—Uno, dos, tres... ¿Prevenidos? Blue Jeans ~ 520 ~ Canciones - TopicsExpress



          

—Uno, dos, tres... ¿Prevenidos? Blue Jeans ~ 520 ~ Canciones Para Paula sa tarde de marzo, en otro lugar de la ciudad. La tarde se va, la lluvia continúa y el sonido de las gotas es prácticamente lo único que se escucha en la habitación de Mario. En silencio, y cada uno en un extremo del dormitorio, los tres amigos dan un último repaso al examen de mañana. Ninguno ha estado concentrado al cien por cien, pero han estudiado lo suficiente como para ir con ciertas garantías a la prueba final del trimestre. Incluso Diana, que impresionó a Paula cuando le contó el motivo de su ausencia en el instituto, se ve con posibilidades. Pero en sus mentes hay cosas más importantes en las que pensar. El examen de Matemáticas se ha quedado en un plano secundario. Paula no se puede quitar de la cabeza a Ángel. Si no es por su hermana, hoy habría hecho el amor con él. ¡Su primera vez! No era el sitio ni la ocasión, pero no era capaz de frenar. Afortunadamente, la puerta la abrió Erica y no su madre o, peor, su padre. Diana observa a Mario cuando este no se da cuenta. Le da un vuelco el corazón cada vez que se acerca a Paula y ríen juntos. Sufre hasta un límite que ni ella misma imaginaba que podía llegar a experimentar. Pero sus cartas están jugadas y solo le queda esperar acontecimientos. Si su amiga se da cuenta de que ella siente algo por él... Y Mario está nervioso, torpe. Se ha acercado varias veces a uno de los cajones de su escritorio, como para asegurarse de que eso sigue ahí. Mira el reloj que avanza deprisa, pero al mismo tiempo los minutos se hacen eternos. Está próximo el momento más importante en su vida. O eso cree. —Mario, ¿puedes venir? —pregunta Paula—. Esto no me sale. El chico se levanta de su silla y se acerca a su amiga, que está de rodillas en el suelo usando la cama como mesa. Se inclina a su lado y sonríe. —¿Qué te pasa? ¿Qué es lo que no te sale? Diana los observa atenta. Suspira y contempla cómo ella se toca el pelo cuando está junto a él. Uff. Ha leído que las chicas instintivamente se tocan el pelo si hablan o miran al chico del que están enamoradas. Es posible que a Paula le guste Mario. Claro que sí. No sería la primera que descubre que quiere al chico invisible. Es casi guapo, inteligente y su amigo de toda la vida. Uff, no soporta esa idea. Le empiezan a EE Blue Jeans ~ 521 ~ Canciones Para Paula arder los ojos con ese quemazón anterior al llanto, con esa angustia en el pecho que no te deja respirar bien y que te hace soplar y resoplar una y mil veces. Sus caras están demasiado cerca, casi no cabría un folio entre ambas. Uff, no puede más. —¡Qué tarde es! ¡Chicos, me tengo que ir! —grita Diana de repente. Paula y Mario se giran y comprueban cómo la chica está metiendo sus cosas en la mochila a toda prisa. —Es verdad, se ha hecho muy tarde. Me voy contigo —comenta Paula, que observa sorprendida la hora en un reloj que hay en la pared de la habitación. Tiene muchas ganas de llegar a casa y llamar a Ángel. Diana y Mario se miran. Y a pesar de lo que siente, de que las lágrimas están al borde del precipicio que ahora son sus ojos, la chica le hace un gesto a su amigo para que impida que Paula se vaya. —¡No! ¡Espera! —exclama Mario. Paula lo mira sorprendida. —¿Que espere? —Sí, espera ¡Me tienes que explicar una cosa! —¿Qué? La chica no sale de su asombro. ¿Ella explicarle algo de Matemáticas a Mario? —Ehhh... Ehhhh... ¡Quédate! Espera... Mario tartamudea. Es incapaz de encontrar algo que decirle. Paula mira a uno y a otro sin saber qué hacer. ¿Qué sucede? Es Diana la que por