—¡Es imposible! —se negó a admitir Lewis Miller lo que le estaba sucediendo, espantado. Cada vez le resultaba más fácil reconocer los signos manuscritos de aquel libro maldito, e incluso empezaba a tener la angustiosa impresión de que en cualquier momento podría llegar a leerlo con la misma facilidad como si estuviese escrito en perfecto inglés, en lugar de una lengua muerta y olvidada hacía milenios. Las letras parecían cambiar cuando las miraba, aunque sólo él pudiese distinguirlo en realidad. La sensación de vértigo inicial que se apoderaba de él ya no era tan fuerte, pero seguía allí, en cada una de las imágenes que le evocaban aquellos símbolos extraños y que narraban la terrible historia de los Grandes Antiguos, los Primeros, entidades cósmicas de un poder inimaginable, pero desprovistos de cualquier tipo de atributo que los pudiera hacer comprensibles para la mente humana, que habitaron nuestro universo en el comienzo de los tiempos. —Resulta difícil aceptarlo, lo sé —estuvo de acuerdo el anticuario, incorporándose junto a él—. Yo apenas he conseguido vislumbrar tan sólo una parte de lo que contiene, y me ha costado mucho tiempo y esfuerzo. Verlo todo con la claridad con la que puedes hacerlo tú debe ser un shock. Debes tomarte tu tiempo para asimilarlo debidamente. —No sabe lo que me está pidiendo... —Sí que lo sé —aseguró Farmer con gravedad—. Te pido que arriesgues tu cordura, puede que incluso tu propia alma, pero es absolutamente necesario. —¿Necesario para qué? —quiso saber Miller. Farmer se dispuso a responderle, pero en aquel preciso instante irrumpió en la sala por sorpresa aquel hombre, Andrew Benson, como un vendaval, con un arma en las manos, y, sin mediar la más mínima palabra, le descerrajó al anciano cuatro disparos a bocajarro. El anticuario salió despedido hacia atrás como si le hubiesen golpeado con un ariete y se estrelló contra un mueble con violencia. Miller, estupefacto por la rapidez con la que se produjo todo, fue incapaz de reaccionar. Él no veía a Benson. De pronto a su alrededor todo se había llenado de una espesa y oscura niebla, y en ella se movía una sombra informe e inmensa en la que sólo destacaban los ojos brillantes como ascuas. Parecía fluir hacia él igual que una mancha de petróleo lo hace sobre el agua. Aterrorizado, empezó a retroceder de forma precipitada, sin distinguir nada salvo aquel horror semilíquido. —¡Tú tienes la culpa! —tronó una voz sibilante que no podía ser humana. Una garra hecha por completo de oscuridad brotó de la niebla y le aferró con una fuerza tremenda la garganta. Su espalda chocó contra una pared que le impidió seguir alejándose. No podía respirar. —¡Pagarás por lo que has hecho! La sombra se abatió sobre él llenándolo todo, engulléndole. "LA FRATI NIGRA" LEM RYAN (39 HORAS PARA EL FINAL DEL CROWDFUNDING: verkami/projects/6323-la-frati-nigra)
Posted on: Sun, 22 Sep 2013 15:52:17 +0000
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