sa misma tarde de marzo, en otro lugar de la ciudad. Entra en el - TopicsExpress



          

sa misma tarde de marzo, en otro lugar de la ciudad. Entra en el Starbucks y espera en la cola. No hay demasiada gente. Una pareja inglesa, con menos ropa de la que hoy el tiempo requiere, y dos quinceañeras que discuten en voz baja sobre lo que van a pedir. Una bebida para dos. Una no está de acuerdo con lo que quiere la otra y suben ligeramente el tono de la conversación. Finalmente, la más alta se deja convencer por su amiga y se deciden por un frapuccino grande de caramelo. Los ingleses suben a la planta de arriba con sus bebidas humeantes en las manos. Las quinceañeras siguen hablando bajito a la espera de que les sirvan lo que han pedido. Sin embargo, ahora los comentarios van referidos al chico guapo que ha entrado detrás de ellas. No está nada mal, un poco mayor quizá. Álex se da cuenta de que es el motivo de aquella charla, pero no hace demasiado caso. Hay cosas más importantes que le preocupan. Va a escribir un poco antes de las clases de saxofón con el señor Mendizábal y sus amigos. Aunque, para ser sincero, apenas tiene ganas de sentarse frente a la pantalla del ordenador. Está reciente en su mente lo que ha visto hace un rato: cómo aquella chica lanzó desde su coche a una papelera el cuadernillo de Tras la pared, sin tan siquiera leerlo. No lo entiende. Su trabajo, su dedicación, su sueño..., todo a la basura. Se pregunta si merece la pena continuar. ¿Cómo lo harían Dan Brown, Tolkien, Meyer, Rowling o Ruiz Zafón para que les tomaran en serio y lanzar al mercado aquellos éxitos? Es difícil conseguir lo querían logrado ellos. ¿Difícil? Más bien imposible. Su turno. La chica que está en el mostrador le sonríe amablemente. Es gordita, más bien baja, con gafas, veintipocos años. Parece inteligente. Seguramente se esté pagando la universidad trabajando allí. —Buenas tardes, señor. —Hola, buenas tardes. Quería... —¿Un caramel macchiato pequeño? Álex se sorprende. ¡Sí, exacto! ¿Cómo lo sabe? Siempre pide un caramel macchiato pequeño, pero no recuerda haberla visto antes. Y si ella sabe lo que va a pedir es que le ha atendido alguna vez más. Entonces se lamenta por no haberle prestado atención en anteriores visitas. No es guapa, ni delgada y tiene una cara fácilmente olvidable. Posiblemente, por eso no se fijó. Y se la-menta de ello, de su propia frivolidad. EE Blue Jeans ~ 385 ~ Canciones Para Paula —Sí, eso es. Muchas gracias... —En un pequeño letrerito que lleva colgando encima del delantal lee su nombre—, ...Rosa. —De nada, señor. Y usted es Álex, ¿cierto? —dice con una sonrisa que ilumina su rostro grande y rojizo. |Vaya! Así que también recuerda cómo se llama. De repente, siente una extraña culpabilidad. —Cierto. La chica lo apunta en uno de los laterales del vaso verde y blanco con el logotipo de la empresa, como es costumbre en Starbucks. Luego le cobra y, como no hay nadie más esperando, ella misma prepara el caramel macchiato. Un par de minutos más tarde aparece de detrás de aquella inmensa máquina de café. —Aquí tiene. Rosa le entrega a Álex su bebida sin dejar de sonreír. —Muchas gracias, Rosa. Por cierto, ¿me podrías decir la clave del Wi-Fi para conectarme a Internet? Sí precisamente a Álex le gustaba aquella cafetería era porque podía disponer de un cómodo asiento, un café distinto al que toma habitualmente, música relajante y conexión a Internet. —Se la he anotado en el papelito de la cuenta. Está junto a la clave para entrar al cuarto de baño. El chico se mete la mano en el bolsillo y saca el papel arruga-do. Allí está: 031108. Sí que es eficiente aquella camarera. —Oh, muchas gracias. Estás en todo. —Es mi deber. Como llevaba el portátil, pensé que quizá se quisiera conectar. —Eres muy intuitiva. ¿Periodista? —Criminóloga. Bueno, me quedan algunas asignaturas todavía para acabar la carrera —indica, haciendo