GUKUMATZ - Cuento - Por Conrado García Batres ( Hoy: 13- - TopicsExpress



          

GUKUMATZ - Cuento - Por Conrado García Batres ( Hoy: 13- Septiembre-13, Xampel, Retal Ulew, Ixim Ulew. Y junto con los poemas Mayas de Tat Humberto Ak’ab’al, les brindo este hermoso, precioso, cuento de mi amigo escritor Conrado García Batres, a si mismo, los invito a leer el breve comentario que en su oportunidad (muy recientemente) le hice a mi amigo y lo que él me respondió. Todo con el debido permiso del autor. Son granitos de maíz en estos días de las llamadas, bien o mal (¿?), Fiestas de Independencia patria (Cuál una y cuál la otra) porque yo no veo al pueblo Maya, Xinka y Garífuna, ni al pueblo ladino pobre, en ese concepto de “Patria”) La noche profunda reposa sobre las aguas oscuras del lago. Las sombras ocultan los misterios que nadie observa en el día. Un vientecillo fresco baja de las montañas y acaricia con amor la superficie del agua. En las riberas, las luces de la modernidad anuncian la nueva vida de los pueblos descendientes de dioses y de héroes. Bajo las luces eléctricas duermen y velan los seres que jamás se fueron del todo. Los ancianos hablan con ellos, en un lenguaje antiguo, críptico y etéreo. En el fondo de aquellas aguas misteriosas, uno de esos seres de leyenda, que pervive en la conciencia de los pueblos, recorre nostálgico, las sendas del pasado, los recuerdos de otras vidas, ahora ausentes... Ese ser descendió veloz y contento a la antigua ciudad sumergida. Contempló los templos estropeados, los aljibes, que ahora resultan absurdos, la imponente explanada principal, los restos de las casas humildes de la gente común… Buceó entre las columnas derruidas y jugó, como un niño de otro tiempo, con los tiestos quebrados, viéndolos flotar ante sus ojos. Entró sigiloso a las casas oscuras, a las cocinas amorosas y entonces, lentamente, se alejó entristecido. Siempre le gustaba pasar por allí. Rememoraba tiempos idos. Tiempos más solemnes, tiempos más gloriosos, cuando él se sentaba majestuoso sobre el árbol de los cuatro vientos, antes de lo inevitable, antes de su maldición… Tiempo después del hundimiento vino otro pueblo, con otros sueños, con otras voces. Pero él seguía allí. Era su condena. Recordó un día de fiesta y volvió a contemplar al Ajtziquinahay que lucía resplandeciente sobre la cima del cerro. Los recuerdos a veces iban más lejos en el tiempo, hasta aquella larga, larga marcha desde Tula hasta aquí, hasta que ocurrió la tragedia. Podía recordarlo todo por haberlo vivido, por haber sido parte de la historia de ese pueblo. De pronto, la nostalgia aflora. La tristeza por los recuerdos se agolpa bruscamente en su corazón viajero. Abandona lentamente la ciudad devorada por las aguas. Una última mirada antes de marcharse. Otro día volverá. Ahora viajaba raudo, dejando atrás la nostalgia. Atravesaba veloz el lago y se sumergía en las grutas profundas, oscuras, ignoradas todavía por los intrusos nuevos, allá, en el otro extremo del lago. En lo profundo de la noche a veces se aventuraba a salir hasta la superficie. Como un infante curioso, sentía el anhelo de ver la vida de estas nuevas gentes. Contemplaba asombrado las luces que ahora titilan en las riberas. Ya no es el resplandor de las estrellas, Gucumatz, ya no es el susurro del viento frío del norte, como antes, ya no es el tiempo de los antiguos dioses... Y miraba otras luces extrañas que flotaban sobre las aguas, ahora mansas, agotadas por la lucha con los vientos de la tarde. Son las luces de algún misterio, como él mismo. Así fue como una noche sin luna la descubrió a ella. Ella estaba llorando, casi oculta entre el tul de la orilla. Él pensó desaparecer para siempre, antes de causarle espanto, como se lo causaba a todos. Ella lo vio también. Vio sus ojos tristes sobre el agua, como dos ocotes encendidos a punto de apagarse. Le parecieron intensamente humanos. Ambos vencieron el miedo y él se acercó sumiso, a los pies de ella. Ella sonrió al verlo y se enjugó el llanto amargo, derramado por amores ingenuos. Juguetona, le acarició la cabeza con curiosidad de mujer, salpicada de ternura. El se dejó hacer, enternecido y remolón, mientras su coraza se iba desprendiendo paulatinamente de su cuerpo, sin que ahora le importara mucho el hecho de verse descubierto, desarmado y desnudo. Ella lo ayudó a salir, vacilante, temeroso, del agua, por primera vez en cientos de años. Se vieron a los ojos y ambos supieron que en ese instante terminaba una búsqueda que habían principiado desde siempre. Al amanecer, las luminarias del nuevo día sobre las aguas los sorprendieron entrelazados sobre la orilla, ocultos entre el tular húmedo, agotados de amar. Desde ese día, ella inventa flores, quetzales, colibríes y venados con sus hilos de colores mágicos. Él, ahora un hombre humilde y feliz, rompe la coraza de la madre tierra y la fecunda con los granos sagrados. Ella escondió la piel escamosa, de serpiente-con-plumas bajo la tierra, en una esquina del rancho y le colocó encima las tres piedras maravillosas, para que él no pueda marcharse nunca. Luego lo llamó Lu, como se llamaba su abuelo. A él, a quien le gusta su nuevo nombre, Lu, como el abuelo de su amada, a veces le da por sentarse en la orilla del lago, al atardecer, a rememorar tiempos idos... Con los pies dentro del agua, contempla absorto la superficie inquieta de las olas iridiscentes que danzan, juguetonas y coquetas, con el viento. Allá, a lo lejos, los volcanes le traen reminiscencias de siglos y grandezas… Y entonces... casi sin darse cuenta, de sus ojos errantes brotan lágrimas ardientes, que van a fundirse en los abismos profundos del ombligo del mundo, del espejo del cielo, cuyas aguas sagradas, son más viejas que el mar. Ella sonríe al verlo en la distancia. Le lanza un beso con el pensamiento y se acaricia con ternura el vientre, que ha principiado a abultarse. Ella, la que supo romper el embrujo antiguo con su gran amor, tiene ahora la dulce certeza de que, a pesar de la nostalgia por la libertad, a pesar de los recuerdos de los tiempos solemnes, él estará con ellos por siempre. Hasta que se cumpla el augurio antiguo, anunciado por los sabios estelares. Ella sabe que eso será, hasta que llegue el tiempo esperado por su pueblo, el tiempo del retorno definitivo de los antiguos dioses de esta tierra… FIN
Posted on: Thu, 12 Sep 2013 22:59:20 +0000

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