ÚNICA EL ARTE DE PLAGIAR ☜♥☞ º°”˜`”°º☜♥☞ - TopicsExpress



          

ÚNICA EL ARTE DE PLAGIAR ☜♥☞ º°”˜`”°º☜♥☞ º°”˜`”°º☜♥☞ º°”˜`”°º☜♥☞ º°”˜`”°º☜♥☞ º°”˜` No sé si fue la falta de inspiración o la ausencia de talento o la carencia de principios o todo eso junto u otra cosa lo que me indujo hace muchísimos años a iniciarme en el arte de plagiar. Probablemente el hecho de que me guste escribir sea el culpable de que haya incurrido reiteradamente en lo que algunos sin ningún rigor científico definen como plagio literario. Confieso que en casi todo lo que escribí - desde los albores de mi juventud hasta el día de la fecha - he incluido ideas ajenas con mayor o menor grado de fidelidad a la versión original de las mismas. Hoy entretanto, con el deseo de protagonismo bastante amortiguado por el peso de los años, creo que le debo a muchos un sincero mea culpa, para que sepan – aunque con retraso – que no he sido yo el autor único de casi todo lo que firmé. De esa larga lista de transgresiones literarias elijo mencionar - sin obedecer a cualquier orden cronológico - algunas de las muchas que mi memoria mantiene prisioneras. Les cuento entonces que no pocas veces he plagiado el despiadado silencio de la solicitud, y para camuflar mi fechoría lo he vestido con palabras que lo muestran como si fuera el hijo predilecto de mi chispa creativa. En no menos ocasiones plagié dos miradas que se encuentran y unos labios que se tocan y dos cuerpos que se suman, y para engañar al prójimo incrusté esas miradas en mis ojos, y mis labios visitaron otras bocas, y mi cuerpo desmayó entre las piernas de la amante real o imaginada. El trinar de los pájaros y el reflejo de la luna en mi ventana también cayeron víctimas de similar atropello, pues no pocas veces en las frases que escribí el gorjeo del ruiseñor jugaba al escondite entre sus letras, y la luna a menudo se hamacaba en los renglones iluminando el panorama y mis ideas. He plagiado la melancolía de una hoja al despedirse del árbol en otoño, transformando tal evento en un adiós en prosa y verso, y de la placidez del río me adueñé en un párrafo al que colmé de peces transitivos y tortugas sustantivas. He plagiado sin remordimientos la angustia de esperar en vano y el sinsabor de perder sin dar batalla, y a la esperanza la transformé en alma máter de mis prosas y mis versos. Si todo eso fuera poco, he llegado al colmo de plagiarme, intentando con sonrisas de antaño anestesiar penas de hogaño, o escribiendo y reescribiendo lo ya dicho y repetido tantas veces, cambiando apenas las palabras y manteniendo intacto el contenido. Qué decir entonces de las veces en que eché mano de angustias pretéritas, de amores fallidos, de sueños ajenos, e imitando a un monseñor en su faena los bauticé con mi nombre y apellido, y los sentí tan míos que hasta llegué a pensar que sí lo eran, pagando mis cuentas a la vida con historias y poemas fabricados a destajo en la penumbra de la punta de un lápiz o bajo la sombra protectora de un teclado. He tenido la osadía de plagiar ni más ni menos que al Señor de todos los Señores, transformando hojas en blanco en planetas de todos los colores, y sin descansar en el séptimo día continué creando mares y cielos, ideas y conceptos, amores y fracasos, verdades y mentiras. Único Dios de mi mundo, le concedí vida a las palabras y esencia a las personas. Sí. He pecado y lo confieso. He plagiado la vida y sus actores; sus valores y temores; sus temblores y clamores; sus amores y dolores. Con más o menos arte he usado lo poco que sé para sentar cátedra sobre lo mucho que ignoro. Mi único consuelo es saber que no estoy solo, porque quien escribe sabe muy bien que no estoy solo; porque quien mira por la ventana donde no hay ventanas o cierra los ojos para mirar al mundo, sabe que no estoy solo, y quien descifra ensoñaciones propias y ajenas o ve allende las palabras, sabe también que no estoy solo. Lo que sí sé con certeza es que la circunstancia de no ser el único plagiador no me concede el beneficio de la duda, porque atreverse a usar la vida como la he usado para atreverse a contar la vida como la he contado no es cosa que en los tiempos que vivimos se perdone fácilmente, ya que en este mundo virtual que nos digitaliza y ningunea, que nos estandariza y etiqueta, o nos deshumanizamos o desaparecemos. En mi caso – fiel a mí mismo - elijo seguir plagiando. Quien pueda quiera y se atreva, que arroje la primera piedra. usuaris.tinet.cat/elebro/poe/bruno/bruno23.htm
Posted on: Sat, 30 Nov 2013 18:59:51 +0000

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