Basta mirar la intimidad de Jesús, y pronto nos daremos cuenta de - TopicsExpress



          

Basta mirar la intimidad de Jesús, y pronto nos daremos cuenta de que Él no tenía una imagen inflada de sí mismo, no había en Él adhesión a su yo porque no tenía yo, y por eso se comportó, en esas escenas, con tanta libertad, tanta serenidad y tanta grandeza. No le importaba nada, ni los insultos ni las injusticias. Estaba desligado de todo. Por eso se sentía libre. Porque era libre, fue libertador. Sólo los libres pueden liberar. Al máximo despojo corresponde la máxima libertad, a la máxima libertad corresponde la máxima grandeza. En Getsemaní, el Padre asumió la voluntad de Jesús. Con esta entrega total en las manos del Padre, Jesús quedaba sin nada: no tenía discípulos, amigos, frutos de los trabajos, fama, sangre, vida... Quedaba sin nada. Si no tenía nada, no tenía nada que perder; era el hombre más libre del mundo porque era el hombre más pobre del mundo. Por eso, nunca se comportó con tanta grandeza y libertad como en las escenas de la Pasión, porque, al que nada tiene y nada quiere tener ¿qué lo puede turbar? Si el apóstol Juan dice que, al final, se colmaron todas las medidas de amor, en Jesús, fue porque a la máxima humildad corresponde el máximo amor, lo que sucede también en la fraternidad. Al final nos amó sin medida porque había llegado al colmo del vaciamiento y de la humildad. Para poder amar, es necesario ser pobre y vaciarse al máximo posible. Esta es la manera concreta y eficiente de prepararse para una hermosa fraternidad. Hay que comenzar por derribar estatuas (de sí mismos), retirar propiedades, desligarse de los intereses propios, vaciarse, barrer hasta los escombros, dejar todo limpio y expedito para que el hermano haga su entrada en nuestro recinto interior. Jesús, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Amar significa, primariamente, tomar conciencia de que estábamos soñando, acabar con la adoración de mi propia estatua, romper todas las ligaduras que me ataban a mi yo, sentirme, libre, ser lo que soy, transformar la agresión en amor, y utilizar tanta energía para estimular, animar y acoger a los hermanos. Nos sentiríamos plenos. Si el lector hiciera una experiencia de despertar, tomaría conciencia de que la imagen que tanto le preocupaba era vana ilusión, y entonces sentiría la sensación de un tremendo alivio, automáticamente se evaporarían las antipatías, los resentimientos, y todo sería paz, unión, amor. Es una experiencia liberadora. Esta es la sabiduría. Este despertar es una verdadera purificación transformadora; es la conversión que nos introduce en el reino de la sabiduría. La sabiduría nos remite al reino del amor. Ahora sí podemos hablar de amor fraterno. Ignacio Larrañaga. Despertar en Primavera. Liberación
Posted on: Wed, 16 Oct 2013 01:27:06 +0000

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