HIJOS DE ESTE MUNDO (16,1-17-10). El pecado no impide salvarse, - TopicsExpress



          

HIJOS DE ESTE MUNDO (16,1-17-10). El pecado no impide salvarse, supuesto que se efectúe la conversión ¿Cuáles son, pues, los obstáculos para salvarse? Esta sección parece dar la respuesta a esta pregunta. Se divide en dos subsecciones de análoga estructura: 16,1-18 y 16,19-17,10. Cada subsección comienza con un relato seguido de aplicaciones. La primera subsección se cierra con palabras dirigidas a los fariseos, que exigen un cumplimiento radical de la ley (16,14-18); la segunda termina con palabras dirigidas a los apóstoles relativas a la fe (17,5-10). El primero de los dos relatos muestra cómo puede el hombre servirse de sus bienes para la salvación, la segunda muestra cómo con los mismos puede acarrearse la ruina. En cada uno de los dos aparecen tres figuras. En la primera el terrateniente, el administrador y los deudores; en la segunda el rico, el pobre y Abraham. En la primera, el administrador da, y de esta manera se prepara un porvenir; en la segunda, el rico no da, y así se acarrea la ruina. La propiedad y el hecho de tomar esposa impidieron a los invitados acudir al gran banquete a la hora señalada. El seguimiento radical de Jesús es renuncia a la propiedad y a la familia (14,25-34). Sin embargo, no a todos se exige este seguimiento radical. De todos modos, sin renunciar a algo es imposible ser verdadero discípulo de Cristo. Esta nueva sección doctrinal puede llevar por título: Hijos de este mundo (16,8), ya que se trata de la cuestión: ¿Cómo puede el discípulo de Jesús -cuyos pensamientos deben estar en lo alto, donde reina Cristo (Col 3,1)- defenderse contra los asaltos del mundo, que quiere apararlo totalmente? «Todo lo que hay en el mundo -los deseos de la carne, los deseos de los ojos y el alarde de la opulencia (la ilusión de creer que toda salvación depende solamente del hombre) no proviene del Padre, sino que procede del mundo» (IJn 2,16). A estas tres cosas se opone el orden en la administración de los propios bienes (los dos relatos con sus aplicaciones), la nueva ordenación de la ley del matrimonio (16,18), la humildad (17,10). Una composición análoga se halla también en Mateo (19,2-20). Allí tenemos el mismo problema, la misma manera de tratarlo y la misma conclusión: La salvación es don de Dios, al que el hombre no tiene derecho alguno, aun cuando haya cumplido con lo exterior; en ambos casos se emplea diferente material de tradición.
Posted on: Sun, 22 Sep 2013 17:04:02 +0000

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