saint seiya la saga de los caballeros negros Capitulo 01: Una - TopicsExpress



          

saint seiya la saga de los caballeros negros Capitulo 01: Una nueva amenaza Prologo Corre el año 1758, han pasado ya quince años desde el final de la guerra santa entre Atenea y el dios del inframundo Hades. El Santuario intenta recuperarse de una corta pero cruel y mortal guerra que diezmo la orden de los caballeros de Atenea hasta el punto de que tan solo dos caballeros, Shion de Aries y Dohko de Libra lograron sobrevivir. Tras la desaparición de Atenea una vez se logró la victoria ante Hades y ante la muerte de tantos caballeros durante la batalla con los espectros, el patriarca, Shion, quien había sido nombrado por la propia diosa antes de su partida de regreso a los cielos, había comenzado a trabajar en recuperar cuanto antes las fuerzas del santuario ante cualquier futura amenaza de las fuerzas de mal que pudiera surgir durante la ausencia de Atenea. La labor no sería sencilla ante la muerte de tantos caballeros, sin embargo serían estos mismos difuntos caballeros los que acabarían por ofrecer la nueva hornada de defensores de la humanidad, pues serían sus discípulos los que ocuparían su lugar como caballeros de Atenea tras ser adiestrados en su etapa final por el propio Shion. Por su parte, Dohko, caballero de Oro de Libra, había recibido el permiso de la diosa para dejar el santuario y retirarse a las montañas de los cinco picos en china. Santuario de Atenea, Grecia. En el coliseo del santuario, Saradan, caballero de plata de Copa, contemplaba desde lo alto de las gradas y apoyado en una de las columnas de piedra el combate entre dos jóvenes luchadores, que tras ser adiestrados y preparados durante años, tenían que enfrentarse con el fin de probar su valía, sus conocimientos y su fuerza, logrando el vencedor convertirse en un caballero al servicio de Atenea y vestir la armadura de bronce de Lince. Este había sido uno de los numerosos combates celebrados en los últimos meses y que habían dado lugar a la llegada de nuevos y jóvenes aprendices con el objetivo de ser dignos de vestir una armadura para luchar y dar su vida en caso de ser necesario por la diosa Atenea y su causa de proteger la justicia, a la humanidad y la Tierra. - Sabía que te encontraría aquí, no has perdido detalle alguno de estos combates, Saradan. – Comentó Jaeger, caballero de Plata de Orión y uno de los más poderosos y admirados servidores del Santuario. – Estoy siguiendo la lucha entre ambos pretendientes a la armadura y veo que Kayin ha recibido un gran entrenamiento, aunque no esperaba menos sabiendo que eres su maestro y veo que al final pudiste controlar ese carácter irresponsable que tenía cuando el patriarca te encomendó su adiestramiento y lo has convertido en un joven muy prometedor. - Reconozco que tras entrar en razón no sin esfuerzos, ha trabajado mucho y ha sabido llevar a cabo todas las pruebas a las que le he ido enfrentado estos años. – Respondió Saradan. – Aun peca de atrevimiento e impaciencia en sus ataques, pero su fuerza de voluntad y su capacidad para crecer como persona y como luchador me han hecho ver en él a un buen caballero. No obstante, solo la victoria hoy en este combate reconocerán esas cualidades y esos esfuerzos llevados a cabo durante el adiestramiento. En la arena del coliseo, la lucha entre los dos jóvenes pretendientes de la armadura de bronce del lince seguía su curso, siempre bajo la atenta mirada del Gran Patriarca Shion, quien al final decidiría el vencedor del combate y el merecedor de vestir la armadura para convertirse en un protector de Atenea. - Eres rápido, Kayin, lo reconozco, pero tus ataques no son tan potentes como los míos y por mucho que logres esquivarme, al final me bastara un solo acierto para acabar contigo y vestir al fin a la armadura del lince. – Dijo un sonriente Luwan, uno de los dos pretendientes. - Eso ya lo veremos, deberías saber ya que la fuerza no es suficiente para un caballero y tampoco para ganar un combate. – Respondió muy seguro Kayin. – Esa confianza en tu fuerza acabara siendo tu perdición, pero para mi eso es una buena noticia, significara tu derrota en este combate. Furioso por las palabras de Kayin, el joven Luwan concentro sus cosmos y lanzo un potente ataque con su puño derecho que no logró alcanzar a Kayin, quien con un impresionante salto de varios metros de altura, saltó por encima de su enemigo, situándose a su espalda. - ¡¡¡Ya eres mío !!!...