una graciosa mueca torciendo el labio—. Y usted, ¿periodista? —No, ahí te has equivocado —responde él—: aspirante a escritor. Cuatro chicas norteamericanas entran en el Starbucks. —Ah, debí haberlo adivinado... —dice, chasqueando los dedos—. Bueno, discúlpeme. Tengo que seguir trabajando. Espero que escriba mucho y bien. —Se hará lo que se pueda. Blue Jeans ~ 386 ~ Canciones Para Paula Rosa sonríe y, moviéndose con dificultad, llega de nuevo hasta el mostrador donde en un perfecto inglés pregunta a las recién llegadas qué desean. Álex se echa azúcar en el café, lo mueve y coge una servilleta de papel. A continuación, sube la escalera hacia la planta de arriba. Mira hacia donde está la chica que le ha atendido y la saluda con la mano. Esta se da cuenta y le corresponde mientras anota "Cindy" en un vaso de Starbucks. Ya arriba, el salón está bastante lleno, con solo dos mesas libres. Las quinceañeras de antes están al lado de una de ellas y Álex la descarta. Elige la de más al fondo. Se sienta en el sillón y saca el portátil del maletín. Lo abre e inicia la sesión. Qué simpática la camarera. Sin darse cuenta, se ha olvidado por unos minutos de sus problemas. Definitivamente, en el mundo hay toda clase de personas. Seguro que si Rosa hubiese encontrado el cuadernillo de Tras la pared no lo habría tirado. Es más, está convencido de que se pondría en contacto con él. Así que no puede darse por vencido. Hay gente que merece la pena, que está dispuesta a darle una oportunidad, que por lo menos leerá su historia. Blue Jeans ~ 387 ~ Canciones Para Paula sa tarde de marzo, en un lugar de la ciudad. Está delante de la puerta. No quiere parecer ansioso, pero lo está. Ansioso y nervioso y deseoso y no sabe cuántos estados de ánimos diferentes que terminan en -oso. Respira hondo. Sí, otra. Desde que sonó el timbre habrá respirado hondo unas siete veces. Inspira, espira. Inspira, espira. Le faltan las contracciones para asemejarse a una embarazada a punto de dar a luz. Además de unos cuantos kilos y del bebé dentro. Instintivamente, se mira la ropa, la encoge y se alisa la camiseta, una negra que no se pone mucho y que le hace más delgado y fibroso. Bueno, delgado está. Fibroso... Manos al pelo, último repaso. Todo en orden. Sonrisa de muchos dientes. Ya. Listo. El timbre vuelve a sonar. ¡Qué susto! No lo esperaba. Mario se precipita sobre el pomo y abre. En la maniobra pierde la sonrisa ensayada anteriormente, pero enseguida la recupera al verla. No es la que había preparado. Esta es más sincera, menos exagerada, más tímida, menos estudiada. Es la sonrisa de quien ve a la chica de sus sueños frente a frente, la sonrisa del enamorado. —Hola, Mario —dice Paula, que también sonríe aunque su sonrisa es diferente. —Hola. ¿Dos besos? ¿Qué se hace en esos casos? Los dos dudan un instante, pero finalmente ella se decide y acerca su rostro al de él. Dos besos. —Menos mal que has abierto, ya empezaba a pensar que nos quedábamos otro día sin estudiar. Estudiar, ¿estudiar...? Sí, es verdad. Está allí para eso. No es una cita de esas románticas. —Perdona, es que mis padres y mi hermana no están. He tenido que bajar desde mi habitación. EE Blue Jeans ~ 388 ~ Canciones Para Paula ¡Uff! Le sudan las manos. Espera que solo sean las manos. Está tenso ¿Por qué? Conoce a Paula desde hace muchísimo tiempo. Llevan yendo varios años a la misma clase y ella ha estado en su casa en multitud de ocasiones con Miriam y las otras dos Sugus. No hay motivos para sentirse así. Siendo realistas, sí los hay. Y es que por primera vez en su vida está a solas con la chica que ama. Pero tiene que tranquilizarse. —¿Puedo pasar? —pregunta Paula. ¡Qué gilipollas! Ni siquiera la ha invitado a entrar. Nervios, ansiedad, dolor de estómago. ¿Son eso contracciones? Inspira, espira. Inspira, espira. —Claro, claro. Perdona. El chico se aparta, dejando paso a su invitada. Ella entra en la