un escrito de una oyente, flor de apellido pegó. Laura - TopicsExpress



          

un escrito de una oyente, flor de apellido pegó. Laura Mastellone: ¡Cuánto se habla de educación!, se paga por educación, se lucha por la calidad de la educación, se muere por falta de educación, se excluye en nombre de la educación, se manipulan y se destruyen destinos a nivel mundial bajo semejante bandera: LA EDUCACIÓN. Esto no es nuevo, pero sí, urgente: Necesitamos replantearnos las ideas que impone este sistema, este modo dañino de la modernidad de estructurar, analizar y evaluar las experiencias escolares. Necesitamos renovar conceptos y redescubrir la educación desde un punto de vista evolucionario, placentero y emancipador. Pero el principal inconveniente frente a este objetivo es que el docente no atraviesa, en su propia formación, un proceso de estas características; lo cual resulta ser una ironía, ya que es el primer eslabón de la cadena educativa -por llamarle de alguna manera-. El docente está formado para, a su vez, formar personas que continuarán traspasando lo que aprendieron a otros, que serán padres, hermanos, docentes, etc., enseñando mediante el ejemplo y a lo largo de su vida cómo y para qué vivir. Los resultados son los siguientes: Padres, madres, tutores y docentes nos enamoramos de la idea de enseñar “cosas” a personas que “no saben lo que deberían saber”, de actuar como héroes y heroínas poseedores de la verdad, como seres altruistas favoreciendo destinos, corrigiendo “errores” e inculcando valores (moral, ética, sabiduría, respeto y todo eso que creen comenzar a portar automáticamente lxs docentes al recibir su título, y los padres al convertirse en tales autoridades). Cuando en realidad, educar sólo es una inconsciente necesidad de encuentro con lo que se desconoce de unx mismx en el inmenso espejo que es el otro, lxs alumnxs o lxs hijxs. Y al no encontrarnos en ellxs o al no recibir los reflejos anhelados, lxs castigamos, lxs presionamos, lxs desaprobamos… sin dudas, sin escrúpulos, sin pudor y con toda la legalidad de nuestro lado. Porque nos muestran lo vergonzoso, lo negado, las sombras, las dudas, lo que tanto tememos, lo peor de nosotrxs para nosotrxs mismxs. Estas formas no hacen a un acto altruista, desinteresado. A través de estas formas se establece, al mismo tiempo que se niega, una relación esencialmente violenta. El educador invita, así, a sus alumnxs a la auto-negación. De este modo, el sistema invita a la sociedad a la negación y al rechazo. A la negación de sí mismo de cada individuo en sí mismo, y luego en el otro, es decir, al rechazo por el otro. Definitivamente, para crear un sistema educativo liberador, debemos hacer luz en la figura del docente. Lo que implica su formación, su cosmovisión, las formas de su propia conciencia, el lugar desde el que va a presentarse y a participar en la construcción de sentido (el contenido y la figura del alumno serán consecuentes). Veremos que en la propia ignorancia, hija no reconocida de un engañoso y sobrevalorado título, acaba seducido al docente con la idea de cierta superioridad. Y la educación se convierte así, en egocentrismo, en una falsa y pasional seguridad; y en una serie de evaluaciones que sirve a una revancha personal, legalmente encubierta, contra la parte de la sociedad que inicia su búsqueda existencial desde el alarmante papel inferior que le hemos asignando desde siempre. Tradicionalmente, tanto padres como docentes, nos (de)formamos voluntariamente como censuradores de subjetividades. De la misma manera, nos auto-consolamos y justificamos nuestras prácticas alegando altruismo, viejos discursos de “bien común”, y una idea de “deber” contradictoria, que implicaría hacer responsables a otros sujetos de nuestros propios deberes. Y esta postura de des-responsabilización lleva ya demasiados siglos de legitimación. Leyendo Semiología Psiquiátrica y Psicopatía del Dr. Hugo Marietán, contemplé estas palabras: “El psicópata es una persona que puede tolerar mucha presión, puede aguantar castigos, y aún así, mantenerse en una posición. Esto obliga al complementario a doblegarse, porque la posición del otro es irreductible; lo pone en la opción de: “es esto o nada”; “tómalo o déjalo… si puedes”. El complementario termina luchando, no contra el psicópata, que es inmodificable, sino contra sí mismo, contra su conciencia del propio valor. Y se obliga a doblegarse. Este obligarse a hacer, en el que ve menoscabada su persona, es altamente doloroso. Pero es mayor el sufrimiento que provoca la no presencia del psicópata, esto hace que el complementario pague la factura y continúe con la relación. La regla de oro que mantiene este vínculo es la formula: “con él estoy mal, pero sin él estoy peor”. Entre ‘mal’ y ‘peor’, está el disfrute”. Me pareció una oportuna analogía. Y me pregunté de varias formas, ¿hasta qué punto no estamos siendo partidarios de un sistema que instruye a los docentes para actuar como lo haría un psicópata?… ¿Hasta qué punto no se establece, desde la escuela moderna, una relación de similares reglas entre los educadores y los educandos? ¿Hasta qué punto no estamos convirtiendo a los estudiantes en el complementario, despojándolos de su “conciencia del propio valor”? ¿Hasta qué punto no estamos educando a los sujetos para intransitar el mundo, desproveyéndolos de las supuestas herramientas que les brindaríamos a través del paso por la escuela? ¿Hasta qué punto la educación moderna no es contraproducente a su ideal originario, ya que, si bien en la homogeneización funciona, lo hace desde el encarcelamiento de las conciencias? ¿Hasta qué punto hemos llegado?… Desde el psicoanálisis, la psicopatía es irreversible. Pero consideremos que hablamos de educación, que tratamos una problemática en discusión permanente, abierta. En esta afortunada posibilidad de cambio paradigmático, se juega la consciencia del docente. ¿Por qué no ser creativos, mientras crear es posible? Creamos en el cambio y creemos alternativas sanadoras de libertades, que inviten a la búsqueda ilimitada de respuestas, sin evaluaciones ni juicios, respetuosas de los tiempos y lecturas individuales. El sentido del mundo, de la vida, de la unidad del ser humano con el todo no se construye recortando las ideas, sino expandiendo las conciencias. ¿Acaso, no es la liberación el mayor acto de amor?
Posted on: Mon, 22 Jul 2013 06:20:13 +0000

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