fin interviene y abre la puerta de la habitación. —Bueno, chicos, yo me voy. Mañana nos vemos. Mucha suerte. La última frase se la dice a Mario mirándole a los ojos. Y, entre tanta confusión, Diana sale del cuarto justo antes de derramar una cálida lágrima por la única persona que ha sido capaz de hacerle llorar. —No entiendo nada de nada —dice Paula, que empieza a recoger sus cosas. —Espera, no te vayas. La mano del chico alcanza la de ella. —Pero... —Espera, por favor. Blue Jeans ~ 522 ~ Canciones Para Paula Mario se pone de pie, reúne todo el valor posible, suelta la mano de Paula y se acerca al cajón del escritorio. Lo abre y saca algo de él. —Es para ti —murmura en voz baja, poniendo en sus manos un CD—. Te lo iba a dar en tu cumpleaños, pero creo que este es un buen momento. Lo siento, no me ha dado tiempo a envolverlo. La chica observa ensimismada la portada. Es un collage hecho con fotos suyas, mezcladas con imágenes de sus discos preferidos. Está perfecto. Suspira y abre el CD. Dentro encuentra una libretita con más imágenes y las letras de todas las canciones. Lo ojea entusiasmada. ¡Menudo trabajo tiene que haber sido hacer todo aquello! Mira a Mario y luego de nuevo el CD que él ha titulado Canciones para Paula. —Muchas gracias, en serio. Me has dejado sin palabras. Es impresionante. —La chica tiene los ojos vidriosos—. Voy a ponerlo en el ordenador. ¿Puedo? Mario asiente sin decir nada. Paula introduce el disco en el PC y espera a que se cargue. Abre el archivo donde están las veintiuna canciones del CD y clica en la primera. Emocionada, escucha cómo empieza a sonar When you know, de Shawn Colvin. Los dos vuelven a mirarse. Sonríen. A Mario le encanta verla tan feliz, pero siente que su corazón se desborda al latir cada vez más deprisa. Lentamente se acerca hasta ella. Es preciosa. Su pelo ondulado, ahora suelto, le cae por los hombros. La tiene enfrente. Sus ojos se fijan en sus labios. Están cerca, muy cerca, y desea besarla, lo desea con toda su alma. Esta vez nada ni nadie impedirá que el destino siga su curso: inclina levemente su cabeza y, ante la sorpresa de Paula, junta sus labios con los de ella. Es un beso robado, cautivo, un beso que permite que, de una vez por todas, fluya todo lo que lleva dentro y que durante tanto tiempo ha permanecido oculto. Blue Jeans ~ 523 ~ Canciones Para Paula or la noche, un jueves de marzo, en un lugar alejado de la ciudad. Hola, me llamo Ester. Así, sin hache. Seguro que hay muchas personas que ya te lo han dicho, pero no he podido resistirme a escribirte después de encontrar y leer uno de los cuadernillos de Tras la pared. Eres genial. Nunca había visto nada así. Es tan increíblemente romántico... Yo también quiero ser escritora, tengo una página en Internet donde escribo pequeños textos a partir de una palabra que alguien me dice. Pero, sinceramente, jamás habría pensado en darme a conocer con una idea como la tuya. A mis dieciocho años he empezado con varias historias largas, pero nunca las he terminado. Espero que a ti no te pase lo mismo. Me encanta tu estilo, tu forma de expresarte y la vida que le das a cada uno de los personajes. Julián, Larry, Nadia, Verónica, César, Marta..., todos son perfectos. Estoy deseando continuar leyendo y saber cómo termina la novela. Te deseo muchísima suerte en la vida y que este proyecto culmine en papel. Seré la primera en comprarlo. Un beso muy fuerte de una admiradora más. Álex lee dos veces el e-mail y cierra el portátil. Es la cuarta persona que, tras encontrar el cuadernillo de Tras la pared, le escribe. Este correo, por la forma en que la chica dice las cosas, le ha hecho