NOSTALGIAS DE UN MELANCÓLICO, POR SU TERRUÑO En mis últimas vacaciones, Dios me permitió visitar el lugar más hermoso que conozco de mi bella Guatemala. Un lugar mágico, lleno de maravillosos recuerdos de mi niñez. Como muchos saben, crecí sin la figura de un padre terrenal, algo que al principio me causó mucha tristeza pero que con los años y las experiencias vividas, he llegado a agradecerle de todo corazón a mi Padre Celestial, porque de mi pastor aprendí hace años, que Dios es justo (balanceado), y si la ausencia de un padre ocasionó que tuviera la dicha de ser criado por la fantástica mujer que fue mi madre, hoy puedo decir, que valió la pena. Amo a mi padre, a quien tuve la oportunidad de conocerlo hasta que tuve 25 años, un 19 de diciembre, pero amo entrañablemente a la maravillosa mujer que me permitió crecer en su vientre, muy a pesar de todas las adversidades e incomprensiones que tuvo que soportar. Esa fantástica mujer, supo inculcarme desde muy niño, el amor por un pueblito muy alejado de la capital, pero tan lleno de preciosos recuerdos. Ese pueblito mágico, es la tierra que vio nacer a mi querida madre y por el que siento un profundo amor y respeto (aún no habiendo nacido en él). Sentí mucha nostalgia al ver el cambio vertiginoso que ha tenido la tierra de mis abuelos, quienes según contó siempre mi mamá, trabajaron arduamente por muchísimos años para adquirirla. Hoy en día, por donde algún día mi amado Padre Celestial me permitió cabalgar con mi primo Erick, pude ver una pista de aterrizaje, una colonia del INDE y muchas propiedades individuales de personas que han construido casas para sus familias. ¡Ay, si mis abuelos tuvieran la oportunidad de ver la transformación de las que por muchos años fueron sus tierras! En lo personal, me satisface saber que muchas personas fueron bendecidas con tierra para construir un patrimonio para sus descendientes, pero no puedo dejar de sentir nostalgia por no contar ni siquiera con un pequeño lotecito donde poder construir un patrimonio para mi hijo y enseñarle a valorar esa tierra, no por su valor material, sino por el recuerdo de ser una parte de la inmensa propiedad que algún día fue de sus bisabuelitos. No sé si deba agradecerles o no a mis queridos tíos (a todos y cada uno de ellos, sin excepción), por habernos excluido (a mis hermanas y a mí), de la parte que por derecho nos correspondía de la propiedad de la abuelita, porque sólo Dios sabe si al haber sido propietario, también hubiese malbaratado como tantos otros lo hicieron. Si el costo de ese amor tan marcado por ese pueblito maravilloso, fue ser excluido de la propiedad de mis abuelos, de todo corazón, hoy puedo decir, gracias Señor. Anhelo poder transmitir a mi retoño, el mismo amor y respeto por ese pueblito maravilloso, que encierra en sus calles, senderos y veredas, la historia de nuestros ancestros.
Posted on: Mon, 15 Jul 2013 04:25:13 +0000