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patalibro.ar/ SI TE GUSTA LA ESCRITORA ESPAÑOLA JULIA NAVARRO Y QUERÉS CONOCER MÁS DETALLES DE SU VIDA Y SU OBRA, TE DEJAMOS UNA ENTREVISTA DONDE PROFUNDIZA ASPECTOS FUNDAMENTALES DE SUS NOVELAS Julia Navarro, autora “best seller” desde su primera novela, publica ya la quinta de su carrera, “Dispara, yo ya estoy muerto” (Plaza & Janés), casi mil páginas donde cuenta la historia de varias generaciones de judíos y árabes en territorio palestino antes de 1948. armas de más éxito del panorama editorial español, ha necesitado cinco novelas, cinco superventas, para decidirse a abandonar (y no por completo) el periodismo del que ha vivido hasta ahora. No es indecisión, es cautela. La misma que pone al contestar a las preguntas de esta entrevista, la primera que hace para hablar de su nueva obra, Dispara, yo ya estoy muerto. Varias generaciones de judíos y árabes en territorio palestino (entre 1880 y 1948) pasan por estas casi mil páginas. A pesar de la evidencia, la autora no está dispuesta a permitir que se hable de su libro como de una novela sobre el conflicto en Oriente Medio. Y la experiencia como periodista (es capaz de repetir una idea de decenas de formas distintas), la cautela mencionada y el tesón se alían con ella en ese propósito. Hijos de nuestro tiempo En esta novela cuenta la historia de varias generaciones de judíos y árabes en Palestina… No, no, pero no es una novela de tesis, es una novela de personajes. Trata de cómo, a veces, los seres humanos somos simples actores en situaciones que no hemos escogido. Ya… pero ha decidido situar a los personajes en ese lugar. Pero esta no es una novela sobre el conflicto, es una historia de personajes en determinadas circunstancias, que ven cómo sus vidas van por derroteros que no han elegido ellos. ¿…? Viajo mucho por esa zona de Oriente Medio y he conocido a mucha gente allí. Y, de todo lo que conoces, hay un momento en que piensas que algo puede ser una historia, pero no tiene por qué tener una motivación especial. El conflicto judío-palestino es solo el telón de fondo, no me interesa especialmente, por eso termino la novela en 1948, no sigo con todo el conflicto posterior. Sí, pero… Todas las novelas transcurren en un tiempo histórico. Yo con esta tenía un objetivo, lo que he querido es, más que nada, hablar de esa incapacidad que tenemos de escaparnos de las circunstancias y del tiempo histórico que nos toca vivir. No me importan tanto los acontecimientos, como la soledad para afrontar situaciones que no se han elegido. Todos somos hijos de nuestro tiempo. Bueno, con la anterior Dime quién soy y con Dispara, yo ya estoy muerto, parece que ha iniciado un recorrido diferente al de sus primeras novelas, ¿no es así? Sí, creo que como escritora tengo dos etapas diferentes. En las tres primeras novelas hay un estilo y con Dime quién soy exploro ya otro camino, que ahora sigo con esta. Un camino donde la historia es importante. Leyendo estos libros habrá lectores que aprendan historia, ¿una bondad a añadir a otras de la novela? No, mi afán no es ese, insisto, eso es solo el decorado, el telón de fondo. Además, esa no es mi labor, yo soy contadora de historias de personajes y no me planteo dar una lección de historia a través de mis novelas. Otra cosa es que yo haga una lectura exhaustiva de documentación y me empape de lecturas sobre estos tiempos históricos. Pero si además hay lectores que aprenden… Bueno, sí, esta es una historia que casi siempre se cuenta desde la perspectiva europea y yo sitúo a los personajes en esas circunstancias, pero los muestro desde un escenario diferente. Habla todo el rato de sus personajes… ¿De dónde salen? Los personajes de mis libros son fruto de muchas cosas, de la imaginación, de retazos de diferentes personas que he ido conociendo a lo largo de la vida, del recuerdo de un rostro que he visto perdido en medio de la calle y que me da pie a inventar cosas de esa persona. Son resultado del poso de lo vivido, de conversaciones de gente que conoces… Por eso, algunos personajes tienen en común cosas con gente que he podido conocer. En esta novela, los personajes son todos hijos de su tiempo. ¿Con ellos quiere contar una historia de amistad y de convivencia? Sí, la novela es un canto a la amistad, sobre todo, hay ahí un mensaje positivo, el de que la amistad puede prevalecer por encima de cualquier circunstancia. Mis amigos son muy importantes, más allá de dónde podemos estar cada uno. Sí, el valor de la amistad. Los personajes femeninos… Son como la argamasa, como el cemento con el que he ido pegando la