¡¡¡Garras del Lince!!! – Gritó Kayin al mismo tiempo que concentro sus cosmos. A pesar de que Kayin se encontraba en una buena posición para atacar a su enemigo dado que se encontraba a su espalda, el joven luchador no preparo bien el ataque al atacar demasiado rápido y Luwan tuvo tiempo de reaccionar, no solo evitando el ataque de Kayin, si no también logrando un contraataque que acabó con Kayin saliendo volando por los aires y cayendo violentamente contra el suelo. - Ese ha sido un duro golpe y Kayin lo ha recibido de lleno. – Comentó Jaeger, caballero de Orión al maestro de Kayin, Saradan de Copa– Parece que efectivamente llevabas razón al afirmar que tu discípulo era muy impaciente y no sabia esperar al mejor momento para lanzar un ataque. Kayin aun permanecía en el suelo ante el terrible golpe asestado por su rival, lo que hizo que el Patriarca se pusiera en pie con la intención de dar como vencedor del combate a Luwan y otorgarle el honor de vestir la armadura de bronce del lince. - No puedo rendirme ahora, todos estos años me he entrenado muy duro para este momento, para cumplir mi sueño….mi sueño no, mi destino de ser caballero al servicio de Atenea. – Se dijo para si mismo el joven Kayin mientras intentaban reaccionar.- Maestro…has dedicado tus esfuerzos, tus energías durante estos años para enseñarme todo acerca de ser un caballero, me has transmitido tus valores y tus conocimientos como servidor de Atenea, fuiste paciente conmigo cuando simplemente no valoraba como debía la oportunidad que se me había blindado…no puedo rendirme…no lo haré. Mientras Luwan se mostraba muy sonriente mirando fijamente el cuerpo tendido en el suelo de su enemigo la espera de la decisión del Patriarca, Kayin se puso en pie no sin dificultades y con una mirada desafiante fijada en su oponente, concentro toda su energía al máximo. - No es posible, estaba moribundo tras mi ultimo ataque, ¿Cómo puede ponerse en pie y concentrar esa energía?. – Dijo un desconcertado Luwan. Con un gran salto y concentrando al máximo sus cosmos, Kayin lanzo un ataque usando su pierna derecha para golpear a Luwan. Sin embargo, este logró eludir el ataque e intentó contraatacar de nuevo con el golpe con el que minutos antes había logrado derribar a su oponente por primera vez. - Eso no te servirá de nuevo conmigo. – Dijo Kayin. Kayin logró esquivar el ataque de un Luwan aun sorprendido por la reacción de su rival cuando ya se suponía que estaba derrotado e inmediatamente contraataco con su golpe “Garras del Lince”, el cual impacto de lleno en Luwan, desplazándolo varios metros por el aire para finalmente caer al suelo inconsciente. - Lo he logrado, he vencido!!!. - Repitió un Kayin lleno de alegría. - Como ves, Jaeger, te dije que era muy impaciente en sus ataques tal y como me recordabas, pero también te dije que era un joven con una gran fuerza de voluntad y una gran capacidad para aprender. – Dijo orgulloso el caballero Saradan de Copa al ver la victoria de su joven discípulo. - Kayin…has logrado superar los obstáculos de tu duro entrenamiento y has conseguido una trabajada victoria en un combate de igual a igual para tener la oportunidad de vestir una de las armaduras al servicio de la diosa Atenea. Tu entrega y fuerza de voluntad te han llevado a superar todos los retos que se te han presentado, venciendo a todos los oponentes dispuestos a luchar por llegar a este combate final y optar a la armadura. – Expuso el Patriarca ante el silencio que invadía todo el coliseo. – Tu victoria ha demostrando que eres digno de luchar por la justicia y la paz, así como defender a la diosa que protege y vela por la seguridad de la humanidad. Es por ello que a partir de ahora serás conocido como Kayin…caballero de Bronce de Lince. Con gran nerviosismo, Kayin veía como la caja sagrada que guardaba la armadura de bronce de Lince