especial ilusión. "Ester sin hache" tiene que ser alguien muy interesante. El teléfono suena de pronto y se asusta. Solo es la alarma programada para las nueve. Coge el móvil y la detiene. Silencio absoluto. Ni siquiera llueve y el viento también ha parado. Y se da cuenta de que se siente solo. Hacía mucho que no le sucedía algo así, quizá desde que murió su padre. El teléfono sigue en su mano. Entra en el archivo de mensajes recibidos y busca los últimos, los que le ha enviado Paula. ¡Paula...! Uno a uno, los lee detenidamente. Se los sabe de memoria. La echa muchísimo de menos. ¿Algún día compartirán algo más que unos simples mensajes? Es noche cerrada y está solo. Se estremece, necesita algo de calor. PP Blue Jeans ~ 524 ~ Canciones Para Paula Lentamente, se levanta de la silla y se dirige hacia la esquina donde guarda su saxofón. Lo saca de la funda y se coloca la boquilla en los labios. Sopla. Su pecho se alza y encoge. Toca sin partitura, no la necesita. Álex se sabe aquel tema de memoria porque lo ha compuesto él mismo. Suena bien, quizá algo melancólico, porque el saxo es un instrumento deliciosamente triste, pero romántico. Muy romántico. Sus dedos se deslizan por el metal. Piensa en Paula mientras toca, en sus ojos color miel y en sus labios tan deseables, inmejorables para besar. Un beso: cómo ansia un beso de aquella chica. El móvil suena de nuevo, pero ahora no es la alarma sino alguien que está llamándole. Álex deja el saxofón encima de la cama y alcanza el aparato. Es el señor Mendizábal. —¿Qué tal, don Agustín? —¡Hola, Álex! ¡Pues genial! ¡He rejuvenecido unos treinta años! El chico tiene que apartarse el teléfono de la oreja ante los gritos del hombre, que se muestra entusiasmado. —¿Ah, sí? Y eso, ¿a qué se debe? —¿Que a qué se debe? Pues a tu querida hermana: gracias a ella me siento más joven. —¿Irene está ahí? —pregunta extrañado. ¡Menuda sorpresa! No esperaba que al final su hermanastra terminara aceptando irse a vivir con Agustín Mendizábal. —Sí. Llegó hace un rato. La tengo aquí al lado... Espera, que te quiere decir una cosa. —Vale. —Te la paso. —¿Álex? —murmura Irene, al otro lado de la línea. —Hola, ¿cómo estás? ¿Al final has decidido quedarte con...? —Eres un cabrón —susurra la chica, interrumpiéndole. Todavía no me puedo creer que me hayas echado de tu casa. Y silencio. El chico no puede evitar una sonrisilla. —¿Álex? ¿Sigues ahí? —pregunta el señor Mendizábal, que es quien habla de nuevo. —Sí, sigo aquí. —No he oído lo que te ha dicho Irene, pero muchas gracias por todo. Solo con verla rejuvenezco veinte años. Blue Jeans ~ 525 ~ Canciones Para Paula —Gracias a usted por hacerme este favor, a mí y a ella. —¡El único favorecido soy yo! —exclama, soltando una fuerte carcajada a continuación. —Me alegra verle tan contento. Ahora tengo que dejarle, don Agustín. Mañana nos vemos. —Perfecto. Adiós, Álex. —Adiós, Agustín. El chico cuelga con una gran sonrisa dibujada en la cara. Pobre Irene. Pero le está bien empleado. Quien se comporta como lo ha hecho su hermanastra en los últimos días merece una penitencia. Aunque quizá vivir los tres meses que dura el curso en la casa de Agustín Mendizábal es mucho más que eso. Esa noche de marzo, en un lugar de la ciudad. La grabación de Ilusionas mi corazón dedicada a Paula ha terminado. El CD ya está hecho. Tres horas, casi cuatro, se ha pasado Ángel observando cómo Katia cantaba, probaba voces y repetía el estribillo. Pero ha merecido la pena: ya tiene el regalo perfecto para su chica. Terminado el trabajo, periodista y cantante regresan en el Citroen Saxo de Alexia. —Hemos llegado —comenta Katia mientras aparca en