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youtube/watch?v=xPSbkxRNeGk Colón sí. Colón no. Pero… ¿Por qué? La controversia desatada por el monumento a Colón en la plazoleta presidencial tiene complejidades que perplejan a mas de uno. Y mucho mas cuando ese uno es uno mismo, que por desafortunados azares de la vida y el destino quedamos en el medio de cuestiones que muchas veces nos exceden como personas, como ciudadanos, y como militantes también. Por ello quiero referirme al tema con sumo cuidado, y con cierto componente autorreferencial que puede resultar muy interesante para todos. Respecto de la controversia en sí se pueden analizar algunas cosas. Existen por lo menos dos debates que giran en torno a la cuestión. Uno es el del patrimonio histórico de la ciudad de Buenos Aires y de su comunidad italiana; y el otro es el de la lucha simbólica para legitimar un discurso y una mirada hegemónicos (en el sentido gramsciano del término, que incluye la noción de disputa política y victorias políticas circunstanciales). En cuanto a la cuestión del patrimonio histórico de la ciudad de Buenos Aires y su comunidad italiana habría que empezar por reivindicar lo referido a la comunidad italiana de Buenos Aires, como justo y legítimo reclamo a favor de la propia historia como comunidad, mas allá de la ciudad de Buenos Aires. En ese sentido es entendible y atendible el reclamo. Si “esa” estatua de Colón, que representa algo más que la conquista de América hecha por los españoles, pertenece al imaginario colectivo de familias enteras de inmigrantes que tuvieron que dejar su Italia querida y probar suerte en otro suelo, entonces es injusto despojar a la comunidad italiana de Buenos Aires de su patrimonio cultural histórico. Pero diferente es el tema respecto de la ciudad de Buenos Aires, Capital Federal de la República Argentina, que merced a un error histórico y malicioso, con malignidad neoliberal, fue declarada ciudad autónoma para desmembrar la patria de todos. La ciudad no tiene derecho ni debe pretender interponerse ni obstaculizar los intereses de la nación. La ciudad debe atender las cuestiones del bienestar de su población, haciendo subtes, desagües, obras hídricas, viviendas sociales, proveyendo seguridad, educación de calidad y medidas de igualdad e inclusión. Eso debe hacer la ciudad erróneamente autónoma, que sube los impuestos y malgasta y difama y confunde y se asocia con las corporaciones rapaces. Este asunto es por lo tanto entre la comunidad italiana argentina, que tiene sus representantes, y el Estado Nacional. Respecto de la lucha simbólica otro es el de la lucha simbólica para legitimar un discurso y una mirada hegemónicos (en el sentido gramsciano del término, que incluye la noción de disputa política y victorias políticas circunstanciales), la cuestión es diferente. En el plano de lo simbólico conviven muchos sentimientos y se ponen en juego operaciones culturales y cognitivas, con distorsiones y omisiones incontrolables e insalvables. El debate introducido por el secretario Parrilla es el correcto, y es el verdadero motivo de la intención del traslado de la estatua de Colón; es necesario hacer una construcción simbólica que defina el ser nacional, que defina lo que somos, nuestra esencia mas profunda y constitutiva. Ya la dictadura intentó tomar por asalto el significante del ser nacional y lo manipuló de la manera mas nefasta cuando decía que los argentinos éramos derechos y humanos intentando saturar de cinismo su propio desprecio por los derechos humanos. Pero el ser nacional es otra cosa, el ser nacional es una complejidad densa, en donde conviven los pueblos originarios, los conquistadores españoles y la inmigración gloriosa, que construyó una patria distinta a la que soñaron las grandes familias oligárquicas cuando la diseñaron y se la repartieron. Los inmigrantes fueron traídos a poblar el “desierto”, ese desierto con sangre perpetrado y con letra difundido y enseñado. Pero hoy la realidad es otra, y la patria no es tan oligárquica, ni los pueblos originarios están tan sometidos como entonces. Hoy la patria es cada vez más grande e inclusiva. Y la lucha por los símbolos es muy importante para terminar de completar la reparación. La estatua de Juana Azurduy debe ser construida y compartida como otro símbolo de la nación que somos, que esta compuesta por todos: originarios, criollos, gauchos, conquistadores españoles e inmigrantes de todo el mundo. Todos somos la patria. Lo bueno y lo malo, la historia, el futuro… Todo. ¿Dónde debe estar esa estatua de Juana Azurduy? En la plazoleta presidencial, ¿Por qué no? Perfectamente. Me parece bien. ¿Esto significa que Colón debe irse de allí? No lo creo necesario, pueden convivir alli, como convivimos todos nosotros todos los días, kirchneristas y de los otros; hinchas de Racing y de los otros; etcétera. Tal vez deba levantarse una segunda estatua de Juana Azurduy en el predio de la Sociedad Rural en Palermo, cuando finalmente vuelva a manos del Estado Nacional… para que lo simbólico tenga un sentido más profundo aun. Una última cuestión, y aquí viene lo autorreferencial. Existe otra interpretación del fenómeno (si es que así puede llamarse) de la estatua de Colón, y es la del aglutinamiento radicalmente heterogéneo que se hace con esta cuestión. Yo soy descendiente de italiano, que circunstancialmente y sin decidirlo tuve que vivir en Italia durante la dictadura. Mi primer idioma fue el italiano y hace mas de 30 años que estoy en la Argentina y soy argentino como el asado e italiano como los ravioles (sentimental, cultural y jurídicamente hablando). Además soy kirchnerista y milito en el MAIE, un partido de la comunidad italiana de Argentina y de Buenos Aires. No todos los italo-argentinos son antikirchneristas, ni mucho menos están en contra de las comunidades originarias. Hay de todo, seguramente, pero este asunto los ha encolumnado a todos en contra del traslado de “un Colón” en especial, pero no detrás del símbolo de Colón. Este es el Colón de la comunidad italiana de Buenos Aires y nada mas, es nuestra historia, no la de los conquistadores. Y el dilema que nos ocasiona a nosotros, italo-argentinos de Buenos Aires que abrazamos el proyecto nacional, es penoso; y esperamos que nuestra querida presidenta pueda tener la sabiduría política para seguir librando la batalla cultural por un imaginario social argentino mas colectivo e inclusivo sin dañar la memoria histórica de esta humilde y grande comunidad de argentinos de origen italiano como yo. Lic. Carlos Chiesa sociólogo MAIE Giovani Buenos Aires
Posted on: Tue, 02 Jul 2013 19:31:28 +0000

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