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uevamente en un profundo sueño. -No más Lucas, por favor -le dije– no más, ya estuvo bien así. Me da pena verlo así a Carlos.-Le pedí, no muy convencida-. -Solo un poquito, déjame penetrarte un poco.–me pidió-Te juro que no voy a acabar, solo quiero estar un rato dentro tuyo. -¿Y si despierta?-pregunté-. -Míralo, ¿Tu crees que va a despertar?. No se despertaría ni aunque se la metiera por el culo -me dijo-. Yo sonreí, y subiéndome el vestido me puse encima de él. Me iba sentando sobre su pene, mientras sobre su hombro te miraba compadeciéndote. Lucas me agarraba la cola a medida que me penetraba, apretando fuerte mis nalgas las separaba y dejaba libre el paso de una brisa por mi pequeño ano. La forma en que comenzó a cogerme no tenía nombre, me comía las dos tetas a medida que yo cabalgaba desesperada sobre su tranca. Me decía una y otra vez puta, me pedía que te mirara, que observara bien los cuernos que te estaban saliendo y que disfrutara de una vez por todas de un verdadero hombre. Y le hice caso, mientras él me cogía te observé, y sentí una extraño placer indescriptible. Lo siento Carlos, pero esa es la verdad. Me encantó que Lucas me cogiera a solo un metro tuyo, que me usara sin realmente importarle nada. Al cabo de unos minutos de un verdadero goce cambiamos de posición, me puse de espaldas a él apoyando mi pecho en el volante. Sentía que los movimientos que producíamos te harían despertar, pero la verdad es que si lo hubieras hecho no me habría importado, estaba dispuesta a seguir hasta que acabáramos los dos. Lucas no dejaba de manosearme los pechos, pasando sus manos bajos mis brazos los apretujaba deliciosamente. Yo me recostaba sobre él, que aprovechaba a besarme el cuello. Después de unos minutos de penetración furiosa llegó mi orgasmo, entre gritos de placer me retorcía a medida que perdía ritmo. Me desmonté de Lucas rápidamente sentándome en mi asiento, y tirada sobre su falda comencé a mamársela hasta que llegó su orgasmo. Logré sacarla de mi boca justo en el momento en que empezaba a lanzar los primeros gotones de semen; los restos colgaban de mis labios, de mi pera, de mi pelo, del borde del asiento y algunas llegaron a manchar tu pantalón. Aún colorado, el glande relucía una mezcla de fluidos que me llamaban a limpiar. Su pene perdió volumen en mi boca, y recomponiéndome en mi asiento me limpié con mi pañuelo los restos de semen del rostro. Luego de limpiarte el pantalón, le pedí a Lucas que nos alcanzara hasta el departamento. Al llegar te bajamos entre los dos, te dejamos en la habitación, nos dimos un apasionado beso y se retiró. Esta es la verdad de lo que ocurrió aquella noche. La decisión que tomes luego de leer estas líneas, sea cual fuere, yo sabré respetarla. Recuerda que a pesar de todo te quiero, y yo no quiero que lo nuestro se acabe. Espero tu respuesta. Te quiere, Mónica.
Posted on: Wed, 19 Jun 2013 03:28:06 +0000

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