doble fila. —Ya veo. —Espero que a Paula le guste tu regalo. —Seguro que sí. Muchas gracias por todo lo que has hecho. Eres una amiga. La chica del pelo rosa sonríe. "Una amiga". Sí, se ha comportado como eso, como una amiga que hace favores, que se calla y oculta lo que realmente piensa... Una amiga que ha participado en el regalo de cumpleaños de la novia del chico del que está enamorada. ¿Amiga? Se le ocurre otra palabra que suena peor para definirse a sí misma. Pero es lo que le toca. Es su papel, el que ha asumido. Amiga de Ángel. —¿Volveremos a vernos? —pregunta Katia. —Yo a ti, seguro. Estás por todas partes. Hay rumores incluso de que vas a protagonizar una serie para jóvenes. —¿Y yo a ti? ¿Te volveré a ver? Ángel la mira a los ojos, esos ojos celestes, felinos, pero dulces. Blue Jeans ~ 526 ~ Canciones Para Paula —Claro, nos veremos. Pertenecemos al mismo mundo, ¿no? —Sí. Y estoy segura de que serás un periodista famoso. —Prefiero ser un buen periodista. —Eso ya lo eres. Tienes que buscar nuevos retos. —Me queda mucho que aprender, estoy empezando todavía. —Lograrás lo que te propongas, Ángel. Todo lo que te propongas. —Cómo tú, ¿no? También has conseguido todo lo que te has propuesto. La chica vuelve a sonreír: amarga e irónica sonrisa. —Sí. Todo. Pequeñas gotas de lluvia comienzan a caer sobre el cristal del Saxo. —Está empezando a llover. Me voy antes de que empeore. —Vale. —Adiós, nos veremos pronto. —Adiós. Ángel abre la puerta del copiloto, pero no sale inmediata-mente del coche. Se inclina hacia la izquierda y besa a Katia en la mejilla. —Muchas gracias de nuevo. Te llamaré. Y, sin volver a mirarla, corre bajo la lluvia hasta el portal de su edificio. Blue Jeans ~ 527 ~ Canciones Para Paula sa noche de marzo, en un lugar de la ciudad. En veinticuatro horas tendrá diecisiete años, pero su cumpleaños es lo que menos le importa ahora. La noche aprisiona el corazón de Paula. Está sola en su cama, tumbada boca abajo, con la almohada mojada de lágrimas. Hace dos horas. —Hola, cariño. —Hola, Ángel. —¿Cómo estás? Te echo de menos. —Yo también te echo de menos. Suspiro. Suspiro. Silencio. —¿Qué te pasa? ¿Te encuentras bien? —Sí, no te preocupes. Solo estoy un poco cansada. —¿Quieres que te cuelgue y hablamos mañana? —Vale. —¿Seguro que estás bien? —Sí, perdóname. Mañana después de clase te llamo, ¿vale? —Bueno, como tú quieras. —Buenas noches, Ángel. —Buenas noches, te quiero. Son las doce de la noche. En su habitación, completamente oscura, se oye la canción número cuatro de Canciones para Paula. Es de Vega: Una vida contigo. ¿Por qué le está pasando todo aquello? EE Blue Jeans ~ 528 ~ Canciones Para Paula Hace una hora. —¿Sí...? —Hola, Paula. —Hola, Álex. ¿Cómo estás? —Bien. Escribiendo y... pensando en ti. Silencio. —¿Paula? —Perdona, Álex; estoy un poco cansada. Llevo todo el día estudiando. —No lo sabía. Perdóname. No te debería haber llamado tan tarde, pero quería oír tu voz y no he podido contener las ganas. —No te preocupes. —Bueno, pues lo siento. —No pasa nada, de verdad. Gracias por llamarme. —Ya hablamos mañana, ¿te parece? —Vale. Buenas noches, Álex. —Buenas noches. Comienza el viernes. La lluvia ha cesado, pero es solo una tregua porque las previsiones anuncian que el tiempo incluso podría empeorar durante el día. Paula se pone de pie y apaga el ordenador. La música cesa. La chica se agacha y se baja la pernera de los pantalones del pijama, que se le han subido. Luego se mete otra vez en la cama. Le costará dormir. Soñará con Ángel, con Álex y con Mario. Pero nada de lo que sucede en sus sueños puede compararse a lo que está viviendo en la vida real. Hace