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u EL PREDICADOR Empilchado de primera, afeitadito y bien alimentado, se internó Gauna por los caminos del Señor para iniciar su oficio de Predicador. Poco a poco y con mucha paciencia vio que los fieles se le iban acercando atraídos por su palabra. Sólo el Malacara, que conocía el paño del viejo, sabía que en algún momento iba a pisar el palito, y mientras pastaba aprovechando los buenos vientos, escuchaba sus prédicas desconfiando de su redención. -¿De ande habrá sacao tanto palabrerío? – pensaba –¿se habrá ganao una Biblia en alguna partida e truco y se la aprendió de memoria el disgraciao? No se equivocaba el animal. Cuando el viejo besaba un poco de más la damajuana comenzaba a disparatar. Llamaba “barbudo” a Jesucristo. “Pata e lana” al Espíritu Santo y “hembra infiel” a la mismísima Virgen María. Ni qué hablar de la fama de “adornao” que le había hecho al bueno de San José el carpintero. -Hay que vigilar bien a las hembras porque de sus traiciones no te salva ni el Diablo – decía con inquina-y después vienen con el cuento del Espíritu Santo las muy guachas. ¡Qué joder!... Y si no pa´ejemplo valga el de la Margarita, que en cuantito me descuidé se jué pa Tucumán, de seguro pa meterme las guampas. Poco a poco el fervor de los aleluyas se fueron acallando. Los paisanos se miraban desconfiando. El auditorio era cada vez más raleado y el Malacara sentía vergüenza ajena por los disparates del viejo. En la piecita que el pastor le había prestado en el fondo del patio, apilaba con descaro botellas y damajuanas que había atesorado con la trampa de las sanaciones y los milagros, burlándose de la buena fe de los fieles. Siempre había algún sotreta que se prestaba al juego sucio de Gauna, simulando alguna “ceguera” que el Pastor curaba asombrando a los inocentes seguidores de su palabra. Detrás de la casa tenía un corralito con gallinas y algún que otro chivito librado a la suerte de su filoso facón. Gauna, que era loco pero no comía vidrio, se dio cuenta que la cosa se estaba poniendo fulera, que hasta el Malacara lo miraba con rencor y los paisanos le retiraban la confianza. Antes de quedar pelado del todo o recibir alguna tunda, largó el oficio de Predicador y una madrugada, con la mitad de las pertenencias, dejó los pagos de Valcheta entre gallos y medianoche. Otra vez el Malacara, abrumado por su destino, pensaba con amargura: ¿Adónde vamos a parar ahora?... ¡Este viejo hijo´ una gran siete no se compone más carajo! Era entrado marzo cuando Gauna dejó los pagos de Valcheta. Había viajado ya una punta de leguas, no le quedaba ni un patacón en la maleta y al Malacara le sonaban las tripas como tormenta de verano. Bajando la última cuesta se divisaba ya el rancho de don Victorino Bustamante, un viejo amigo de Gauna, que de sus andanzas sabía un montón. -Algo me dice que vamos a apaciguar la hambruna – pensó el viejo. Al llegar encontró a Bustamante apilando unos cueros para llevar a la barraca. Al reconocer al viejo lo saludó con un: -¿Cómo le va “Predicador”, subrayando con ironía esta última palabra. El viejo notó el tonito sarcástico y respondió con elocuencia. -Muy bien, amigo, gracias. El “•Señor” me ha premiao devolviéndome la salú a mi y al Malacara también. Estamos buscando ahora otros horizontes… -¿Y pa dónde van? – si se puede saber… El viejo aspiró profundo antes de contestar porque un olorcito a guiso le flameaba delante de las narices, haciéndole brotar agua en la boca. -Pal norte – dijo luego- a buscar algún conchavo. -¿Y qué idea le anda rondando al respeto?...si se puede saber- dijo el paisano.- Que yo sepa la cosecha ya terminó a no ser que ligue algo pa la poda… - No amigo, eso ya no es pa mí – Capaz voy a hacer algún trabajo social aprovechando mi experiencia… --¿Y qué es eso de trabajo social?... Digo… -Me viá agregar al piquete de la 22 …¡Yo soy hombre e campo y al campo le debo la vida, y si hay que quejarse me quejaré qué joder! -¿Y de qué se va a quejar si usté nunca trabajó?…Del campo también es del zorro y no protesta al pedo vea. - No me ofenda amigo Bustamante… Ni soy zorro ni hablo al pedo. Ya bastante he sufrido las injusticias y ahí está el Malacara que no me deja macanear… El Malacara escucho el desvergonzado discurso de Gauna y pensó- -¡Si será mentiroso viejo mal nacido, y de yapa meterme a mí en el baile!...Lo que me faltaba, hacerme piquetero… Bustamante se percató de lo tirante de la situación y para romper el hielo dijo: -Me parece que estamos hablando de hambre compadre No es bueno hablar con las tripas vacías y el garguero reseco…Estoy cocinando un guisito de lentejas ¿No quiere que lo compartamos? Ante una propuesta tan tentadora al viejo se le cambió la cara y el parecer. Sin dudar un instante entró al rancho, se echó para atrás el sombrero, se sentó a la mesa sin hacerse rogar y entre trago y trago se comió todo como si fuera la última vez, olvidándose del piquete y de sus ideales de justiciero. Unas horas después, cuando el guiso le llegó a las tripas, el aire a su alrededor se empezó a poner denso… Desde el patio, el Malacara percibió los efluvios y comenzó a fruncir el morro y a hacerse viento con la cola mientras salía campo afuera sin disimular la bronca. -¡ Pa tu abuela esas perdices, viejo chancho! ¡ Encima la va de piquetero y se vende por un plato de lentejas!... ¡La pucha, que viento tan jediondo que corre pos estos pagos, carajo!... En el rancho el viejo dormía la “mona” y seguía soñando con el piquete. De tanto en tanto se sobresaltaba y transpiraba frío soñando que saltaba como rengo en tiroteo para zafar de los garrotazos de la autoridá- Silvia Angéñica montoto Un poquito de humor con mi amigo Gauna
Posted on: Tue, 16 Jul 2013 21:35:02 +0000

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