la ventana Había una vez dos hombres, los dos con enfermedades - TopicsExpress



          

la ventana Había una vez dos hombres, los dos con enfermedades graves, en la misma pequeña habitación de un gran hospital. Pese a ser una habitación minúscula, tenía una ventana que miraba al mundo. A uno de los hombres, como parte de su tratamiento, se le permitía sentarse en la cama durante una hora por la tarde (algo relacionado con la extracción de líquido de sus pulmones). Su cama estaba junto a la ventana. Pero el otro hombre debía pasar todo el día boca arriba. Todas las tardes, cuando el hombre que estaba al lado de la ventana se instalaba para su hora, pasaba el tiempo describiendo lo que veía afuera. Al parecer, la ventana daba a un parque en el que había un lago. En él había patos y cisnes, y los chicos se acercaban para arrojarles pan y hacer navegar sus barquitos. Los enamorados caminaban tomados de la mano junto a los árboles, había flores y canteros de césped y juegos. Y al fondo, detrás de una hilera de árboles, se veía un espléndido panorama de la ciudad recortada contra el cielo. El hombre acostado escuchaba las descripciones que le hacía el otro hombre, disfrutando cada minuto. Oía que un chico se había caído al lago, y qué lindas estaban las chicas con sus vestidos de verano. Las descripciones de su amigo, en definitiva, le hacían sentir que prácticamente podía ver lo que pasaba afuera. Una tarde muy agradable, se le ocurrió: ¿Porqué el hombre de la ventana debía tener todo el placer de ver qué pasaba? ¿Por qué no iba a tener él una oportunidad? Se sintió avergonzado, pero cuanto más trataba de no pensar así más quería el cambio. ¡Haría cualquier cosa! Una noche, mientras miraba el techo, el otro hombre se despertó de repente con tos y ahogos, y trató desesperadamente de alcanzar el botón para llamar a la enfermera. Pero el hombre lo observó sin moverse, incluso cuando el sonido de la respiración se detuvo. A la mañana siguiente, la enfermera encontró al otro hombre muerto, y en silencio se llevaron su cadáver. Cuando lo consideró oportuno, el hombre preguntó si no podían cambiarlo a la cama que estaba al lado de la ventana. Lo trasladaron, lo instalaron y lo pusieron cómodo. En cuanto se hubieron ido, con dificultad y laboriosamente se incorporó y se asomó por la ventana… Enfrente, había sólo una pared blanca.- Autor desconocido (Extraído del libro “Otra taza de chocolate caliente para el alma”, de Canfield y Hansen)
Posted on: Wed, 09 Oct 2013 01:38:44 +0000

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