extraño no sentir el abrazo de toda una aldea, uno por uno, hombres, mujeres, niños, ancianos, cálidos, simples, francos, al recibirnos, al despedirme. extraño no mirar el mas maravilloso cielo estrellado que vi jamás, en un descampado, contando chistes malos en alemán con acento cordobés, extraño oir el silencio allí donde está ulysses, la risa de lalah, la calidez de marina, la potencia de sandra y caro, la potencia plebeya de marivelton y la sonrisa de marcus, extraño el sabor insipido del caldo de peixe y la mandioca siempre igual y siempre distinta, extraño las palabras musicales del portugués que me habitan y cada tanto se me cuelan en la lengua para recordar que algo mio aun esta alli, extraño no oir exclamar, cansinos, un ¡puranga! al cruzarme con alguien una y otra vez por las callecitas de acariquara, extraño no oir el relato cambiante del origen del mundo, y a seu filó hablando de san francisco, y los altares plebeyos, y los salmos, y el viento en la voadeira, y el ciclón repentino y la música y la falta de música de la selva, y el gusto a mono hervido y el asaí cargado en mi espalda, y los niños bañándose con el yacaré y las mujeres chismorreando junto al río mientras lavan la ropa, y las madres sumergiéndose con sus bebés en las aguas negras, como el primer día de la creación
Posted on: Tue, 16 Jul 2013 03:24:13 +0000
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