamos. El día iba entrando por la ventana de Heroes. La idea era entretenerlo, animados por la maldad aburrida de la madrugada. La boca de tabaco y whisky pero la cabeza una limusina un aire Evans. Un cientosesenta que pasa destartalándose. Ya asoma una luz pálida y grisácea en un teatro de muñecos que mueren, pero el Conde firmetex, no decrepitaba al contacto de la mancha de sol, no se hacía un montoncito de cenizas allí ante nosotros, que al fin y al cabo sólo nos manteníamos de pie con la esperanza de asistir a la escena final. * * * * * * * * * Hombres y mujeres encadenados a sus órbitas, como perros a un poste, gastando un arco del terreno, sobándolo y endureciéndolo con aplicado, riguroso aburrimiento. (de Carpe diem - In-ediciones del autor - 2001)
Posted on: Tue, 13 Aug 2013 23:03:41 +0000

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