casa tranquilamente, con un caminar sereno, pero seductor, Mario la sigue con la mirada. Sus ojos se van a sus pantalones vaqueros. Vaya, no quería. Se promete a sí mismo que no quería mirar ahí. ¿Qué está haciendo? "¡Joder! Pero es que Paula no solo es guapa sino que está buenísima". No, no. ¡Basta! Su amor es puro. Y cristalino. Y ahora no es el momento de fijarse en eso. —¿Tu hermana está con Cris y Diana? —pregunta la chica girándose. —Sí, creo que sí. Casi nunca está en casa. —Qué tía. Debería estudiar un poco si no quiere repetir otra vez. —Ya, pero tú sabes cómo es. No hace nada. —Qué mal. —Es tonta. —Pues espero que no repita. La echaría muchísimo de menos en clase el año que viene. "¡Pues yo no!", es lo que Mario desea gritar, pero se contiene. Aquella pequeña conversación sobre Miriam le ha calmado un poco. Menos mal. ¿Quién iba a pensar que hablar sobre la pesada de su hermana le iba a ayudar algún día? —¿Subimos? —¿Vamos a estudiar en tu habitación? Blue Jeans ~ 389 ~ Canciones Para Paula Claro, ¿no? Quizá aquello la intimida. Vaya, no lo había pensado... Daba por hecho que estudiarían allí. —Sí, pero como tú quieras. Si prefieres, nos bajamos al salón. —No, no. En tu cuarto está bien. Paula sonríe. No había preguntado lo de estudiar en su habitación de manera que diera a entender "me da miedo quedarme contigo a solas en tu dormitorio". Simplemente, preguntaba por el lugar en el que iban a estar. El silencio en la casa es absoluto. Solo se oyen las pisadas de Mario y Paula subiendo la escalera hasta la primera planta. El chico ha decidido ir delante. Mejor, no es el momento de pensar en otras cosas. Sin embargo, cuando llegan a la habitación, deja pasar primero a la chica. Paula sonríe y entra después de un "gracias" que a Mario le parece encantador. —¿Dónde me pongo? —dice Paula, que se ha descolgado la mochila que llevaba en la espalda. —Donde quieras. La chica mira a su alrededor y finalmente se sienta en la cama. Pone la mochila sobre sus piernas y saca de ella el libro de Matemáticas, un cuaderno y un estuche. Mario la observa atentamente. Es preciosa. De nuevo le sudan las manos. —No he traído calculadora. ¿Me va a hacer falta? —No te preocupes, tengo yo. Mario se gira y en un cajón del escritorio busca la suya. No tiene problemas para localizarla bajo un folio lleno de operaciones Matemáticas que el otro día usó como borrador. Cuando se vuelve a girar, Paula está quitándose el jersey. La camiseta que lleva debajo se le sube un poco, dejando al descubierto su perfecto vientre plano y el ombligo. Mario traga saliva. "¡Uff!". —Fuera hace un poquito de frío, pero aquí se está bien —comenta la chica, mientras dobla el jersey y lo deja a un lado en la cama. Se ha quedado con una camiseta verde de manga corta en la que se puede leer "Blue" en grandes letras rosas con un signo de admiración al final. —Sí, hace frío fuera. Aquí no. Blue Jeans ~ 390 ~ Canciones Para Paula Mario no sabe lo que dice. Al menos, no lo piensa. Sus ojos permanecen fijos en Paula, que ahora se ha soltado el pelo para volvérselo a recoger en una coleta alta. —Bueno, lista. ¿Por dónde empezamos? "Podemos empezar diciéndote todo lo que te quiero. O mejor aún, empieza por mi cuello. Bésame y, mientras, te susurro al oído lo mucho que te amo, los años que llevo esperando este momento para estar a solas contigo". —Pues por el principio, ¿no? La chica se levanta de la cama con el libro de Matemáticas y el cuaderno en las manos. Lleva un lápiz en la boca que ha sacado del estuche. Deja las cosas sobre el escritorio y mira a su amigo con una divertida sonrisa. —¿Y cuál es el principio? Inesperadamente, el timbre de la casa suena. Los dos al unísono miran hacia la puerta de la habitación. —¿Quién será? —dice Mario, frunciendo el ceño. —¿Tu hermana? —No, tiene llaves. No creo que sea ella. —Pues baja y averígualo, ¿no? Era demasiado bonito para ser