comenzó a brillar y a desprender una poderosa energía. Inmediatamente, la caja se abrió y las piezas que componían la armadura se dirigieron hacía el cuerpo del joven. - Es increíble, siento la energía de la armadura en mi interior, es una sensación que no puedo describir…jamás pensé que tendría estas sensaciones, me veo capaz de lograr cualquier cosa que me proponga. – Murmuró un Kayin aun envuelto en la alegría por su victoria y tras haber sido embestido con la que ahora era su armadura. - Kayin. – Dijo el Patriarca. – Atenea ha visto en ti a alguien merecedor de vestir una armadura sagrada, recuerda que solo debes usar la armadura y tus poderes para hacer el bien, para defender a los inocentes y la justicia, siendo tu deber proteger a la diosa Atenea y al mundo de las fuerzas del mal que intentarán siempre obtener la victoria. - Asó lo haré. – Respondió Kayin. Una vez finalizado el combate y tras hacer entrega de la armadura, el Patriarca dejo el coliseo para dirigirse a sus estancias, en la parte mas alta del santuario. Mientras tanto y al mismo tiempo que todos los presentes se iban retirando, Kayin se dirigió rápidamente hasta donde se encontraba su maestro, el caballero de plata Saradan de Copa. - Maestro, lo he logrado, he logrado encontrar mi fuerza interior, la explosión de mi cosmos interno y he logrado la victoria ante mis oponentes. – Dijo entusiasmado el joven caballero. - Has luchado con gran valentía, mi joven alumno. – Respondió Saradan. – Ahora has adquirido unas responsabilidades como caballero que tendrás que cumplir dando lo mejor de ti mismo, ahora eres un caballero de Atenea y deberás actuar como tal siempre. - No lo dude, daré lo mejor de mi mismo a la hora de defender a Atenea de aquellos que intenten hacer el mal. – Dijo Kayin. - Estoy orgulloso de ti, del trabajo que has llevado a cabo estos años, derrotando a tantos enemigos en el camino para obtener la victoria. – Comentó Saradan. – Ven, acompáñame, iremos a curarte las heridas de inmediato, te has ganado un descanso. Siguiendo los pasos de su maestro, Kayin se dirigió hacía una zona donde había varias pequeñas casas de piedra y donde habitaban alguno de los caballeros y sus discípulos. Durante su recorrido, Kayin fue llamado por un joven que sentado sobre una pequeña muralla de piedra, le observó muy sonriente. - He visto tu combate, Kayin, ese último golpe ha sido increíble aunque por otro no esperaba menos, tenía claro que Luwan no podría vencerte. – Dijo el joven, quien no era otro que Danar, recientemente embestido con la armadura de bronce de la corona Austral. - Gracias, yo también estuve en el combate que te enfrentó a Tesar por la obtención de la armadura de la Corona Austral. – Respondió un sonriente Kayin. - Al final ambos hemos cumplido la promesa que nos hicimos de superar todas nuestras pruebas y nuestros enemigos para finalmente conseguir vestir las armaduras. – Dijo un sonriente Danar, quien había sido amigo de Kayin desde niños. - Excelente combate el que llevaste a cabo para conseguir tu armadura, Danar, te felicito por saber enfrentarte a un enemigo tan importante como era Tesar. – Intervino Saradan. - Gracias, pero es cierto, por unos momentos pensé que no podría derrotar a ese mastodonte y que mi destino no era el de ser caballero de Atenea. – Respondió Danar. – Sin embargo durante el combate hubo un momento donde sentí que mi cosmos explotaba en mi interior, que la energía del universo brotaba de mi cuerpo dándome las fuerzas suficientes para derrotar a mi oponente. - Ahora recuerda hacer un buen uso de tu armadura. – Dijo Saradan. – Debes saber que su anterior portador era un valeroso caballero con una gran fuerza de voluntad y sacrificio, quien derroto a nada menos que siete espectros antes de caer valientemente junto a otros muchos guerreros en la batalla contra el dios Hades. - Lo tendré presente, puede estar seguro, maestro. – Respondió Danar. A pesar de no ser su maestro, Danar guardaba un profundo respeto hacía Saradan, quien formaba parte del consejo de caballeros, que estaba a cargo de la seguridad en el santuario y el adiestramiento de caballeros. Tras despedirse de Danar, Saradan