Monólogo de Justino el Heresiarca Tengo la certeza de haber descendido tan profundamente al interior de mí mismo, hacia la hondura de mi propio infierno, que corroboro con espanto la imposibilidad de reemprender mi regreso al mundo de los vivos. Abandonado me encuentro en la linde de esa zona oscura de la mente, en donde se confunden las ficciones de la realidad, con las realidades de la imaginación. En ese punto tenebroso, en ese centro de convergencia, al cual hacían velada alusión algunos de los libros misteriosos que con tan obsecada persistencia releí en mi juventud y que hoy, tardiamente, me recrimino por haberlos escoliado. Ah, pero lo recuerdo, fue Focio, llamado el filósofo, quien dijo: "los delirios de la juventud acendran los terrores de la vejez" . Y en mi caso, confirmo la veracidad inobjetable de este aforismo; pues, precisamente, fueron mi osadía y mi terquedad las que me impidieron recapacitar acerca de los peligros e insospechados riesgos, ocultos tras los crípticos caracteres y simbologías. Manifestados en los vetustos códices, en los arcanos grimorios y en los ímpios palimpsestos, que afiebraron mi intelecto y que constituyeron mis lecturas asiduas en aquellos ya lejanos días de mi juventud. Pero de nada me sirven las reflexiones tardías e inútiles, porque hoy sólo me resta esperar el temido momento, el instante en el cual la maligna criatura que me enloquece y arrastra hacia su abismo, levante, por fin, el místico sello para que yo pueda comtemplar, develada, cara a cara, la horrísona faz de mi señor el Diablo. Héctor Escobar Gutiérrez
Posted on: Tue, 06 Aug 2013 08:16:18 +0000