cierto. El chico resopla y sale de la habitación maldiciendo a quien se ha atrevido a interrumpir el mejor momento de su vida. El timbre suena otra vez. —¡Ya va, ya va! —grita cuando baja el último escalón. Atropellado, llega hasta la puerta. Otra vez el timbre. "¡Joder, qué pesado!". Abre y... ante él aparece la persona que menos esperaba ver. —Hola, Mario. ¿Ha llegado ya Paula? Diana le da dos besos y entra en la casa antes de ser invitada. Lleva su mochila colgada en la espalda y sonríe nerviosamente. —Eh... Hola... Sí, sí. —Ah, ¡qué bien! Donde caben dos, caben tres, ¿no? —Eh... Blue Jeans ~ 391 ~ Canciones Para Paula —Es que estaba en mi casa aburrida y me he puesto a pensar. Ya sé que tú crees que yo no sé hacer eso. Pensar, digo. Pero sí, yo a veces pienso. Pues eso, he pensado que ya era hora de ponerme en serio con eso de los estudios. Entonces he recordado, bueno, me ha venido de pronto a la cabeza... que vosotros habíais quedado hoy para estudiar eso de las derivadas, ¿no? Diana habla deprisa. Casi comiéndose palabras, montando una frase encima de la otra. Mario la observa callado, incrédulo y sin entender absolutamente nada. —Sí... —Pues eso. A ver si entonces, entre tú y Paula, que es mi amiga, me echáis una mano y consigo enterarme de qué va el examen del viernes. La chica suspira como si se hubiese quitado un gran peso de encima al decir todo aquello. —¡Diana! —se oye desde la planta de arriba. Paula se ha asomado para ver si Mario subía y su sorpresa ha sido mayúscula al ver a su amiga allí. Baja deprisa la escalera y se abrazan. Mario las observa en silencio. No sabe qué pensar ni qué decir, si reír o llorar. No va a quedarse a solas con Paula. Una vez más. Suspira. Podía haber sido peor, como el lunes y el martes. Ahora, al fin y al cabo, está con dos chicas como aquellas en su casa. Suspira y sonríe débilmente. Diana y Paula se acercan hasta él, lo toman cada una de un brazo y lo empujan hacia la escalera. El chico no opone resistencia. Sólo piensa en lo que podía haber sido y no será, y en que ahora, realmente, le tocará explicar de verdad el examen de Matemáticas del viernes. Blue Jeans ~ 392 ~ Canciones Para Paula sa misma tarde de marzo, en otro lugar de la ciudad. Quedan diez minutos para las seis de la tarde. Ángel está poniendo el pie de foto a algunas imágenes que ilustrarán el número de abril, un número en el que la estrella de la revista es Katia. La cantante del pelo rosa ocupa las páginas centrales en un reportaje en el que además se incluye un apartado especial con el accidente de tráfico. Y, por supuesto, para ella también es la portada. Jaime Suárez está sentado junto al periodista. Satisfecho. El director está orgulloso del trabajo bien hecho, de calidad, atrevido. Un trabajo elaborado y creativo. Y eso que no es sencillo para una publicación pequeña como la suya contar con la artista más popular del momento. Nada fácil. Con la entrevista y las preciosas fotografías de Katia está convencido de que las ventas se multiplicarán en abril. Y gran parte de culpa de todo aquello la tiene su joven empleados. Aquel chico que escribe como los dioses y al que está seguro de que le espera una gran carrera dentro de los medios de comunicación. Mientras, disfrutará de sus artículos e intentará aprovecharlo al máximo. —¿Te queda mucho? —pregunta el jefe, ahora ya más tranquilo después de un día de locos en el que casi ha resuelto todos los detalles del número. —Me falta poco. —Bien. Estoy ansioso por dejarlo todo cerrado ya. —Está prácticamente terminado. ¿Qué hora es? —Casi son las seis. —¿Ya son las seis? ¡Vaya! Debo darme prisa —señala Ángel, sin despegar los ojos del ordenador. —¿Qué pasa? ¿Has quedado con alguien? —Más o menos. En esos instantes, llaman a la puerta. Es la chica que trabaja en recepción. Anuncia una visita. —¿De quién se trata? EE Blue Jeans ~ 393 ~ Canciones Para Paula —Es Katia, don