y su joven alumno prosiguieron su camino hacía una de las casas cercanas. Isla de Fuego Un joven caballero corría a toda velocidad y mirando repetidamente a su espalda, su aspecto era el de alguien asustado y nervioso, presentando además diversos cortes en distintas partes de su cuerpo, así como numerosas magulladuras como consecuencia sin duda de un combate. Con rápidos saltos, el joven esquivaba los distintos terraplenes y pequeñas zonas rocosas que formaban parte de la gran mayoría del territorio de la Isla. De repente y pillándolo por sorpresa, el joven se vio alcanzado por una enorme onda expansiva compuesta por rocas y polvo, llegando incluso a dejarle ciego sin poder ver nada a su alrededor. - No estarías pensando en abandonarnos así sin mas, ¿no?. – Dijo una voz cuya procedencia el joven no podía distinguir aun por el polvo levantado. – Ya durante el combate supe que eras un cobarde al no afrontar tu destino y morir luchando y veo con esta huida a toda velocidad que mi pensamiento sobre que clase de persona eres, era correcto. - No tengo por que darte explicaciones, tengo un deber que cumplir y eso es mas importante que cualquier otra cosa. – Respondió el joven. – Aceptare mi destino y si tengo que morir, lo haré como un caballero de Atenea, pero no sin antes cumplir con mi obligación de avisar al Santuario de vuestra amenaza y presencia en esta isla. - Eres un estúpido. – Señaló la extraña voz. – Su hubieras combatido, tu muerte hubiera sido rápida como la de los otros jóvenes y no como será ahora que he dado contigo, ya que pienso hacerte sufrir por tu cobardía antes de darte el golpe de gracia. El polvo levantado por la onda expansiva se fue desvaneciendo y poco a poco la visibilidad se fue haciendo más fácil para el joven caballero. Tras unos segundos intentando recuperar el aliento y tras observar los alrededores, el joven al fin localizó al su perseguidor y ahora contrincante. - Ha llegado tu hora…muchacho. – Dijo el extraño individuo instantes antes de saltar de lo alto de terraplén cercano y posicionarse frente al joven caballero. Tras tener claro que no podría eludir el combate, el joven muchacho que vestía la armadura de bronce de la Liebre, comenzó a intensificar su cosmos ante la atenta mirada de su oponente, quien en ningún momento se quitaba una ligera sonrisa que invadía su rostro. - Veo que por fin te has decidido a combatir como un caballero, lastima que sea para morir, por que espero que no pienses que tienes alguna oportunidad de vencerme, ¡¡insecto!!. – Dijo muy confiado el extraño contrincante. Si responder a las palabras de su rival, el joven caballero de bronce dejo su posición y se lanzó rápidamente contra su enemigo, lanzando una serie de puñetazos que a pesar de la insistencia y la velocidad mostrada por el joven, eran en todo momento esquivados por el enemigo. - ¿Esto es todo lo que sabes hacer?, que terrible decepción. – Dijo muy sonriente el extraño caballero rival. – Si no tienes mas recursos que estos, creo que terminare contigo antes de lo esperado y eso no me agrada en absoluto, esperaba divertirme un poco, pero va a resultar que eres incluso mas insignificante que los aprendices a los que he dado muerte antes de salir en tu persecución. Tras estas palabras, el extraño caballero comienzo a concentrar su cosmos. Una aureola de color morado comenzó a rodear su cuerpo por completo, cuerpo que portaba una armadura oscura como la noche y de origen desconocido para el caballero de bronce de la liebre, ya que no había visto antes nada igual a dicha armadura. - ¡¡¡Que la cólera del Centauro acabe contigo!!!. – Gritó el caballero ante el rostro de preocupación que mostraba el joven caballero de bronce. Juntando sus manos a la altura del pecho y abriéndolas instantes después señalando ambas palmas a su enemigo, un poderoso haz de energía salió de sus manos, golpeando violentamente al caballero de bronce, quien si poder evitar el fulminante ataque, salió volando por los aires a varios metros de distancia. - Vaya, tal y como pensaba, eres patético y no podrías ofrecerme un buen combate ni aunque quisieras. – Comentó arrogantemente el caballero de