historia. Musulmanes y judíos… ¿eso le permite hablar de la situación de la mujer en ambas sociedades? No es la intención. Esta es una novela costumbrista, donde se cuenta cómo se vive en un momento determinado. En la novela se cuenta cuál es el papel que la mujer desempeña en la sociedad en ese momento. Ya digo, no es la intención. Volvamos, pues, a la intención principal del libro. En la novela yo reflexiono un poco sobre la impotencia de los seres humanos para salir de ese lugar en el que la vida nos ha colocado. No digo que sea imposible, pero para la mayoría la realidad es que todos somos, al final, prisioneros de las circunstancias. No podemos, no sabemos, nos falta valor para poder escapar de ese entorno en el que las circunstancias del nacimiento nos han colocado. Cuántos no se han planteado en algún momento poder hacer otra cosa diferente a la que hacen, pero… ¿cómo escapas? Bueno, hay gente que lo consigue, ¿no? Sí. Al final somos libres, pero la mayoría de las personas no puede o no sabe… Y esa es la realidad de la mayoría de los seres humanos. Lo que quería era reflejar eso en la novela, ese laberinto en el que estamos los seres humanos y del que no eres capaz de encontrar la puerta de salida. Lo que intento es transmitir esa angustia, ver cómo tantos millones de seres humanos son o somos prisioneros de las circunstancias. Como los judíos y árabes que viven en Palestina. Todas las personas que viven en esa región son víctimas de las decisiones políticas que tomaron las potencias en aquel momento. Yo confío en que tiene que haber una solución para ellos, porque resulta insoportable que no la haya. Más separación que encuentro ¿La solución pasa por dialogar y por comprenderse? Es un conflicto poliédrico. En la novela hay una mujer que escucha la historia de un anciano, ese personaje es una víctima, pero tiene la honradez intelectual y la necesidad de comprender. La verdad es que en otras novelas hay personajes por los que siento cierta aversión, pero aquí empatizo con todos. He intentado huir del maniqueísmo, de los buenos y los malos, todos son seres humanos que padecen lo que les ha tocado vivir. A las mujeres del libro les ocurre eso, son víctimas de sus circunstancias. Y, a pesar de ello y de la época, hoy hay árabes y judías que viven más sometidas que entonces. “La sociedad israelí es una democracia, pero el muro ha tenido un efecto demoledor.” A principio de siglo, la emigración que llegó a Israel era de socialistas y comunistas, intentaban vivir de acuerdo a una utopía. Entre judías y árabes no hubo entonces un choque, fue más bien un asombro, porque era una forma de pensar diferente. Entonces, a principios del siglo XX, las sociedades eran más laicas que ahora. El resurgimiento de la religiosidad como factor determinante es posterior. Es absurdo negar que la religión ha sido un elemento fundamental en la vida de los seres humanos a lo largo de los siglos y las religiones han sido mucho más un elemento de separación que de encuentro. También las sociedades árabes eran más tolerantes siglos atrás, cuando muchos judíos que escapaban de la Inquisición o después de los pogromos se acomodaron en países de religión musulmana. Los turcos eran más tolerantes y les permitían asentarse en su tierra. Eran sociedades tolerantes. Hoy, ¿la sociedad palestina ha retrocedido mucho en esos aspectos? Sí, porque la sociedad israelí, al contrario, sí es moderna, es una democracia. Aunque ese muro que han construido tiene un efecto demoledor sobre ella. El muro ha convertido en prisioneros a unos y otros. Y la situación de la mujer tiene mucho que ver con el fanatismo, la religión es determinante. Pero mi novela es una historia sobre la tolerancia y la amistad. Es posible que nos entendamos si somos capaces de sentarnos y escuchar, si podemos sentir las razones de los otros. Con sus libros anteriores ha vendido millones de ejemplares. ¿Le preocupa el resultado de este? Yo escribo para que me lean, claro, tengo vocación de que me lea el mayor número de gente. Y no me gustaría decepcionar a los lectores, desde luego, sino tener la relación que he establecido con ellos en los otros libros, pero eso no depende de mí. Si no ocurre con esta novela, no me voy a llevar una alegría, desde luego, pero tengo que estar preparada para que eso suceda, no hay nada más democrático que el juicio de los lectores. Hasta ahora, ¿cuál es el secreto de su éxito? No lo pienso, yo escribo las historias que quiero escribir. Y no pienso en nadie, solo en contar una historia. No sé cuál es la clave de que mis libros se vendan tanto, supongo que he logrado