Voy a presentar a finales de este mes mi última obra -"Palabras de Unión. Masonería y Modernidad"- en la librería Sandoval de Valladolid, un templo de libros exquisito dirigido por el insobornable Miguel. Como el libro ya se presentó en el Ateneo de Madrid en diciembre pasado, que fue cuando vio la luz, me preguntaba hoy un periodista vallisoletano si tenía disponibles reseñas y críticas para echarlas un vistazo. Le he respondido que no, ya que ni la editorial ni yo hicimos ninguna clase de promoción en su momento por motivos que no vienen al caso. Y me quedé tan pancho. Ahora, revisando documentación en internet sobre un asunto del que ya escribí hace tiempo, me encuentro un artículo largo en el Confidencial sobre el libro y digo "¡vaya!, no me había enterado". La verdad es que soy más despistado que una cebra del Serenguetti. El artículo en cuestión es una magnífica entrevista-reportaje que publicó mi querido amigo e ilustre pluma Juan Soto Ivars, a quien conocéis y muchos/as amáis por lo que vale el muchacho. En esta ocasión él hizo de perspicaz entrevistador y yo de incontenible autor, sin más lazos que el periodismo, para que veáis que somos buenos profesionales. La verdad es que resulta a veces embarazoso esto de los despistes descomunales. El caso es que yo siempre he tenido buena memoria -mi madre me llamaba "Memorión" incluso- pero también agujeros negros de magnitud cósmica. Es una herencia, lo juro. Al lado de algunos de mis hermanos, o de mi padre, mis despistes son como una zapatilla rusa. Tal vez tenga algo que ver la cuestión del riego cerebral, o la multitud de archivos mentales, pero en ningún caso don Alzheimer Incipiente, cabroncetes, que ya os veo venir a algunos. Desde esta fértil pradera del Face quiero pedir disculpas al ínclito Soto Ivars por tamaño lapsus que no falta de valoración. Y para que conste y quede rubricado, aquí lo traigo para quien quiera verlo.
Posted on: Fri, 07 Jun 2013 20:45:59 +0000