armadura negra. - Aun no he dicho mi última palabra y aunque pierda este combate, te aseguro que no te daré un combate fácil del que puedas salir tranquilamente. – Dijo el caballero de bronce mientras intentaba ponerse en pie tras el ataque recibido. - ¿Aun sigues vivo?, parece que duraras mas de lo que pensaba, eso es una buena noticia…para mi, claro esta. – Afirmó el caballero. – Sin embargo me temo que no es una buena noticia para ti, pues te tengo preparada una muerte lenta y dolorosa ahora que veo has aguantado mi ataque. - ¡¡¡Por el salto de la liebre!!!. – Gritó el joven caballero. Con un potente salto cuando parecía estar sin fuerzas, el caballero de bronce voló varios metros de altura y rápidamente se abalanzó contra su oponente usando su pierna derecha como si de una lanza se tratara con el fin de golpear a su enemigo. - ¿Crees que podrás ni tan siquiera tocarme con un ataque tan ridículo como ese?. – Dijo el caballero rival alzando sus brazos preparándose para atajar el ataque. Cuando parecía que llegaría el contacto entre ambos caballeros, el joven caballero de bronce desapareció instantes antes de contactar su pierna con los brazos de su oponente. Sin demora alguna y pillando por sorpresa un desconcertado enemigo, el caballero de la liebre, quien en ningún momento había dejado su posición original, lanzo su puño derecho contra el enemigo, siendo alcanzado este de lleno en el pecho y siendo desplazado varios metros hasta finalmente caer al suelo. - No pensaba que podría atacarme con tanta fuerza, me he dejado sorprender por este miserable. – Murmuró el caballero de armadura negra. - Como ves, no te resultara tan fácil acabar conmigo, caballero. – Dijo un sonriente caballero de la Liebre. - Pobre insensato, tu golpe me ha pillado desprevenido, lo reconozco, pero si piensas que con esa clase de golpes me vas a derrotar… - Respondió el caballero negro. – Te enseñare que no tienes nada que hacer contra mí. - Debo hacer todo lo posible para aguantar sus ataques y buscar la manera de avisar al santuario de este ataque. – Se dijo para si mismo el joven caballero. –No puedo dejarme derrotar por él y que su ataque quede impune. - ¿Estas preparado?...- Preguntó muy sonriente el caballero Negro al mismo tiempo que sus cosmos comenzó a concentrarse ante un inminente nuevo ataque. - ¡¡¡ Por la coz del centauro!!!. Acercándose a una increíble velocidad al cuerpo del caballero de bronce, el caballero negro golpeó fuertemente al joven a la altura del estomago usando su rodilla derecha en primer lugar y posteriormente la rodilla izquierda para lanzar contra el suelo a su enemigo. - Estoy empezando a cansarme de esto, creo que acabare contigo de una vez por todas pues ya no me divierte este combate. El joven caballero de bronce intentó levantarse no sin dificultades tras quedar seriamente herido tras el último ataque de su enemigo. Nada mas ponerse en pie tras un duro esfuerzo fue alcanzado de nuevo por la el golpe de La Cólera del centauro, siendo de nuevo desplazado a varios metros de altura para finalmente caer al suelo de forma violenta y no solo con heridas visibles en distintas partes de su cuerpo, si no con su armadura desquebrajada por varias zonas. - ¿Aun te levantas?...reconozco tu fuerza de voluntad, muchacho, a pesar de recibir un golpe tan fuerte como ese en tu estado, aun te quedan fuerzas para ponerte en pie. – Dijo el caballero Negro. – Estoy impresionado, lo reconozco, pero me temo que tus esfuerzos no servirán de nada. Si responder a su oponente y realizando un visible esfuerzo para mantenerse en pie, el joven caballero de bronce cerró los ojos y comenzó a concentrar la poca energía que aun le quedaba con el fin de aumentar sus cosmos nuevamente aunque eso pudiera costarle la vida dado su estado físico. Poco a poco, una pequeña aureola blanquecina comenzó a rodear el cuerpo del inmóvil caballero mientras su oponente no acababa de comprender la acción que el caballero de la Liebre estaba llevando a cabo. Santuario de Atenea, Grecia Oridan, caballero de Plata de Canis Major se disponía a acudir de nuevo al coliseo del santuario con el fin de ver algunos combates entres jóvenes aprendices que algún día intentarían convertirse en caballeros al servicio de Atenea. A pesar de no tener actualmente ningún alumno a su cargo, Oridan siempre se había mostrado interesado en los combates entre los candidatos y su opinión siempre era de gran interés para el patriarca Shion, dado que estaba considerado como uno de los caballeros más poderosos y sabios del santuario. - ¿Cómo?...siento una extraña energía…una fuerza cósmica muy débil. – Dijo para si mismo el caballero de Plata. – Creo que alguien intenta comunicarse conmigo telepáticamente. - Maestro…¿puede oírme?...maestro. - ¿Shuni?, ¿eres tu?...