“IMPREGNADOS DE SU VOLUNTAD OCTUBRE 5 “Y yo me suscitaré a un sacerdote fiel, que haga conforme a mi corazón y a mi alma” (1 Samuel 2:35). La nación de Israel atravesaba una etapa de esterilidad espiritual. La Palabra de Dios se había convertido en un tema vedado, y el sacerdote ya no se sentía con la autoridad ni la unción para darla a conocer. En el caso del sacerdote Elí, había perdido por completo la visión espiritual y no tenía autoridad para reprender ni a sus propios hijos. Dios desechó su descendencia porque ellos despreciaron las ofrendas de la casa del Señor. La actitud irreverente de estos jóvenes con relación a la ofrenda determinó el destino de cada uno. Lamentablemente nunca comprendieron su verdadero trasfondo y, aunque habían visto los beneficios recibidos a través de su padre, persistieron en pecar ante Dios, por tal motivo, murieron muy jóvenes. Se perdió así la oportunidad de que a través del sacerdote se levantaran una nueva generación para Dios.” “Elí perdió su fruto porque no incomodó a sus hijos, aunque veía sus faltas nunca las corrigió. Algunos padres tienen una venda en los ojos y justifican las malas acciones de ellos. Por esto, debemos pedir a Dios que nos dé un criterio de justicia y nos quite la venda para tener un amor verdadero, sabio y puro. Un amor que no se goza en la injusticia sino en la verdad. Solo así podremos disciplinar eficazmente, buscando siempre lo mejor para nuestros hijos a quienes tanto amamos. Si se permite un espíritu de sobreprotección, se perderá el fruto. En el caso de Elí, aunque había profecías dadas sobre su vida, todas fueron invalidadas. Dios levantó a una mujer sencilla quien, a pesar de su esterilidad, pudo avivar la fe en su corazón determinando que su hijo lo dedicaría a Su servicio todos los días de su vida. El Señor aceptó la oración de Ana por causa de su ofrenda y su hijo Samuel fue uno de los más grandes profetas de Israel. A través del varón de Dios, el Señor habló al sacerdote Elí haciéndole saber que, por cuanto había fallado en su responsabilidad sacerdotal, Dios ya había escogido a otro hombre con un espíritu fiel para tomar ese lugar y para que obrara conforme a los deseos de Su corazón.” “ALGO EN QUÉ PENSAR Cuando nuestras hijas eran pequeñas, este fue el primer versículo que mi esposa y yo les enseñamos. No les resultó fácil, pero lo aprendieron. Pudimos entender luego que esta confesión marcó la naturaleza de cada una de ellas para la obra del ministerio. Todo lo que sean o lo que lleguen a ser, es fruto de esa palabra que a diario se grababa en sus mentes, repetir ese verso era un decreto para ellas. Como padres, podemos profetizar sobre nuestros hijos y marcar su destino de bendición. Nuestra hija mayor se “desarrolló como pastora, la segunda es la líder de alabanza, la tercera tiene la unción de maestra y la cuarta es evangelista. Sabemos que todo empezó con la confesión de la palabra: “Y yo me suscitaré un sacerdote fiel, que haga conforme a mi corazón y a mi alma; y yo le edificaré casa firme, y andará delante de mi ungido todos los días” (César y Claudia Castellanos). Susana Wesley, madre de los famosos Juan y Carlos Wesley, tenía 10 reglas para educar a sus hijos: • Destruye el egoísmo de tus hijos y colabora en la salvación de sus almas. • Enséñales a orar tan pronto empiecen a hablar. • No les des nada que pidan a lloros, sino lo que pidan con educación. • No castigues las faltas que confiesan enseguida y de las que ves que se arrepienten. • No permitas que ningún acto pecaminoso pase sin castigo.” “• No castigues nunca a un niño dos veces por una misma falta. • Alienta y premia la buena conducta. • Fomenta el respeto por la propiedad ajena, incluso en las cosas insignificantes. • Cumple todas las promesas que hagas a tus hijos. • No obligues a trabajar a tus hijos antes de que sepan” “leer bien. Susana Wesley hablaba por experiencia. Tenía 17 hijos.[1] ORACIÓN Soberano Señor, mi alma está agradecida porque me escogiste para que te sirviera, ya que el mayor privilegio que uno puede tener es ser llamado a servirte. Nunca miraste mi pasado, sino que siempre creíste en mí, para luego confiarme esa gran responsabilidad de ganar almas para Tu Reino. Gracias porque te tomaste el tiempo para moldearme hasta que pudieras impregnar Tu propio corazón en mi alma, pues así tuviste la certeza de que nunca me desviaría de Tu voluntad. Te amo, Jesús. Amén. DECLARACIÓN “Dios impregnó mi alma con el deseo de Su corazón para que yo cumpla Su propósito en esta tierra”.”
Posted on: Sun, 06 Oct 2013 21:42:25 +0000