Jaime. Le he dicho que suba. —¿Katia? ¿La cantante? —Sí. Eso ha dicho, al menos. —¡Qué extraño! No me ha llamado su agente para... —He quedado yo con ella —indica Ángel, que continúa el escribiendo a toda velocidad en el PC. Jaime Suárez mira a su pupilo con sorpresa. —¿Ha quedado contigo? ¿Para qué? —Quería invitarla a un café en agradecimiento por la colaboración que nos ha prestado —contesta el periodista guiñándole un ojo a su jefe—. Ya sabe. Un poco de relaciones públicas nunca viene mal. —Ah. —¿Le parece mal? Si quiere le digo que... —No, no. Me parece estupendo. Pero... —¿Pero? —Que después del accidente que tuvo con el coche aún no se ha manifestado en público ni ha hecho declaraciones ni se ha dejado ver. Y que me partí la cara para conseguir que nos diera una entrevista porque tiene cientos de peticiones. En eso me sorprende muchísimo que hayas conseguido invitarla a un café. El chico no dice nada. Si su jefe se enterara de todo: de las borrachera, de los besos, de la noche en el hospital, de las llamada, telefónicas... —Ya ve. Soy convincente cuando quiero. —Eso parece. Demasiado convincente. —¿Es un piropo, don Jaime? —Pues no lo sé. Pero ahora que recuerdo... Katia pidió expresamente que tú fueras a la sesión de fotos, ¿no? —Sí. Allí estuve. Pero la verdad es que no fui de gran ayuda. Se produce un breve instante de silencio entre ambos. —Ángel, mírame —él obedece. Su jefe está serio y fija sus pequeños ojos marrones en los suyos—. ¿Hay algo entre tú y esa chica? Blue Jeans ~ 394 ~ Canciones Para Paula El joven periodista le sostiene la mirada unos segundos sin decir nada, sin hacer ni un solo aspaviento, sin mover un musculo de la cara... Hasta que por fin sonríe. —No. Contesta escueto y vuelve a centrarse en el pie de foto que le queda por rellenar. Jaime Suárez va a replicarle, pero no le da tiempo porque Katia entra en la redacción. El director de la revista se apresura a recibirla y estrechan sus manos: —Hola, Katia; bienvenida. —Hola, me alegra verlo de nuevo. ¿Qué tal está? —La cantante sonríe mientras saluda con la mirada a Ángel, que le corresponde con su mejor sonrisa. —Bien. Pero llevamos un día de locos. Estamos cerrando el número de abril y ya sabes lo que eso supone. Y tú, ¿cómo te encuentras después del accidente? —Ah, mejor. Gracias. Afortunadamente fue solo un susto. —La chica vuelve a mirar hacia donde está Ángel, que ahora tienes puestos sus ojos en el ordenador—. Tuve suerte y, además, me cuidaron muy bien. —Menos mal. Tienes buen aspecto. —Gracias. En ese instante el periodista se levanta de la mesa y se acerca hasta donde está su jefe y la chica conversan. Sonríen y se dan dos besos. —Bueno, don Jaime, nosotros nos vamos. Si necesita algo, llámeme. —¿Ya os vais? ¿No me dejas enseñarle a Katia cómo ha quedado su reportaje y...? —No se preocupe. Ya lo veré con atención cuando esté publicado —interrumpe ella, abriendo la puerta de la redacción Apenas puede disimular las ganas que tiene de quedarse a solas con Ángel. ¿Qué querrá decirle? —Está bien, está bien. Marchaos. —No se estrese demasiado, que ya está todo hecho. —Ahora miraré y daré los últimos retoques. —Muy bien. Pues nos vamos, don Jaime. Mañana sobre Un nueve estaré aquí. La pareja sale de la redacción, ella delante, él escoltándola, detrás. Don Jaime no sabe de qué va aquello. Sospecha que algo ocurre entre los dos. ¿Le habrá mentido Ángel y realmente es la pareja de Katia? Blue Jeans ~ 395 ~ Canciones Para Paula El director se sienta frente al ordenador, aunque no escribe nada. Reflexiona. Imagina lo que puede ser que su chico se convierta en el novio de aquella cantante. Lo cierto es que esperaba que el nombre de su discípulo apareciera escrito en las revistas más importantes, pero como periodista, no como protagonista de un romance sonado.
Posted on: Mon, 12 Aug 2013 23:51:55 +0000

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