unas horas, por la tarde, casi noche, en la habitación de Mario. Su mejilla está roja. Mario se la frota despacio. No puede creerse que Paula le haya pegado al besarle. No le duele tanto la cara como el corazón. —Perdona, yo... no he debido... Pero ¿por qué has hecho eso? —pregunta la chica, que continúa en estado de shock. Blue Jeans ~ 529 ~ Canciones Para Paula Mario sigue tocándose el rostro. No sabe qué decir. Sus ojos se pierden por las paredes de la habitación. No puede mirar a su amiga a la cara. —Yo... —No..., no lo entiendo. ¿Qué te ha pasado? ¿Por qué me has besado? Paula está muy nerviosa. Le tiemblan las piernas. ¿Se marcha corriendo? ¿Se queda? No comprende cómo Mario se ha atrevido a besarla. —Lo siento. —Mario... ¡Me has besado en los labios! —exclama, poniéndose las manos en la cabeza—. No comprendo nada. —De verdad que lo siento. La voz del chico llega apagada, casi imperceptible. Su amiga se da cuenta de que está verdaderamente afectado. Suspira e intenta serenarse. —¿Por qué me has besado? —repite, más tranquila, sentándose en la cama. —No..., no lo sé. Mario siente vergüenza de sí mismo. Las palabras salen quebradas de su boca. Mira a un lado y a otro, asustado, amedrentado por la situación. Ahora no solo perderá las remotas posibilidades que tenía con Paula sino también su amistad. Nunca imaginó que su primer beso a una chica terminaría de esa manera. —¿Ha sido un impulso repentino? —insiste Paula. El chico no dice nada. Se sienta en la silla frente al escritorio y detiene la canción de Shawn Colvin que todavía continuaba sonando. Mira hacia abajo. Piensa en todo el tiempo que empleó en hacer aquel CD para ella: horas y horas; madrugadas sin dormir. Todo, para nada. No se ha sabido contener ni hacer las cosas bien. No debió besarla, ese no era el plan. No debió hacerlo sin su consentimiento: un beso es cosa de dos y eso, hasta ese preciso instante, no lo había tenido en cuenta. El silencio en la habitación es absoluto. Paula observa a su amigo y resopla. No reacciona. —¿Mario? ¿No me dices nada? No puede ser que haya pasado esto y ahora ni siquiera seas capaz de mirarme. Nada: es como si se hubiera transformado en una estatua de sal. Inmóvil, con la cabeza agachada y la vista en el suelo, Mario solo piensa en el error que ha cometido y en sus posibles consecuencias. Paula no lo soporta más. Se levanta de la cama y se cuelga la mochila en la espalda. Blue Jeans ~ 530 ~ Canciones Para Paula —Me voy. Ya hablaremos. La chica se dirige hacia la puerta. Camina deprisa, enfadada, confusa y también defraudada. No esperaba que Mario fuera así. ¿Qué pretendía? ¿Liarse con ella en su propia casa? —Te quiero, Paula. Esa noche no hay luna, ni estrellas. Unos niños gritan en la calle mientras corren hacia alguna parte chapoteando en cada uno de los charcos que se han ido formando durante el día. La lluvia cae sin prisas, constante. Es un día cualquiera de marzo, en un lugar de la ciudad. —¿Qué? —Que te quiero. Estoy enamorado de ti. Sus ojos por fin se encuentran. Se miran intensamente. Entre ambos amontonan un millón de sensaciones diferentes. —Pero, Mario... No creo que me quieras. Habrás confundido tus sentimientos... —No, estoy seguro de lo que siento. Te quiero. —Vaya. ¿Y desde cuándo sientes eso por mí? —No lo sé. No recuerdo. Desde siempre, creo. —Ah. Debo ser muy tonta porque nunca me di cuenta. —Tenías otros en los que fijarte. Otros mejores que yo. Paula vuelve sobre sus pasos y se sienta otra vez en la cama. Las palabras de su amigo le hacen sentirse culpable. Y entonces empieza a unir piezas. Todo va encajando: su estado de ánimo, el nick del MSN, el