san-pablo.ar/ Casi a diario, utilizamos respuestas que generan - TopicsExpress



          

san-pablo.ar/ Casi a diario, utilizamos respuestas que generan una desvalorización en los demás. A veces, inconscientemente, y otras, no tanto. Algunas con premeditación y alevosía. Otras por un descuido imperdonable. Lo importante es bloquear al otro/a para no permitir que exprese sus sentimientos. Los archiconocidos “tienes que hacer esto o aquello” y los “debes ser” son afirmaciones que implican un ordenar, un dirigir para que el otro/a perciba una falta de confianza. Este comportamiento bloquea y causa impotencia, la cual, a su vez, origina resentimiento, resistencia y enojo. Si a esta actitud le agregamos una amenaza del tipo “si no haces esto, te pasará…”, el cuadro queda completo. Nada mejor que sermonear con una postura de “dueños de la verdad” para demostrarle al otro la poca confianza que tenemos en su capacidad de pensar, hacer críticas o sostener valores propios. “Lo que dices no tiene ningún valor…” ayuda a deteriorar su autoestima; por eso, creerá que nadie lo quiere y que no merece nada. Así, la persona se sentirá temerosa y sometida; la invadirá la culpa, se convencerá de que es una persona inútil, inferior, y se volverá dependiente. Pero, si aún existe un atisbo de tratar de dar su propia opinión, se acudirá a la experiencia para decir lo que es bueno o malo para él/ella, con una serie de argumentos lógicos y superiores. Al provocar este sentimiento de inferioridad, se logra que el otro haga lo que uno desea que haga. La contracara de todo eso sería elogiarlo en demasía con el fin de manipularlo. Asimismo, ridiculizar sus conductas, opiniones o pensamientos se usa como medio infalible para paralizar a alguien. Frases como: “lo que dijiste es una tontería” son las más acertadas para este tipo de desvalorización. Hay quienes gustan de interpretar, analizar, diagnosticar. “Lo que pasa es que buscas llamar la atención”, “esto es consecuencia de que siempre fuiste un mimado”. Este “psicoanálisis salvaje” ostenta superioridad. Actúan produciendo frustración y amenaza. La consecuencia es el alejamiento del otro porque compartir sus sentimientos y mostrarse tal cual es le resulta peligroso y desintegrador. “Ya se te pasará”, “no te preocupes…” Al tratar de tranquilizar, compadecer o consolar a una persona, cuando se enfrenta a una situación que le produce ansiedad, puede ser tomado como señal de falta de comprensión y de que lo que siente es equívoco. Una manera más de suscitar desconfianza y baja autoestima. Preguntar y repreguntar, cuando alguien nos está confiando algún problema, es, de alguna manera, desvalorizar lo que está diciendo y padeciendo. Muchos “cuándo”, muchos “dónde” contribuyen a poner en duda y limitar la libertad de revelar lo que se siente. Los chistes y las bromas, tratar de que el otro piense en otra cosa, en medio de un conflicto, pueden lastimar y herir. Como decía Ghandi: “Nadie puede hacer el bien en un espacio de su vida, mientras hace daño a otro. La vida es un todo indivisible”. La vida es un constante aprender y desaprender, un continuo proceso donde es necesario hacernos responsables de nuestros actos. Somos vidas que tocan otras vidas, y cada acto nuestro genera una reacción. Debemos aprender a anticipar qué sucederá si actuamos de tal o cual modo. No perderemos la espontaneidad, sino que aprenderemos a construir vínculos más positivos. Expresarse de una manera que invite a los otros a compartir sus opiniones, ser flexibles o escuchar activamente facilitará una interactividad que llenará de plenitud tanto a uno como a los demás. Como decía la Madre Teresa: “No debemos permitir que alguien se aleje de nuestra presencia sin sentirse mejor y más feliz”. Autor: Joaquín Rocha
Posted on: Tue, 27 Aug 2013 10:44:23 +0000

Trending Topics



Recently Viewed Topics




© 2015