Cuentan las Nubes... (por Gustavo Zamudio). Bebíamos aguas negras industriales con logotipos esperanzadores, cuando se acordaron de aquella persona que un día se encerró en un cuarto de color amarillo y no salió en mucho tiempo. Dicen que era una persona que tenía una vida simple, sin complicaciones, con gustos sencillos y muchas personas a su alrededor, pero un día escogió quedarse en soledad en cuatro paredes, con una vela gigantesca en el centro de la habitación como única compañia. Los primeros días simplemente se sentó frente a la veladora gigante, viendo cómo bailaba la llamita en la oscuridad de la habitación. Dicen que se divertía pensando que era una bailarina exótica que se contoneaba al ritmo de una canción que invadía su cabeza. Después, se aburrió de la flama y comenzó a platicar con ella, hasta que llegó el momento en que se terminaron los recuerdos y no hubo más qué decir. Entonces, se puso de pie y comenzó a caminar dibujando círculos alrededor de la gran vela, que ardía después de meses sin consumirse siquiera. Su sombra se proyectaba en la pared amarilla, y entonces la persona comenzó a interactuar con ella, entablando una amistad entrañable. Pasaron muchos días, semanas, meses, quién sabe? Y un día, la sombra se movió por sí sola, separada de su dueña, y caminó también alrededor de la veladora. Después de muchas decenas de años, las sombras comenzaron a crearse unas a otras, con formas extrañas y revolviendose como seres deformes, siameses enfermos y monstruosos que se arrastraban formando círculos alrededor de la gran vela... Y cuando la persona inicial quedó reducida a polvo, las sombras se quedaron bailando así, como un ritual, hasta que las paredes amarillas las absorbieron, y entonces la historia de una vida entera quedó como una pintura rupestre, contando la existencia de una persona que decidió encontrarse en sus propias sombras... FIN. Cuento 124, 53 de la segunda temporada...
Posted on: Tue, 06 Aug 2013 06:02:38 +0000
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