no dormir, que mirara tanto hacia la esquina de las Sugus... No era por Diana, era por ella. ¡Qué estúpida! —Lo siento. Siento no haberme dado cuenta de tus sentimientos. —No pasa nada. Es normal que una chica como tú no quiera nada con alguien como yo. —Eso no es cierto, Mario. Somos amigos y... —Amigos. Sí, lo sé. Amigos... Pero ya sabes que no me refería a amistad. —Ya. Blue Jeans ~ 531 ~ Canciones Para Paula Los dos permanecen en silencio unos minutos. Ahora ya no se miran. Paula no se atreve y Mario huye de la realidad, quiere que aquella conversación termine cuanto antes. No puede más. Sin embargo, es ella la que cree que irse es la mejor solución. —Me tengo que marchar. Es tarde y en casa estarán preocupados. —Vale. —Siento haberte pegado —dice Paula mientras abre la puerta de la habitación. —Y yo siento haberte besado sin permiso. La chica hace un gesto con la cabeza, suspira y sonríe tímida. —Nos vemos mañana, Mario. —Espera un segundo. El chico se levanta de la silla y saca el CD del ordenador. Lo guarda y se lo da. —Gracias. —Es tuyo. Tu regalo de cumpleaños. Los ojos de Paula brillan bajo la luz del dormitorio de aquel chico que conoce desde hace tantos años: un gran amigo que le acaba de confesar su amor. Apenas puede aguantar las lágrimas. Es uno de los momentos más difíciles que recuerda en su vida. Pero tiene novio. Está Álex y ahora..., ahora también sabe que Mario la quiere. Su cabeza va a explotar. Tiene que salir de allí. Da las gracias de nuevo y, tras besarle en la mejilla que antes golpeó con la palma de su mano, abandona la habitación abrazando con fuerza el CD de Canciones para Paula. Blue Jeans ~ 532 ~ Canciones Para Paula n día de marzo por la tarde, en un lugar de la ciudad, hace aproximadamente diez años. Luce el sol y el parque está lleno de niños. Algunos han hecho porterías con las mochilas del colegio y juegan al fútbol con un balón desinflado. Otros corretean de aquí para allá, intentando pillar a los más lentos. Un grupo de amigas salta a la comba. Aquella, a la que le toca estar en el centro ahora, lo hace muy bien. Uno, dos, tres, cuatro saltos seguidos, con gran agilidad, sin que apenas toquen los pies en el suelo y al ritmo de una cancioncilla que se sabe de memoria. Y eso que solo tiene seis años, ya casi siete, porque Paula cumple años en pocos días, en ese mes de marzo. Es una de las chicas más guapas de su pandilla. Tiene unos enormes ojos marrones, aunque ella siempre dice que son de color miel, y una preciosa melena ondulada, la más larga de las melenas entre todas las niñas. Enfrente, ensimismado, Mario la mira atentamente, sentado en la parte de arriba de un tobogán. Está solo, como suele ser habitual. No tiene demasiados amigos. A él no le gusta el fútbol ni correr. Prefiere jugar al ajedrez o hacer sopas de letras para niños. Eso a los seis años no te hace demasiado popular ni en el colegio ni en el barrio. Tampoco su timidez le deja ir más allá. Sobre todo con las chicas y, en especial, con Paula. Cuando la ve siente algo por dentro. Unas veces en el lado izquierdo del pecho, otras en la tripa. No sabe lo que es. Incluso un día pensó que le había sentado mal la comida. A él le encantaría hablar con ella, pero nunca se ha atrevido y eso que van a la misma clase este año. No cree que Paula sepa ni siquiera que existe. La tarde va cayendo. Es un día primaveral. Poco a poco los niños se van marchando a sus casas. Las chicas de la comba ya no están, tampoco los del pilla-pilla, y los equipos de fútbol cada vez tienen menos jugadores. Mario sigue allí, subido en uno de los columpios. Mira al cielo mientras que se balancea