INSEGURIDAD PROMISCUA Cuando alguien es culpable por si acaso - TopicsExpress



          

INSEGURIDAD PROMISCUA Cuando alguien es culpable por si acaso el resultado es que ande defendiéndose por las dudas. Así fue que una y otra vez el disparo se fue haciendo una costumbre. El Chirola era un perro de la calle, ladraba poco y con dientes de pólvora se iba comiendo a los otros perros, que no eran tan manso, habían nacido con rabia, dicen que los contagió el despojo y el olvido. Muchos perros de la calle jugaban para el Chirola y algún que otro gato disfrazado de político. Un día los de siempre faltaron y cayó en la trampa. Luego se enteró que veinte años no es nada, comentario que un juez plasmó en un papel. Al Chirola le cerraba la idea de haber sido asesinado de por vida. Comenzó a jugar a los zombis, en la ciudad de los zombis, hasta que alguien comió parte de su cerebro. Después de esa tragedia, casi gustosa para los tiempos que vivía, la usía lo mandó al país de los alienados. El agua a duras penas llegaba al tanque y lo poco que subía bajaba bruscamente. Los estudios siquiátricos detectaron que el derecho penal no es remedio para un loco y con golosina sintética le adormecieron la ira. En intervalos lúcidos buscaba la fórmula para morir eternamente, eso de andar muriendo de vez en cuando no era caramelo para un niño. La seda es resistente y el director del neuropsiquiátrico era de andar corbateando la camisa. Una corbata y un árbol alejado del suelo solventaban la matemática suicida. Entre rama y rama el Chirola quedó avistando a las afuera, una calle silenciosa lo invitaba a dejar de participar. Una dama miraba desde abajo él indagaba desde arriba. Ella había bajado de su automóvil, una de sus ruedas no tenía tres de sus cuatro tuercas. Él aconsejaba sacar una pieza de cada rueda restante, mientras tanto acomodaba la corbata para no fallar en el intento. En el ensayo de llevar adelante la sugerencia del Chirola, la mujer lastimaba su mano. La corbata caía del cielo para hacer de venda. Chirola acusaba un gesto poco usual en su persona, pero ella era más de lo ya conocido. No usó la corbata para curarse. Al ver la marca y el material guardó la prenda para nunca más entregarla. Usó un pañuelo para cubrir su mano herida y se fue raudamente. El Chirola bajo del árbol y se entregó al encierro. Antes habló con el director en carácter de víctima, cuestión que estrenaba, denunció el afano menos pensado. Dijo que alguien había robado su muerte. El director contempló el acto como de quien viene. Alejandro Orellana
Posted on: Wed, 10 Jul 2013 02:46:34 +0000

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