- Preguntó un desconcertado Oridan. - Si, maestro, soy yo, su discípulo. – Respondió la extraña voz que había contactado con Oridan. – Estoy usando toda mi energía para poder comunicarme con usted con el fin de revelar una amenaza para el santuario de la que hay que informar al patriarca. - ¿Qué sucede, Shuni?...¿estas en peligro?. – Preguntó Oridan. - Maestro, la isla de fuego ha sido atacada por unos extraños caballeros que visten unas armaduras que nunca había visto, unas armaduras negras. – Reveló el joven caballero de la Liebre. – Llegaron por sorpresa y atacaron el campo de entretenimiento. Muchos de los jóvenes aprendices han muerto y el resto…del resto no se nada, maestro. - ¡¡¿Cómo?!!...Shuni…¿no has podido averiguar quienes son esos caballeros?...me preguntó que les llevaría a atacar una isla de aprendizaje a cargo del santuario. – Dijo el caballero de Plata. - Maestro, el santuario debe enviar inmediatamente a sus caballeros y reestablecer el orden en la isla, no se que intenciones tienen, pero… En ese momento, la conexión telepática se vio interrumpida ante el desconcierto de un Oridan aun sorprendido por la información revelada por su antiguo alumno. Al mismo tiempo y en la isla de fuego, el cuerpo sin vida del joven caballero de bronce cayó al suelo tras ser alcanzado por la espalda por un fuerte golpe que llego incluso a romper en mil pedazos el casco de su armadura. - Neso, se te ordenó acabar con la vida de este miserable caballero de bronce lo antes posible y sin embargo no solo te encuentro aquí perdiendo el tiempo en este ridículo combate, sino que has dejado que este insecto se comunique telepáticamente seguramente con alguna persona en el santuario. – Dijo un segundo caballero de armadura negra que apareció en lo alto de un terraplén cercano y el cual había sido el responsable de la muerte del caballero de bronce. - ¿Qué dices, Malin, ¿estas seguro de eso?. – Preguntó un sorprendido Neso.- Apenas tenia fuerza para levantarse, mucho menos para concentrar sus cosmos hasta el punto de poder comunicarse con alguien. - Creo que los golpes que has recibido te deberían servir de advertencia para que no te confíes en un combate. – Señaló Malin. – Puede que este caballero no fuera lo suficientemente poderoso para derrotarte, pero yo que tu me andaría con cuidado en el futuro o alguno de los caballeros del santuario te pueden dar una sorpresa. En cualquier caso, se te dieron unas precisas instrucciones, la próxima vez obedece sin demora alguna o puede que en el futuro seas tu quien yazca sin vida en el suelo. - No se por que te pones así, este caballero no podría haber salido de la isla y me estaba ocupando de él antes de que intervinieras. – Respondió Neso.- Por mucho que lograra contactar con el santuario, cosa que aun esta por demostrar, sabíamos que tarde o temprano el santuario se enteraría y en cualquier caso, tardaran en enviar a alguien, no debes preocuparte. - Todo eso no importa, yo solo te aviso, luego tú haz lo que quieras. – Dijo Malin con cara rostro y mirada seria. – Ahora…vamos, volvamos al campamento, nuestros soldados han comenzado a registrar la zona tal y como estaba previsto. - Me pregunto si habrá logrado realmente contactar con alguien en el santuario. – Reflexiono Neso de Centauro con la mirada perdida en el cielo. – En cualquier caso, si el santuario envía a sus caballeros, correrán el mismo destino que los que habitaban esta isla jaja. CONTINUARA…
Posted on: Fri, 28 Jun 2013 16:29:21 +0000

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