suavemente. Hace tiempo que no sabe nada de la chica de los ojos marrones tan grandes. Se había marchado con la de las coletas, esa que dice tantas palabrotas y que se llama Diana. —Hola. La voz que oye a su espalda es de una chica. Mario se gira y ve a Paula. Está sonriendo. El chico se pone nervioso y casi se cae al suelo. UU Blue Jeans ~ 533 ~ Canciones Para Paula —Hola —consigue decir por fin, arrastrando los pies para estabilizar de nuevo el columpio. Es la primera vez en su vida que le habla. ¡Cómo no va a estar nervioso! A sus seis años apenas ha conversado con niñas. Paula se sube en el otro columpio y comienza a balancearse con fuerza. Sus pequeñas piernas se alzan muy arriba. Mario la observa intrigado. ¿Qué ha ido a hacer allí? —¿Por qué estás siempre solo? —le pregunta ella sin parar de impulsarse. El chico duda en responder. ¿Es a él? Sí, debe ser a él, es la única persona que hay por allí. —No sé —contesta en voz baja. —¿Te gusta estar solo? —A veces sí, pero otras me aburro mucho. —Te comprendo. Yo, cuando estoy sola, me aburro muchísimo. Mario no entiende muy bien a qué se refiere la niña. ¿Sola? Nunca ha visto a Paula sola, siempre va rodeada de chicos y chicas, incluso con alguno mayor que ella. La niña detiene el columpio de golpe y lo mira con curiosidad, como quien observa a un insecto que no ha visto nunca. —No tienes novia, ¿verdad? ¿Y eso a qué viene? Tiene solo seis años, ¡cómo va a tener novia! Siempre ha oído que los novios se besan en la boca y besarse en la boca es cosa de mayores. Y aunque él se considera un chico muy maduro para su edad, no tiene los suficientes años para ser mayor. —¡Claro que no! —¿Y no te gusta ninguna niña? —Pues no. —¿Nunca te ha gustado nadie? ¿Ni de nuestra clase? —Qué va... —Eres muy raro. Paula sonríe y vuelve a balancearse en el columpio. ¿Raro? ¡Qué sabrá ella! Aunque, pensándolo bien, un poco raro sí que es. Al menos no hace las cosas que suelen hacer otros niños de su edad. Blue Jeans ~ 534 ~ Canciones Para Paula —¿Y a ti te gusta alguno? —se aventura a preguntarle, pero con mucha timidez y enrojeciendo después. —Julio, Diego y Carlos Fernández. Pero solo estoy con Julio. Julio Casas es el guapo de la clase. O eso es lo que ha escuchado de algunas de sus compañeras. El resto de chicos siempre le están haciendo la pelota y quieren ir con él en el recreo. —¿Y él lo sabe? Paula vuelve a parar el columpio. —¿Qué si sabe el qué? —Pues que te gustan otros dos. —Claro, se lo dije desde el principio. Pero no le importa. —Ah. —Además, creo que me está empezando a gustar otro. —¿Otro? —Sí. Es de la clase. —¿De la clase? —Sí. Su nombre empieza por "M". Mario reflexiona durante unos segundos. En la clase solo hay tres chicos cuya inicial sea la "M": Manuel Espigosa, Martín Varela y él. ¿Él? No, él no puede gustarle a aquella chica. Pero su nombre empieza por "M". ¿Y si es él? —No sé quién puede ser. —Es Martín. Pero no se lo digas a nadie, ¿vale? Mario siente una punzada dentro de su pecho. Qué extraño. ¿Habrá cogido frío? Su padre le suele decir que, cuando te duele el pecho, es porque entra aire en las costillas. Será eso. —Tranquila. No diré nada. Paula lo mira a los ojos y sonríe. Es feo, pero más simpático de lo que parecía. Blue Jeans ~ 535 ~ Canciones Para Paula Los dos niños se balancean tranquilos, despacio, en el atardecer de aquel mes de marzo: Mario sin saber que aquellos instantes serán el inicio de un largo camino en silencio; Paula desconociendo que, diez años más tarde, su amigo le confesará todo lo que siente por ella.
Posted on: Wed, 14 Aug 2013 20:41:55 +0000

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