conectar con los lectores. Creo que les llegan los personajes y se entusiasman por ellos. En ese sentido, esta novela es continuación de las anteriores, donde los personajes son fruto de las circunstancias, parece que les determina la fuerza del destino. Y creo que los lectores se relacionan con las situaciones dramáticas de los personajes. ¿Eso es lo que le dicen sus lectores? Me hablan de los personajes, sí. Tampoco creo que nadie tenga los ingredientes del cóctel perfecto para vender libros. Cada libro es una moneda que se tira al aire. Los lectores siempre tienen la última palabra. Deterioro democrático ¿Cómo vivió la notoriedad que ganó con la primera novela? La hermandad de la Sábana Santa se publicó como un libro más, sin una campaña de publicidad, sin promoción, pero a los quince días las librerías estaban pidiendo reposiciones. Cuando llevaba los 100.000 ejemplares, empecé a hablar del libro. Ahora no me gustaría decepcionar a los lectores. Le molestó mucho que la compararan con Dan Brown… Ocurrió con aquella primera novela, luego ya no volvieron a hacer ese paralelismo. Mi novela fue un fenómeno de ventas, pero cualquiera que haya leído los dos libros verá que no había ningún parecido entre ellos. Fue un recurso fácil por parte de algunos. El elemento intriga de las primera novelas desapareció en Dime quién soy y tampoco está en este nuevo libro. En estos últimos, ¿se expone más como escritora? Siento que con ellos doy un salto adelante, y no sé lo que va a pasar, no sé si hay lectores que me acompañarán ahora, pero he sentido la necesidad de este cambio. Ahora quiero dar otro salto más, aunque por el momento me siento cómoda hablando a través de personajes que parece que me son lejanos. En cada momento voy escribiendo de la manera en que me siento más cómoda. Creo que me he desnudado delante de los lectores explicando el proceso por el que he llegado aquí. Ha dicho que no era una periodista que quería ser escritora, pero ahora lo es y, además, puede vivir de ello. ¿Va a seguir a este ritmo enloquecido? No. Tengo que tomar una decisión. Me he estado resistiendo, pero ya no más. Hasta ahora he tenido un pie en cada sitio, pero es complicado y agotador. Además, a los lectores no les interesa mi opinión sobre Rajoy. El periodismo tiene que pasar a un segundo plano. Seguiré escribiendo la columna, pero la televisión y la radio las dejo, me quito del primer plano mediático. No es el mejor momento de esta profesión, así que ahora será menos duro hacerlo, ¿no? Es un momento del periodismo horroroso, se está haciendo un periodismo de trincheras, pero no por la libertad, sino un periodismo mediatizado, donde se argumenta todo el rato a favor o en contra, se está de un lado o de otro… Es una situación lamentable. Hay una precariedad en el empleo que no se ha conocido nunca, un abuso enorme por parte de las empresas, que se creen que sin periodistas pueden hacer medios de comunicación. Es una situación insoportable. Lo lamento mucho por los periodistas jóvenes. “Las empresas creen que sin periodistas pueden hacer medios de comunicación.” Y eso en un momento en que hay más necesidad de información que nunca… Es un momento social muy interesante, en que la gente tiene conciencia de que tiene que salir a defender sus derechos y tiene que decir lo que piensa. Y eso es en todo el mundo, porque hay un deterioro del sistema democrático. Con el periodismo en mal estado, ¿la democracia se resiente más? No hay democracia sin medios de comunicación independientes, sin libertad de prensa. Vivimos un momento en que somos, como los personajes de mi novela, actores de circunstancias que no hemos elegido nosotros. Los grupos políticos de la UE, que están decididos a desmantelar por la puerta de atrás el Estado del bienestar que hemos conocido desde mediados del siglo XX. Y de ahí todas las repercusiones en la vida de los ciudadanos, los jóvenes obligados a emigrar, los enfermos a los que se hacen menos pruebas clínicas, las becas que no se conceden… todo eso condicionará el resto de nuestras vidas y eso es lo que reflejo en la novela, aunque contado en otro momento histórico. Y, ¡qué paradoja!, una periodista escribiendo novelas de casi mil páginas… Cuento las historia en el tiempo que necesito y no estoy dispuesta a angustiarme si en la página trescientos aún no he comenzado. Soy una enamorada de las novelas rusas de finales del XIX y del XX, largas, costumbristas… Son una influencia clara en mí. tomada de: que-leer/22399/entrevista-julia-navarro.html
Posted on: Mon, 25 Nov 2013 16:05:16 +0000

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