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Este es el editorial de Página Siete, que causó la molestia del ministro Quintana: La transparencia de los medios 11-8-2013 En su informe a la nación, el 6 de agosto pasado, el presidente Evo Morales dijo que en el país existen medios de comunicación que obstaculizan las tareas que desarrolla el Gobierno tendientes a buscar una salida soberana al mar. El Gobierno debería aclarar cuáles son esos medios y presentar pruebas que respalden estos supuestos hechos ilegales. El tema es importante y tendría que servir para alentar un debate mayor: quiénes son los propietarios de todos los medios del país, ya sean medios independientes o paraestatales; cómo se financió su compra y quién nombró a sus directores. No sólo eso. También es crucial saber cómo se establecen los nexos entre esos medios y las autoridades de Gobierno y si existe o no coordinación informativa. Hay infinidad de rumores y en aras de la transparencia democrática éstos deberían aclararse. Junto con el tema de la propiedad de los medios paraestatales, otro tema altamente sensible es el de la publicidad gubernamental. Mientras diarios como Página Siete no acceden a esos avisos, que son financiados con el dinero de todos los bolivianos, otros periódicos tienen cantidades insólitas, que les ayudan a tener holgura financiera. En diciembre pasado, un estudio de alumnos de la UMSA estableció, por ejemplo, que La Razón tiene, en promedio, 17 páginas de publicidad del Gobierno cada domingo. Según estimaciones, esa cantidad incluso ha aumentado este año. Paralelamente están las dudas sobre el uso o abuso del Servicio de Impuestos Nacionales: está claro que no se fiscaliza en igual proporción a medios independientes y oficialistas. Por otra parte, sería interesante informar sobre los antiguos procesos fiscales a medios paraestatales: éstos avanzan o se encuentran casi indefinidamente estancados. El Gobierno actual tiene el sistema mediático afín más grande de la historia de la democracia. Ningún régimen había podido comprar, cooptar y controlar a través de la publicidad a tantos medios. Ello empobrece la democracia porque reduce los espacios de debate, quita márgenes al disenso, homogeniza los mensajes y limita la fiscalización. Si a eso se le añade la virulencia con la que reaccionan las autoridades ante la más mínima crítica y el secretismo con que manejan la información del Estado, se puede decir que el país se encamina hacia un sistema basado en el temor, que alienta la pasividad de la sociedad. Finalmente, un apunte sobre los medios estatales. Su parcialidad, pobreza argumental y uso instrumental a favor de las políticas del Gobierno han excedido cualquier límite que se haya registrado en el pasado.
Posted on: Mon, 12 Aug 2013 19:50:24 +0000

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