ella ocurriese a su alrededor; en realidad no había más que eso. - TopicsExpress



          

ella ocurriese a su alrededor; en realidad no había más que eso. Porque en su corazón siempre había un rincón oscuro, lleno de desesperación. Y una gran voluntad para crear significados, porque no existía ninguno. »Quiero que comprendáis que no era superficialidad lo que veíamos en aquella mujer. Era la creencia juvenil de que con su voluntad podría hacer brillar la luz; de que podía conformar el mundo a sus gustos. Y también veíamos una insensibilidad hacia el dolor de los demás. Sabía que otros sufrían, pero, bien, ¡realmente no podía entretenerse mucho a pensar en ello! »Al final, incapaces de soportar el alcance de aquella duplicidad evidente, nos volvimos y la estudiamos, porque tendríamos que librar un combate con ella. Aquella Reina no tenía ni veinticinco años, y, en aquella tierra que había deslumbrado con sus costumbres de Uruk, detentaba el poder absoluto. Y era casi demasiado bonita para ser auténticamente bella, porque su belleza eclipsaba cualquier sensación de majestad o de profundo misterio; y su voz aún contenía cierto timbre infantil, un timbre que, por puro instinto, provoca en los demás ternura, un timbre que da una levísima musicalidad a las palabras más simples. Un timbre que nosotras encontramos exasperante. »Siguió y siguió con sus preguntas. ¿Cómo conseguíamos nuestros milagros? ¿Cómo veíamos en el corazón de los hombres? ¿De dónde provenía nuestra magia y por qué afirmábamos hablar con seres invisibles? ¿Podíamos hablar, por el mismo sistema, con los dioses? ¿Podíamos hacer que sus conocimientos aumentaran o hacer que comprendiera mejor la esencia de lo divino? Estaba dispuesta a perdonarnos nuestro salvajismo si éramos agradecidas, si nos arrodillábamos ante sus altares y exponíamos ante sus dioses y ante ella toda nuestra sabiduría. »Insistió en sus varios puntos con una tal terquedad que haría reír a una persona sensata. »Pero eso sublevó la furia más profunda de Mekare. Ella, que siempre había llevado la iniciativa en todo, habló ahora. »—Parad de hacer preguntas. No decís más que estupideces —soltó—. No tenéis dioses en este reino porque no hay dioses. Los únicos habitantes invisibles del mundo son los espíritus y los espíritus juegan con vos por medio de vuestros sacerdotes y de vuestra religión, como jugarían con cualquier otra persona. Ra, Osiris, son simplemente nombres inventados con los que halagáis y loáis a los espíritus; y, cuando les parece bien, os envían algún pequeño indicio para que os apresuréis a halagarlos un poco más. »Rey y Reina contemplaron horrorizados a Mekare. Pero Mekare prosiguió: »—Los espíritus son reales, pero infantiles y caprichosos. Y también peligrosos. Se admiran de nosotros y nos envidian que seamos a la vez espirituales y carnales, lo cual los atrae y los predispone a hacer vuestra voluntad. Las hechiceras como nosotras siempre han sabido cómo utilizarlos; pero se necesita una gran habilidad y un enorme poder para realizarlo, y eso es lo que nosotras tenemos y vos no. Sois estúpidos, y lo que habéis hecho para cogernos prisioneras es una atrocidad. En lo que habéis hecho no hay honestidad alguna. ¡Vivís en la mentira! Pero nosotras no os vamos a mentir. »Y luego, medio llorando, medio estrangulada por la rabia, Mekare, ante la corte entera,
Posted on: Sun, 11 Aug 2013 02:17:06 +0000

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