Ahora que ya soy mamá hace rato; ahora que entiendo cosas que antes sólo reclamaba, ahora que soy una mujer compleja en mis dudas, simple en mis instintos básicos, multifacética en una vida que no da tregua y compañera de un marido súper profesional, me doy cuenta de que son muchas las cosas que mi mamá profesional y mis abuelas presentes han dejado en mi vida. Forman parte de mis huellas y de mis elecciones. De mis huellas de nenita pidiendo mas atención a esa mamá esplendida como de cuentos de hadas que yo miraba embobada mientras se vestía y maquillaba para ir a trabajar a su profesión que tanto amaba. El ensueño terminaba cuando la reclamaba en el algún acto escolar, en las tostadas de la tarde, en las tareas no entendidas o en la salida de un colegio donde parecía que la única que no tenia una mamá esperándola con sonrisa ancha era yo. Mi tendencia al drama instalándose desde primer grado… Esa mamá me enseñó que yo quería ser una mamá mas presente. Esas abuelas creadoras de delicias y con horas de juego solo para mi, me mostraron el amor que mi madre sentía al ponerlas a cargo. La princesa que se vestía para salir a trabajar me enseñó que los sueños personales son importantes, que las pasiones no pasan solo por hijos, maridos y casas coquetas. De ella aprendí lo que necesitaba. Amor incondicional y libertad bien tomada. Seria injusta si dijese que alguna vez no respondió cuando la llamé. Quizá no de batón y manos llenas de masa como yo hubiese soñado en aquel entonces tan chiquita y tan egoísta en mi papel de solo ser hija. Pero me comprendió y respetó en cosas que las mamás tan tradicionales no hubiesen podido. Para ella el mundo era enorme y eso jugó a mi favor en varias ocasiones. Y de ella también aprendí lo que no quería ser. Por eso mi mayor sueño, ni mejor ni peor que el de ella, mío, propio y defendido, fue este de ser una mama full time que sospecho a veces mis hijos lamentan. Me gusta buscarlos en el colegio, estar en sus cosas, conocer los nombres de sus amigos de memoria y estar mucho mientras dure este tiempo. De mis abuelas aprendí que las mamás cubren aun estando en desacuerdo. Que los mimos de abuela no reemplazan pero huelen rico, que no educan pero llenan el alma. Pero que yo hoy esté escribiendo esto, que haya empezado un blog hace un año, que quiera ser publicada, mirada por mi misma, que reclame también mis tiempos, que a veces no les conteste a mis hijos porque “estoy escribiendo y es mi trabajo”, me hace reconciliarme con esa mamá que tanto derecho tenia a su vida. Porque fue en su derecho que ella me dio el mío. El que hoy defiendo y esgrimo. ¡¡Buenas Noches queridos amigos!!
Posted on: Mon, 26 Aug 2013 03:04:14 +0000