La furia del verdugo La brisa paseaba entre nuestras manos - TopicsExpress



          

La furia del verdugo La brisa paseaba entre nuestras manos sudorosas, los últimos brillos del sol se proyectaban sobre nuestras lagrimas, el reflejo de las primeras estrellas brillaban en nuestros ojos y en lo alto del firmamento se afianzaba nuestro verdugo castigador y protector de mis sueños. Sus palabras eran frías, y sus miradas tímidas, influenciadas por el dolor que producía cada palabra. Mis oídos lloraban al no estar acostumbrados a escuchar esas frases y nuestros corazones latían en lagrimas ardiendo en llamas, provocando la pena más dolorosa y transformado los corazones en piedras. Las olas rompían contra las rocas con todo su furia, los pies se nos enterraban en la arena húmeda, no por la marea, si no por las lagrimas rotas. Las horas pasaban lentamente, el firmamento oscureció tristemente y el silencio se apodero de todas las emociones, con la intención de romper el dolor aunque le fuera imposible. El viento se tornaba tranquilo pero cargado de inseguridad, sus labios estaban rotos y débiles, haciendo imposible el sonido de las palabras, pero el silencio tenia que ser roto, ella tenia que hablar con la verdad aunque me matara con ella. Levantó la mirada y consiguió posar sus dulces ojos azules sobre los míos, cubiertos de sangre y rotos por la pena, que el adiós que se avecinaba iba a causar. La mire fijamente, recordando al mismo tiempo las caricias que habíamos compartido, mis ojos ya no veían a la princesa de la que me había enamorado tiempo atrás, en ellos solo se reflejaba la imagen del dolor, la inseguridad, el tiempo perdido y el amor roto en pedazos. Sus palabras empezaron a confundirse con el sonido del viento, lo que no impedía que lastimaran mi ardiente corazón. Las llamas lo invadían por completo haciéndole arder sin piedad, clavando en lo mas profundo de su adentro cada palabra y asegurándose que le atormentaran durante mucho tiempo. Fije mi mirada en el horizonte, perdiendo interés por las cosas que sus labios me contaban, sus palabras seguían armadas con la más dura espada que atravesaba mi escudo de madera. Sin darme cuenta, ya que me encontraba bajo el dominio del dolor, sus frases se fueron acortando, su respiración se tornaba mas fuerte, sus labios cortados lloraban sangre y sus ojos se cerraron por completo. Pensé entre mí; “es suficiente con lo que ya sé, una palabra mas y terminaría por ahogarme en mi propio dolor”. La verdad es que aun no entendía muy bien las cosas que estaban pasando, por que mi corazón se tornaba roto, mis ojos cubiertos en lagrimas y mi pensamiento en contra de todo. Lo que un día fue mi princesa ya no lo era, sus gestos de amor habían cambiado al odio y el desprecio y sus palabras ya no me cuidaban, si no me atacaban sin compasión, herían mis sentimientos y derrumbaban mis ilusiones que un día el amor formo. Retome el sentido y mire su cara desencajada a pedazos, expresando una risa comprimida y un llanto que no valía nada. Mire al cielo con ganas de que me diera una respuesta pero su silencio era evidente, no quería formar parte de la tristeza. Sus guardianes ocultaban su rostro, para que no fueran preguntados por mis sentidos. Loco por el dolor y la injusticia que el cielo estaba cometiendo contra mí, calle al silencio con un grito. Algunas estrellas abandonaron el firmamento, el viento intento huir de mi furia y mi verdugo saboreaba con su sonrisa mi llanto. Seguíamos frente a frente, con las miradas puestas en el olvido, los corazones llorando y nuestros labios rotos en pedazos. Era mi momento, ahora era yo el que tenia que hablar, tenia que ser escuchado y recibir alguna respuesta mas clara, pero me sentía incapaz de formular alguna palabra, solo quería morir en sus brazos, ya que sabia que después de esa noche no la vería mas. Tome sus manos y las puse junto a mi pecho, pudo sentir como gritaba mi corazón y sus ojos lo reflejaron. Solo tenia una oportunidad, tenia que encontrar las palabras para cambiar mi futuro y seguir aferrado a ella. Empecé a pensar en las cosas más bonitas que podía decir para calmar su llanto, ya que sus lagrimas me destrozaban el alma. Le hable del viento guardián de nuestros sueños, del agua refugio de nuestro amor, del sol soldado de nuestras batallas y de las nubes donde desatamos nuestra pasión. Vi como brillaban sus ojos al escuchar mis palabras, pero una de sus lagrimas al caer en el fuego de su corazón la hizo gritar que no. Caí derrumbado sobre la arena húmeda, como si un rayo me hubiese atravesado por la mitad. Entendí que por mas que fuera el protagonista de mi vida nunca le podría poner finales a mis historias. Su imagen se alejaba de mi vida a cada segundo que pasaba, y lo que un día formamos desaparecía escondiéndose con la niebla. Me quede tumbado escuchando los consejos del viento, y me di cuenta que no podía caer derrotado tan fácilmente, tenia que luchar por su amor así estuviera en contra de ello el firmamento. Sentí en mi cara un dulce calor, y al abrir mis ojos me di cuenta, que eran sus manos que me ayudaban a levantar. Nuestras miradas se volvieron a cruzar bajo la lluvia que en esos momentos hacia su presencia con la intención de apagar el fuego que ardía en nuestros corazones. Cada sonido que pronunciaba se agudizaba en sus oídos y penetraba en su pensamiento, haciéndola recordar las promesas que un día bajo nuestro verdugo juramos nunca romper. Pero el miedo era mayor que sus emociones y mantenía su marcha justificada en el olvido. Por mas que lo intentaba el adiós estaba claro y su partida más próxima al mar que junto a mi corazón. La presencia de la noche se hizo más notoria, el brillo de las estrellas mas claro, y la sonrisa del verdugo mas pronunciada. Los segundos pasaron lentos y nuestras manos se aferraron con fuerza; sabíamos que el final de nuestra vida llegaba y el tiempo jugaba en nuestra contra. Su viaje estaba ya preparado, la marea subía a toda prisa para llevarla junto a ella, y sus lagrimas me pedían a gritos que no la dejara partir. Mi corazón se ahogaba en sufrimiento por su dolor y mi alma le pidió dejarla partir con ella para seguir cuidando de sus sueños aunque mi cuerpo se quedara en tierra y ella navegara en las aguas. Pero me respondió que no que era su destino y que no podía seguir acabando con mi vida como lo había hecho. La marea ya cubría nuestros pies y recordaba la separación de nuestros corazones, nuestros labios cortados por las lagrimas lloraron al tiempo y la lluvia resbalaba por nuestras manos separándonos por completo. Nuestro ultimo beso fue recibido por él vacío que nos separaba mientras la marea arrastraba su cuerpo a la profundidad del mar y sus ultimas palabras me enseñaron a recordarla para siempre. Me dijo que recordara como penetro el sonido de sus lagrimas al caer, que como ello la lluvia me lo haría pensar y acompañaría mi camino por siempre. Desde entonces siempre es invierno lluvioso en mi corazón y las llamas que aun están vivas en él, combaten con furia contra el agua que la lluvia esta dejando. By Phobia
Posted on: Thu, 28 Nov 2013 00:26:41 +0000

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