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#rpsp Salmo 54 En este salmo tenemos un grito urgente de ayuda cuando los Zifeos revelaron el escondite de David a Saúl y le ofrecieron su ayuda para localizarlo. Los habitantes de Zif eran de la tribu de Judá, de David, sin embargo, lo traicionaron. Si tu sientes que has sido traicionado por alguien en quien pensabas que podías confiar, este salmo es para ti. O, en un sentido, ¿no lo es para todos los que vivimos en este mundo terrible donde cada día tenemos que caer de rodillas y pedirle a Dios que nos salve, nos proteja y nos sostenga? La idea principal en este Salmo se encuentra en el versículo 4. “He aquí, Dios es el que me ayuda; El Señor está con los que sostienen mi vida.” Es por eso que David se dirige a Dios en su angustia. En Hebreo los primeros dos versículos comienzan con las mismas palabras: "Oh Dios, sálvame, oh Dios, respóndeme" "¡Oh Dios". La oración de David es muy simple y directa. Cuando Pedro se hundía en el mar de Galilea, sólo tuvo que clamar: "¡Señor, sálvame!", y eso fue suficiente para que de inmediato Jesús extendiera su mano para salvarlo. Cuando tu estás en problemas, tus oraciones llegan a ser muy simples y directas, a menudo una simple frase como: "¡Señor, ayúdame!" Dios no despreciará la sencillez de una oración como esa. David apeló a tres cualidades divinas: “Oh Dios, sálvame por tu nombre, y con tu poder defiéndeme; Córtalos por tu verdad. El propio nombre de Dios, “Jehová” es en Jesús el nombre de nuestro Salvador (Yeshua—Jehová salva). Pedro declaró: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” (Hechos 4:12). Él es capaz de salvar, porque tiene el poder: “Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos.” (Sofonías 3:17). Él nos salva de cualquier amenaza, porque Él es siempre fiel y verdadero al pacto que ha hecho con Su pueblo. David se anticipa a su rescate, diciendo: "Voluntariamente sacrificaré a ti; Alabaré tu nombre, oh Jehová, porque es bueno.” Una ofrenda voluntaria no es forzada, incluso tampoco es obligatoria. Es un acto de voluntad “adicional”, como una señal de gratitud a Dios nuestro Salvador. Cuando tenemos la victoria debemos reconocer que la obtuvimos gracias a Dios, de otra forma podemos olvidar fácilmente el momento en que clamamos a Dios por ayuda, que es precisamente cuando nuestra situación cambió. Garth Bainbridge, Director Ministerial, Asociación de Greater Sydney, Australia
Posted on: Mon, 30 Sep 2013 14:41:51 +0000

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